Crece la movida nocturna en la calle Juan B. Justo

Los comerciantes destacan que es más tranquila que la Arístides y con un perfil más joven y bohemio.

Crece la movida nocturna en la calle Juan B. Justo
Crece la movida nocturna en la calle Juan B. Justo

La noche "pinta" linda: no hacen más de 25 grados y los vasos de cerveza -las pintas- comienzan a circular en las mesas apostadas en las veredas y patios de la calle Juan B. Justo de Ciudad.

Desde hace un buen tiempo esta arteria que corre paralela a Arístides Villanueva viene teniendo un crecimiento gastronómico importante. A los locales de siempre, como La Flor de la Canela o Anna Bistró, se le ha sumado un rubro de moda: los patios cerveceros, cada uno con su toque distintivo, que hacen de la zona una alternativa para quienes quieren escapar de las muchedumbres de la Arístides.

Cerca del centro

Los comerciantes de la Juan B. Justo destacan que el principal punto a favor es la cercanía que tienen con el microcentro y el Parque San Martín, pero sobre todo porque son una buena opción cuando se quiere huir de los ruidos de otras zonas de esparcimiento.

“La gente que quiere salir opta por venir a la Juan B. Justo porque es menos ruidosa que la Arístides y no tiene que andar tanto en auto como cuando optan por Chacras. Nosotros también tenemos la ventaja de ser abiertos y de no tener estacionamiento medido”, dijo Pepe Montero, gerente comercial del patio cervecero Los Gulinis.

Este negocio abrió en abril de este año, intentando atraer a un amplio abanico de visitantes. “El sábado, sobre todo, vienen muchas familias y el viernes tenemos gente más joven. La idea, en realidad, es ser atractivos para el público adulto joven”, explicó Montero, quien agregó que también ofrecen coctelería.

A una cuadra, en Justo al Paso, se respira un ambiente relajado. La mayoría de los clientes están apostados en los grandes mesones que hay sobre la vereda y unos pocos prefieren resguardarse en el interior del local. Aquí la cerveza artesanal se huele en el ambiente.

“La idea era armar un bar al paso”, cuenta su dueño, Juan José Cuccia, en una banqueta frente al local. “Queremos que la gente tenga un espacio para charlar de cerveza, aquellos que son fabricantes para que puedan hablar de su fabricación”, agrega.

‘Juanjo’ dice que eligió la zona porque es más bohemia que otros sectores de la Ciudad, y además la Municipalidad no les cobra el uso de vereda, lo que incentiva a los pequeños locales como el suyo.

“Ojalá se convierta en el San Telmo mendocino”, dice esperanzado, agregando que su local es “multicanilla”, es decir que trabaja con diferentes marcas de cerveza artesanal con la condición de que hayan sido premiadas.

Vale destacar que el lugar tiene dos particularidades; por un lado, brinda la posibilidad de traer el growler o botellón para recargar con las cervezas del lugar; y además permite que los clientes traigan su propia comida o bien, que pidan delivery. “Somos delivery friendly”, indica Juanjo entre risas.

Siguiendo hacia arriba (rumbo a Boulogne Sur Mer) sobresale de una pared una vieja combi adaptada como foodtruck. Estamos en The Nook, cuya dueña es Carolina Colombi. “Somos más restó que bar”, se autodefine agregando que el local invita -o al menos esa es la intención- a turistas que vienen de hostels, a parejas y también a aquellos que buscan un lugar donde refugiarse después de salir de la oficina.

“Tratamos de ofrecer comida simple pero con combinaciones copadas. También la idea es que la gente acompañe con un rico trago, para tomar algo diferente a lo que habitualmente le ofrecen. Lo diferencial acá es lo gastronómico y la tranquilidad, lejos de ir a un lugar ‘explotado’ en la Arístides”, dice Colombi, quien restauró la combi que encontró en una chatarrera en Palmira.

También hay quejas

Algunos vecinos, acostumbrados al poco tránsito y al silencio, advierten que los ruidos se han incrementado durante la noche y que esperan que los controles municipales sean más frecuentes.

“No está bueno que todo el mundo esté en la puerta de mi casa a altas horas de la noche. Porque, como están las cosas, no sabés qué puede llegar a pasar”, dice Julia, que vive cerca de la esquina de Martínez de Rozas.

Otros, en tanto, remarcan que las parrillas instaladas en diferentes puntos de la Juan B. Justo hacen que constantemente haya olor a asado en el ambiente. “Tenemos que tener las ventanas cerradas durante toda la noche para que no se nos llene la casa de humo”, se quejó una vecina que prefirió no dar su nombre.

Claves

Más silenciosa. A diferencia de su "hermana mayor" la Arístides, Juan B. Justo permite huir del ruido y las aglomeraciones de gente.

Veredas sin costo. La Municipalidad no cobra a los locales el canon por el uso de la vereda con mesas y sillas.

Quejas vecinales. Algunos habitantes de las inmediaciones levantan la voz por el creciente movimiento nocturno en la zona.

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