Los investigadores del crimen de Ángeles Rawson creen que el imputado Jorge Néstor Mangeri le fracturó cinco costillas, la clavícula y una vértebra durante un brutal ataque en el que, según dictaminaron los peritos oficiales, intentó abusar sexualmente de la adolescente y la terminó asesinando.
Fuentes judiciales informaron que a esa conclusión llegaron los investigadores judiciales de la causa para explicar las fracturas de carácter vital que la junta médica ayer detectó en la primera vértebra dorsal, en el tercio medio de la clavícula derecha, en tres costillas del lado derecho y dos del lado izquierdo.
"Esas fracturas las pudo haber provocado Mangeri cuando se posicionó encima de Ángeles y luchó con la chica para intentar dominarla y abusarla", dijo una fuente judicial.
La misma fuente recordó que "Mangeri doblaba en peso y tamaño a Ángeles", ya que el portero mide 1,78 metros y al momento de su detención pesaba 108 kilos, y la víctima medía 1,65 y pesaba solo 51,2 kilos.
Según el nuevo informe de la junta médica -al que tuvo acceso-, "la fractura de la apófisis espinosa de D1 (primera vertebra dorsal) reconoce como mecanismo la compresión-tracción", por lo que los investigadores creen que la produjo el propio Mangeri cuando, según la acusación, le comprimió el cuello para estrangularla.
Pero el informe también señala como de carácter vital las fracturas ubicadas "en tercio medio de clavícula derecha", y en cinco costillas: las del lado derecho identificadas con los números "9, 10 y 11" y las del lado izquierdo "3 y 4".
Sobre la causa de muerte, la junta médica confirma "asfixia mecánica mixta por compresión extrínseca manual del cuello y sofocación por obstrucción manual de orificios nasales y boca".
"El mecanismo de muerte está en relación directa a un cuadro de anoxia por falta de oxígeno debido a la interrupción del intercambio gaseoso de origen mecánico", agregan los 10 profesionales del Cuerpo Médico Forense (CMF).
Además, confirmaron -tal como ya lo habían señalado en su primer informe de agosto pasado- que "el tiempo de sobrevida desde el momento de inicio del cuadro asfíctico se estima menor a cinco minutos".
Los peritos también ratificaron que "las lesiones en dorso de manos, cara interna de rodilla izquierda y cara interna de ambos muslos, son compatibles con lesiones del tipo defensivo".
En otro tramo del informe, señalan que "el estudio histopatológico del block pelviano ha confirmado una equimosis en la región paragenital izquierda".
"Todas las lesiones descriptas, por sus características cromáticas y por los resultados histopatológicos, son de producción contemporánea entre sí“, dice la junta al referirse a las halladas en "cara, cuello, tórax, raíz del muslo izquierdo (ingle) y extremidades (dorso de manos, rodilla izquierda y cara interna de ambos muslos)".
Y además, el CMF afirma que "las lesiones descriptas en la zona paragenital y las mencionadas como de tipo defensivo, son compatibles con las observadas en las agresiones sexuales".
Con estas conclusiones que llegaron ayer a su tribunal, el juez de instrucción la causa, Javier Feliciano Ríos, convocará a Mangeri a una nueva indagatoria, la quinta en lo que va de la causa.
Fuentes judiciales adelantaron a Télam que allí el juez Ríos ampliará la acusación del ex encargado de Ravignani 2360 y le imputará un homicidio doblemente agravado por "femicidio" (cuando la víctima es una mujer y mediare violencia de género) y por "criminis causa" (cuando se mata para ocultar otro delito, en este caso el ataque sexual, y lograr la impunidad).
Ángeles "Mumi" Rawson (16) desapareció el lunes 10 de junio cuando regresaba a su casa y al día siguiente, su cadáver fue hallado en el predio de la CEAMSE de José León Suárez.
Por el crimen fue detenido Mangeri, quien se autoincriminó cuando declaraba como testigo ante la fiscal del caso, María Paula Asaro.
Los estudios de ADN determinaron que había perfil genético del portero debajo de tres uñas de la mano derecha de Ángeles -con un 99,9 por ciento de precisión en el caso del dedo índice-, lo que sugiere que ella alcanzó a rasguñarlo en un intento de defensa.