Hay cuatro paredes blancas despojadas de toda ornamentación. El sitio es un oratario multiculto donde los deudos pueden velar unas horas a su ser querido. Una puerta corrediza de madera lustrada divide el ambiente. Y divide los últimos minutos en que el cuerpo que está siendo velado -si se trata de un fallecido reciente- tendrá aspecto humano. Adentro, una vez abierta la puerta corrediza, se ve un artefacto imponente de metal gris y con botones de varios colores al costado. Es de marca Incol y se trata de un horno crematorio. Por su puerta cuadrada de poco más de un metro por lado es por donde ingresará ese cuerpo que, en hora y media promedio después, saldrá convertido en cenizas.
Pablo Gassull (40), es licenciado en administración de empresas pero desde hace algunos años "me hice especialista en el tema mortuorio. De hecho, los primeros cremados acá fueron mis abuelos".
Con su padre está al frente de la cochería y crematorio Cipolletti, que queda sobre la calle Cipolletti, en Luján y es una de las tres compañías dedicadas al rubro en la provincia que cuenta con horno crematorio propio.
"En Mendoza y en todo el mundo la cremación crece a diario. Nosotros llegamos a tener 5 ó 6 servicios por día", dice el empresario y agrega: "Argentina es heterogénea en ese sentido y si nos enfocamos en los datos del Área Metropolitana de Buenos Aires, vemos que en el 2014 las cremaciones llegaron a ser del 50,3% de las defunciones mientras que en el 2017 alcanzaron el 54,3%. Hoy se estima un número cercano al 60 por ciento".
Esto deja en evidencia que en la actualidad, ya hay algunas zonas de la Argentina donde son una mayoría los fallecidos que se creman en comparación con los que se inhuman.
"En relación a Mendoza, las cantidades de cremaciones van en aumento aunque las cifras son menores a las que se registran en Buenos Aires. Acá, se estima que hay cerca de un 40% teniendo en cuenta las cantidades de cremaciones informadas por los crematorios en relación al total de fallecimientos registrados en la provincia".
Tendencia
La tendencia crematoria tiende a terminar con los viejos cementerios. Cada vez es más la gente que opta por reducir a la mínima expresión a sus seres queridos y llevarse las cenizas.
"El destino depende de los deudos; muchos se llevan el cofre a su casa, otros los dejan en las iglesias que cuentan con cinerarios y también están los que deciden esparcir las cenizas en un sitio que consideran especial para la persona fallecida" explica el empresario.
Un servicio estándar hoy tiene un costo de unos 7 mil pesos y es por eso también, porque el gasto es menor al de las inhumaciones tradicionales, que muchos comienzan a optar por elegir un servicio básico de este tipo.
Las cremaciones son casi tan viejas como el mundo. La Iglesia Católica las aprobó en el II Concilio Vaticano de 1963. La falta de espacios y el ahorro, pero también la comodidad, las creencias e incluso la ecología son los principales motivos que han llevado a que cada vez más personas se inclinen por el fuego a la hora de despedir a sus seres queridos.
El precio de incinerar a una persona es más barato que el de una inhumación. También menos complejo en cuanto al mantenimiento posterior. No existirá la necesidad de renovar nichos o tumbas con el paso del tiempo.
Subyace, igualmente, en muchas personas, la idea de que se está infligiendo un dolor al ser querido al mandar su cuerpo a algo con tan mala prensa como lo son los hornos crematorios. "Pero esa tendencia está claramente en baja", opina el empresario.
Verlo
Cipolletti es una de las pocas empresas crematorias que permite ver a los deudos el momento final del cuerpo.
“Les permitimos el último beso, el último adiós, antes de la cremación al lado del horno”, aporta Gassull.
La medida está en parte vinculada con alguna idea que recorre la cabeza de los familiares y que tiene que ver con la duda de si las cenizas que se entregan realmente son las de la persona fallecida y no otra cosa.
"Usted puede presenciar el proceso de la cremación y constatar, de ese modo, que recibe las cenizas de su ser querido", indica el aviso publicitario de la firma.
“De todos modos tomamos los recaudos. Se ve el cuerpo en el ataúd ecológico o bien en el ataúd de madera normal. Los dispositivos médicos metálicos (marcapasos, tornillos) deben ser retirados del cuerpo, ya que no serán quemados por el fuego”, detalla.
Fuego
En lo que sería un corten transversal del horno crematorio pirolítico sale a la luz que el cuerpo entra boca arriba y es una llamarada primaria que impacta en el pecho provocando 800 grados de temperatura, mientras que desde la espalda hacia arriba corre un aire primario; luego, desde el subsuelo del horno la llamarada "secundaria" lanza su lengua de fuego que corre a lo largo del cuerpo y que llega hasta los 1.300 grados, junto con la cámara terciaria que procesa los gases.
El procedimiento, para un cuerpo de contextura normal lleva entre una y dos horas (los más pequeños, obviamente, se consumen con más rapidez). En la parte inferior del horno, debajo de la puerta de acceso se coloca la caja para el retiro de las cenizas.
Las cenizas no son tales, ya que hay huesos que soportan la ferocidad del fuego, por lo que los restos óseos son llevados a una moledora donde van a adquirir su último aspecto: "Se los coloca en una bolsita de plástico transparente que a su vez se deposita en una urna con una plaqueta", agrega Gassull.
Planes crematorios
De mano con la tendencia mundial Cipolletti ha incorporado a sus servicios el lanzamiento de dos planes en los que alguien, con vida, tramita su cremación en vida.
"La persona firma lo que se conoce como un servicio de pre necesidad y en muchos casos lo hacen para no dejarles gastos ni problemas a sus deudos. Pagan de antemano su cremación". Por eso es que además del servicio estándar hay otro que, aunque más caro (unos $28.000), resulta también más completo y en el que la empresa se hace cargo de todo desde el momento del fallecimiento.
"Más despedida y menos velorio" es otro concepto de la firma. "Hace poco unas 200 personas vinieron a despedir a un artista fallecido. Incluso hubo una banda que tocó dos horas". El tiempo entre que el cuerpo entró al horno y que salió hecho polvo, guardado en un cofre y entregado a las manos de su esposa.
Cuánto cuesta una inhumación tradicional
La inhumación tradicional tiene en Mendoza un costo promedio inicial que ronda los 12 mil pesos, lo que incluye la gestión de los trámites, el traslado del cuerpo hasta una necrópolis y un ataúd estándar, sin el velatorio habitual. Pensar en una sala velatoria implica pensar en costos que arrancan entre los 25 y los 30 mil pesos y según los servicios que se agreguen y la calidad de los mismos, puede superar los 100 mil pesos.
Las parcelas en los cementerios parque pueden variar entre los 12.000 pesos hasta los 25 mil, especialmente si a la hora de abonar se elige hacerlo en cuotas.
Países “cremadores”
Japón 99%
Taiwán 93%
Hong Kong 92%
Suiza 87%
India 85