Cría cuervos y te empataran el partido, te amargarán la fiesta y te dejarán con la amarga sensación de una derrota. Fue empate, sí, pero para el Celeste es como si no se hubiese llevado nada al bolsillo.
Este es un buen título para graficar lo que aconteció en calle Boedo.
Habrá que ver en el futuro si la igualdad en casa contra Concepción de Tucumán la termina pagando caro, al momento de hacer los números y mirar la clasificación o la tabla de los promedios.
Y es que Gutiérrez fue ampliamente superior al Cuervo del Norte, generó innumerables situaciones de gol y sólo se tuvo que conformar con un pobre punto.
¿Cómo explicarlo? Se puede contar en dos aspectos muy claros: la falta de definición en ataque, y los errores cometidos en el área propia.
El Celeste se encontró con un rival muy inferior que siempre lució mal parado y desequilibrado, otorgando muchas ventajas defensivas.
Con el tremendo golazo - media chilena tras un córner- de Nicolás Gatto y el posterior dominio abrumador en el desarrollo, parecía que el Cele iba a tener una tarde tranquila. Siguió fallando en el área contraria y lo pagó caro en la propia, cuando Díaz la perdió en la salida y la visita consiguió un premio exagerado.
Esta tónica se mantuvo siempre en el trámite, con un equipo mendocino despilfarrando chances- fue clave la actuación del arquero Antonio-.
Con el doblete de Gatto estaba a pedir del dueño de casa el partido, pero aparecieron los cambios de Abaurre y el elenco fue perdiendo fútbol y profundidad, “agrandó” a un conjunto que no tenía ideas y encima Martínez Gullota puso las manos flojitas y entre sus piernas se coló el balón para que Concepción se encontrara con un empate que ni siquiera el tucumano más optimista podía soñar.
Y Gutiérrez lo lamentó.