Desde Nueva York a Illinois y a California, tanto en estados republicanos como demócratas, ardían ayer protestas en contra de la elección de Donald Trump en que manifestantes cerraron calles y rutas, rompieron ventanas, desataron incendios y desafiaron las balas de goma y el spray de la policía antimotines.
En Nueva York, con inmensos globos rojos, carteles con corazones y lemas de “paz y amor”, unos 1.200 manifestantes se reunieron anoche en Washington Square para apoyar a los insultados por Donald Trump, el flamante presidente electo de Estados Unidos.
“Tu muro no podrá interponerse en nuestro camino”, “El amor es un derecho humano”, “Nos merecemos un mundo mejor”, expresaban los carteles, muchos de ellos realizados por niños que acompañaban a sus padres.
Algunos agitaban grandes banderas mexicanas o carteles con la cara de la demócrata Hillary Clinton, derrotada por Trump.
Según la policía, los manifestantes eran unos 1.200.
Esa fue la cuarta protesta contra el outsider Donald Trump que tiene lugar en Nueva York, orgullosa de su diversidad y tradicionalmente demócrata, y que pese a ser el hogar del multimillonario, votó masivamente en su contra.
No sólo en Nueva York sino en varias ciudades de todo el país, miles de manifestantes protestaron al grito de “¡No es mi presidente!” tras la victoria de Trump en la elección del martes.
Trump llevó a cabo una campaña agresiva, llena de insultos y ataques a las mujeres, a musulmanes, mexicanos, discapacitados e inmigrantes indocumentados.
Clinton tuvo más votos que Trump a nivel nacional pero perdió debido al sistema electoral estadounidense, donde cada estado del país tiene adjudicado una cifra de grandes electores.
“Estoy aquí para mandar un mensaje de amor a todo el mundo que se sienta amenazado, que tenga miedo de ser un blanco, a los inmigrantes, a las minorías, a todos los que fueron sacudidos por el resultado electoral”, dijo Jamie, una joven de 25 años que trabaja en un campus universitario.
“No estoy aquí para protestar la elección, porque no hay evidencias de un fraude, pero hay tanta incertidumbre, que precisamos un poco de amor”, sostuvo. Algunos manifestantes ofrecían abrazos gratis.
Una nueva gran protesta está prevista para hoy en el mismo lugar.
Las protestas tuvieron su punto crítico en Portland, donde miles de personas se manifestaron y algunos rompieron vidrios, encendieron petardos y colectores de basura. La policía calificó los actos de motín y empleó “municiones no letales” para despejar las calles.
Unas 4.000 personas protestaron en las calles de Portland a última hora del jueves con cánticos como “¡Rechazamos al presidente electo!”.
Ya en la madrugada de ayer, la policía comenzó a hacer retroceder a la multitud, que en ocasiones les arrojó objetos, arrestando a varias personas y empleando granadas aturdidoras y algún tipo de humo o gas lacrimógeno para obligar a la gente a marcharse.
Tras varias órdenes de desalojo, la policía dijo que los agentes emplearon “municiones no letales” como spray de pimienta y proyectiles de goma. Imágenes en directo mostraron a los efectivos disparando lo que parecían ser elementos no letales. No estuvo claro de inmediato si alguien resultó herido.
El número de manifestantes siguió reduciéndose durante la noche y la madrugada y la policía anunció a los grupos restantes que se dispersasen o serían “objeto de arresto y del uso de agentes antimotines”. La policía reportó 26 detenciones allí.
El propio Trump respondió a estas protestas el jueves por la noche en Twitter diciendo: “Acabamos de tener una elección presidencial muy abierta y exitosa. Ahora, manifestantes profesionales, incitados por los medios, protestan. ¡Qué injusto!”.
En Denver, los disconformes lograron cortar brevemente el tránsito en la Interestatal 25 cerca del centro de la ciudad. La policía de Denver tuiteó alrededor de las 10 de la noche que los manifestantes habían logrado llegar a la autovía y que el tránsito estaba suspendido en dirección norte y sur. La ruta se reabrió una media hora después cuando la multitud regresó al centro.
Entusiastas estudiantes de secundaria marcharon a través del centro de San Francisco entre gritos de “No es mi presidente” y sosteniendo letreros haciendo un llamado a la expulsión de Trump.
Ondearon banderas arcoíris y mexicanas, mientras los viandantes de la ciudad fuertemente demócrata felicitaban a los manifestantes.
Por otra parte, los manifestantes cerraron por un corto espacio de tiempo autopistas interestatales en Minneapolis y Los Ángeles. En Filadelfia, disconformes reunidos cerca del Ayuntamiento mostraron pancartas que decían “No es nuestro Presidente”, “Trans contra Trump” y “EEUU seguro para todos”.
Alrededor de medio millar de personas protestó en Louisville, Kentucky, y en Baltimore varios cientos marcharon hacia el estadio donde los Ravens disputaban un juego de la NFL.
En medio de las protestas, Trump removió parte de su equipo responsable de preparar el nuevo gobierno, incorporando a tres de sus hijos.
Trump puso a su vicepresidente electo, Mike Pence, al mando del equipo de transición, y colocó en el selecto grupo a sus tres hijos adultos (Ivanka, Donald Jr. y Eric), además de un elenco de pesos pesados del Partido Republicano.
De esa forma, Trump removió de la conducción de ese equipo al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien ahora tiene un rol subalterno al de Pence.
El equipo de transición también lo integran el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, el ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich y el senador Jeff Sessions.
El Ku Klux Klan celebrará la victoria
La organización racista Ku Klux Klan (KKK) de Carolina del Norte convocó para diciembre un desfile para celebrar la victoria de Trump.
En su página web, los Leales Caballeros Blancos del KKK de Carolina del Norte llaman a desfilar el 3 de diciembre.
“La raza de Trump unió a mi gente”, añade la convocatoria, acompañada de una ilustración de Trump en contrapicado, que le da majestuosidad, con la leyenda “presidente de EEUU”.
De acuerdo con el diario local The News & Observer, los Leales Caballeros Blancos tienen su sede en Pelham, una pequeña localidad del norte del estado, en la frontera con Virginia.
En su web, los Leales Caballeros Blancos del KKK aseguran que no son un “grupo de odio”, sino que odian “algunas cosas que ciertos grupos hacen a nuestra raza y nuestra nación”.
“Nuestro objetivo es devolver América a la nación cristiana blanca”, escribe la organización. “Esto no significa que querramos que algo malo les suceda a las razas más oscuras. Simplemente queremos vivir separados de ellos”.
La candidatura de Trump recibió el apoyo oficial del KKK, un respaldo del que su campaña buscó desligarse.
El Ku Klux Klan es el nombre con el cual se identifican numerosas organizaciones de supremacistas blancos en EEUU. Justifican su homofobia, antisemitismo y racismo en los mandatos de la Biblia.
La agrupación nació tras la Guerra de Secesión, cuando se abolió la esclavitud, y marcó la historia estadounidense con sus frecuentes linchamientos a los negros del sur. La versión moderna ha sumado a su causa propósitos antiinmigrantes.
AP