El jardín maternal Manaslu se encuentra en la zona más vulnerable de El Borbollón (Las Heras). Pertenece a la ONG Cullum EPAIN y brinda contención a 250 niños de entre 45 días y 3 años; además de a 80 chicos de entre 6 y 13 años que asisten al lugar para recibir apoyo escolar de lunes a viernes.
Es algo más que un establecimiento educativo, ya que estos niños -al igual que sus padres y otros vecinos de la zona- reciben también todos los días el desayuno, el almuerzo y la merienda en el comedor del lugar, a punto de ser casi 1.000 personas las que pueden tener al menos una comida diaria.
El jardín es una de las 84 organizaciones sociales de la provincia que son asistidas por el Banco de Alimentos de Mendoza; y que incluyen a 31.500 personas. Si bien la cantidad de entidades es la misma que había el año pasado, creció la cantidad de vecinos asistidos. Es que en 2018 se ayudó con alimentos a 29.000 mendocinos. O sea, 2.500 personas menos que este año. Además, la presidenta del banco, Alejandra Goldsack, indicó que creció 30% la cantidad de alimentos "recuperado" este año.
Tanto a nivel nacional como a nivel provincial algunos legisladores han solicitado que se declare la "emergencia alimentaria". "Como entidad no nos mueve mucho la aguja la declaración de emergencia, pero quizás a la gente sí. Es algo de lo que no nos enteramos hasta dónde llega la ayuda a las asociaciones. La realidad es que faltan alimentos y hay lista de espera en los comedores. Pero en ningún lado está detallado lo que implica la emergencia alimentaria", destacó la referente.
"Está mala la situación, por lo que es más que bienvenida la ayuda", se sinceró a su turno Carina Maza (43), una de las vecinas del lugar.
Compromiso
"Desde el banco hacemos el rescate de alimentos aptos para consumo, pero no así para la comercialización. En Argentina se tiran toneladas de alimentos sin vencer aunque cercanos a la fecha de vencimiento o que tienen un defecto en el packaging. Venimos a ser como la salvación de esos alimentos", indicó Goldsack, quien destacó que cuentan con gran cantidad de certificaciones que garanticen que el alimento "rescatado" está en buen estado. En Mendoza la entidad recuperó en el último año 800.000 kilos de alimentos, lo que hace un promedio de 70 toneladas mensuales.
Los productos recuperados provienen de supermercados, de industrias y empresas. "La mayor parte de lo que se desperdicia, un 45%, son frutas y verduras. Por eso desde el banco también se promociona el consumo de estos alimentos. Se hacen programas de educación, de manipulación higiénica de alimentos y de alimentación saludable, siempre en los mismos lugares donde se distribuye", destacaron Goldsack y Lorena Troncoso, también integrante del banco.
Su staff tiene una base de 100 personas y es muy variable, teniendo en cuenta que constantemente se están sumando voluntarios para las distintas actividades. Entre ellos, los que ayudan con alimentos y los socios que aportan dinero, pero también quienes integran equipos de clasificación de alimentos -dos veces por semana participan entre 15 y 20 voluntarios-, quienes se encargan de los talleres y también personas que hacen el traslado de la comida.
Una gran campaña
Cada invierno, el Banco de Alimentos convoca a empresas mendocinas a juntar lentejas y arroz. El objetivo es llenar un plato abundante para cada una de las 31.500 personas que están siendo asistidas por las organizaciones. Al Jardín Manaslu llegaron ayer con 240 kilos de alimento que se repartió a 1.000 personas. Entre ellas estaban los chicos que asisten al lugar, sus padres y otros vecinos.
"Además del jardín y del Centro de Apoyo Escolar, funciona un comedor comunitario en el que comen 800 personas de lunes a viernes, a quienes se les da el desayuno y el almuerzo. A los chicos que vienen a un apoyo escolar se les da una merienda", detallaron Andrea Turco y Analía Giménez, maestras del establecimiento.
Además de la ayuda del banco, cuentan con asistencia de un programa nacional y otro provincial para entregar las raciones.
"Esto es más que un jardín, es una contención para toda la familia; en lo afectivo y también en lo material", destacó Natalí Farías, una de las madres auxiliares que colaboran en el jardín. Ellas se encargan de cocinar desde temprano y también de dictar los diferentes talleres.
Por lo general se les entrega a estas madres dos cajas con mercadería al mes a modo de retribución. Sin embargo, este año ha habido meses en que no pudieron llevarse ni una.
"Es fundamental la Emergencia Alimentaria. Porque un chico bien alimentado, es un chico que se puede educar bien", sintetizó.
“Se puso muy mala la situación”
Carina Maza (43) es ama de casa y vive en una humilde casa ubicada frente al jardín Manaslu junto a su esposo -desempleado- y sus siete hijos de entre 12 y 23 años. Entre semana pueden almorzar y desayunar gracias a las raciones que les entregan en el lugar.
"Desayunamos y almorzamos gracias a la ayuda del jardín, de lunes a viernes. Y a la noche tomamos un té, cuando podemos. Es muy jodido tirar todo el día con un sola comida", reflexionó la mujer, mientras acomodaba en su mesa un túper con arroz que acababa de acercar desde el comedor.
“Hace dos años vivimos acá, y hace un año se puso muy mala la situación. La mayoría de la gente que está acá está muy necesitada”, continuó.
La emergencia
A principios de setiembre, el senador Marcelo Romano (Protectora) presentó en la Legislatura de Mendoza un pedido "urgente" para que se declare la Emergencia Alimentaria en Mendoza (algo que se presentó también en el Congreso y con alcance nacional). La propuesta permitiría la reordenación de partidas presupuestarias para orientar la inversión pública al fortalecimiento de comedores y merenderos.