Quizás fueron los 8 segundos de oscuridad -o no- más complejos en la vida deportiva de Cotón Reveco que, por primera vez, estuvo frente a la cuenta de protección de un árbitro.
Ver a Reveco caerse, padecer, sufrir un round y algo más, erigirse nuevamente y ganar empujado por un mundo de manos y voces técnicas desde todos los rincones, no es de todos los días.
Verlo exaltado festejar un triunfo descargando gritos como aquella primera vez que se coronó campeón mundial, no es lo habitual en él.
Toda esa euforia, dramatismo, emociones y alegrías en tan sólo unos pocos minutos, tuvo sus motivos en la octava defensa del campeón mosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), tras noquear al tailandés Yodmongkol Vor Saengthep, en el quinto capítulo de la pelea disputada en San Martín frente a un escaso margen de público, unas 700 personas.
Si hay algo que no faltó a la unificación de corona de Juan Carlos Reveco, fueron emociones. Una pelea épica para el boxeo mendocino que quedará en la memoria.
Absolutamente emotiva, principalmente en el segundo round, cuando el mendocino visitó por primera vez la lona en su carrera profesional y quedó sentado tras un cros de derecha del tailandés, que enmudeció al estadio.
Tenía por primera un árbitro (el venezolano Roberto Ramírez) dándole cuenta de protección y sin dudas, más allá de su entereza, lo despertó un estremecedor, “Dale Cotón, dale Cotón, dale campeón...” instantánea que surgió desde todos lados”.
Reveco se incorporó ,y a pesar de dar muchas ventajas defensivas, se repuso. Volvió a cobrar. El tailandés lo tenía en la mira, lo encontró en más de una ocasión en el mismo round, pero el malargüino aguantó y respondió.
Está claro que Reveco tiene que corregir mucho en lo defensivo porque, frente a un rival de mayor envergadura, no tendrá las mismas chances. Eso se vio largamente.
En el tercero Cotón frenó a Vor Saengthep con varios golpes al plexo y atrás, combinación a la cabeza. Pero el hombre de Ratchasima siguió complicando al mendocino y en el golpe por golpe se llevó la mejor parte.
Cotón es un boxeador de muchas cualidades técnicas y coraje, pero asombró con algo más valioso: se reinventó a sí mismo sobre la marcha y al 1’40” del quinto round amagó con la izquierda al hígado y metió la derecha de lleno al plexo y el tailandés se quedó sin argumentos.
Cotón ha atravesado diversas situaciones en su carrera profesional boxística, aunque quizás había una asignatura tácita pendiente en el ámbito local, y el viernes se recibió de ídolo.