Estas plantas fueron creadas en Japón, no utilizan macetas y son ideales para aportar buena energía al hogar y a todos sus integrantes. Se trata de un arte floral relacionado con la filosofía zen.
Se utiliza una bola de musgo como maceta y, generalmente se trabaja de manera manual. Este musgo regula la humedad del ambiente, lo cual añade más beneficios de los pensados.
Hacerlo es sencillo, te contamos. Primero tenés que seleccionar una planta de interior. Esto es sumamente importante, ya que el musgo no debe recibir la luz del sol.
Luego, quitá la planta de la maceta y desnudá la raíz. Tomamos la cantidad de turba necesaria para el tamaño que queremos darle a la bola. Sirve cualquier tipo de tierra.
Se mezcla con agua y akadama (arcilla de bonsai) hasta crear una bola compacta y maleable.
Una vez que tenemos la consistencia apropiada, hacemos la misma bola con la raíz de la planta dentro, con cuidado de no dañarla.
Ya conseguida una bola consistente y con la planta bien establecida dentro, calculamos la cantidad de musgo que necesitamos, lo recortamos y cubrimos la bola con él. El proceso es similar al de envolver un regalo.
El último paso consiste en atar la bola de musgo. Hacer un nudo corredizo con el hilo, y así apretamos el musgo a la bola. Empezamos a darle vueltas buscando una buena sujeción y que estéticamente quede bonito.
Ahora que tenés tu kokedama, sólo queda mantenerla viva. El cuidado es el mismo de cualquier planta. La única diferencia es que, para mantener el musgo vivo, hay que humedecerlo pulverizando agua sobre él.
Para regar la kokedama hay que sumergir la bola en agua hasta el comienzo del tallo de la planta. El agua se filtra dentro y empiezan a salir burbujas, que es el aire que tenía. Una vez dejen de salir burbujas, sacá la kokedama y dejá que escurra.