El cultivo de pistacho alcanza ya a 3.000 hectáreas en la Argentina y el consumo creció en los últimos años en el mercado interno, impulsado en gran parte por hábitos de consumo más saludables y porque el país ya puede autoabastecerse e incluso exportarlo a Brasil y Europa.
El cultivo de pistacho en la Argentina es reciente, ya que las primeras plantaciones comenzaron a mediados de los 90 en la zona de Cuyo y los resultados se vieron recién en el nuevo milenio porque el árbol tarda siete años en dar frutos.
Hasta ese entonces, el pistacho que se consumía en el país provenía del exterior, fundamentalmente de Irán, primer productor y exportador mundial de pistacho.
Fue justamente en esas tierras, durante el reinado de Belghais de Saba, que el pistacho estaba reservado sólo a la realeza y a una minoría selecta.
Los grandes productores y exportadores actuales son el país persa y Estados Unidos, lo que generó roces comerciales, más allá de la cuestión del petróleo y las armas.
En la última cosecha, por ejemplo, Estados Unidos produjo 409.000 toneladas de pistacho gracias a excelentes condiciones climáticas que beneficiaron el cultivo.
Sin embargo, fueron también las condiciones meteorológicas de la campaña 2015/2016 las que le causaron importantes pérdidas, mientras que la de Irán, que este año cosechó 170.000 toneladas, le alcanzó para superar a su competidor.
La Argentina está muy lejos de esos números y es casi nula la posibilidad que su producción pueda llegar a esas magnitudes aunque, a menos de 20 años de los primeros cultivos, exportar a Brasil y Europa no está nada mal.
Marcelo Nimirovsky, propietario de Pistachos de Los Andes, comenzó esta "aventura" en 1998 a partir del programa de diferimientos impositivos, sistema que incentivaba a invertir en las economías regionales a cambio de (condonar deuda).
"Mercedes Díaz, propietaria de una bodega boutique, tiene una pequeña plantación en Mendoza"
"No sabíamos nada y los que decían que sabían no sabían tanto. De todas maneras nos pareció un desafío interesante", recuerda el empresario.
Su plantación está en Punta del Agua, San Juan, provincia cuyana que reúne las mejores características para el pistacho.
Nimirovsky tiene 95 hectáreas que producen y otras 75 plantadas nuevas que tardarán unos 5 años en dar fruto. Esta cantidad de hectáreas implantadas representa un nu número significativo porque le permite vender al mercado local y exportar a Brasil y países de Europa.
Sin embargo, no minimiza los riesgos que supone el pistacho y aconseja no olvidar que se trata de una inversión a muy largo plazo y de cosecha incierta a raíz de las condiciones climáticas. "Somos un mercado muy chico. Estados Unidos tiene cerca de 400.000 hectáreas plantadas y nosotros en la Argentina sólo 3.000", ejemplifica para dar dimensión de la diferencia.
A su vez, Mercedes Díaz propietaria de una bodega boutique, tiene una pequeña plantación en Mendoza, lo que le supone un desafío mayor ya que el clima allí es más frío que en la vecina San Juan.
El pistacho que le dan sus 7 hectáreas productivas lo vende a particulares y a distribuidoras que se van sumando a su lista de compradores, ya que "el consumo del producto en la argentina fue creciendo".
Si bien, en la Argentina el pistacho aún no es explotado en todas sus formas, la venta tuvo un crecimiento sostenido pese al precio que se termina en los negocios, que es 3,5 veces mayor al ingreso que recibe el productor.
Es que el kilo de pistacho con cáscara sale del productor a $ 180 el kilo con IVA incluido, mientras que en dietéticas, negocios de delicatesen y supermercados sale $ 500.
Charles, vendedor de Deli Market de Barrio Norte, aseguró que lo que más se venden son las bolsitas de maní tostado y pelado de 100 gramos que salen $ 9 pesos, contra los $ 50 del pistacho con cáscara.
Para Franco Savino, maestro heladero de Occo, una heladería porteña, el pistacho "es un gran producto" y el de Argentina es muy bueno.