En 2018, el precio del fosfato diamónico (fertilizante) subió 206%, el del glifosato (herbicida) 145% y el del combustible 72%. Como contraparte, el precio de los vinos tintos genéricos, considerando la inflación, cayó 46% y el de los blancos escurridos un 45%.
Los datos, que surgen de un informe de evolución de ingresos y costos del productor vitivinícola, elaborado por el Observatorio de Acovi (Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas), evidencia la coyuntura compleja que atraviesan los viñateros.
En el estudio se señala que si bien el total de los costos de producción se ha incrementado por debajo de la inflación, el impacto ha sido significativo debido a que cayeron los precios del producto y aumentó la carga impositiva. A eso añaden que no hay señales alentadoras de que esta situación se pueda revertir en el corto plazo, ya que el consumo interno está deprimido y existe un stock vínico importante.
Uno de los factores que se analiza es el precio del vino, tanto del tinto genérico como del blanco escurrido, que hoy es de $ 9,95 y de $ 5,92 el litro, respectivamente. Ambos están por debajo de las cifras de diciembre de 2017, cuando ascendían a $ 12,49 y a $ 7,32. Es decir que la caída ha sido de 20% y 19% en términos reales pero de 46% y 45% cuando se toma en consideración la inflación.
"Llevamos casi dos años con una inflación que han superado el 30% y precios que han retrocedido a niveles que no cubren los costos y por eso no son rentables", expresó Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este.
Atribuyó esto a que “tanto en el mercado interno como en el externo existe una gran concentración de la industria y que son unas 10 bodegas grandes las que comercializan los mayores volúmenes, mientras el resto se ubica a una gran distancia, por lo que los costos se fijan en función de esas empresas y no de las necesidades del productor”.
En cuanto a la inflación, desde el Observatorio de Acovi señalan que el costo de producción de un productor vitivinícola tipo se ha incrementado un 37% en 2018, cuando el Índice de Precios al Consumidor subió 47%. Ese aumento fue traccionado principalmente por el precio de los agroquímicos -que aumentó por efecto de la devaluación y porque subió el valor en dólares-, por el combustible y por la tarifa eléctrica (que subió 51% este año).
Al hacer una comparación de la participación de los tres principales insumos en el costo total de la producción, entre diciembre de 2017 y de 2018, se observa que la mano de obra cayó del 63% al 56% mientras que los agroquímicos treparon del 15% al 19% y el combustible del 14% al 16%.
El gerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas, Carlos Iannizzotto, explicó que desde esta entidad y de Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada) han presentado un proyecto de ley para que existan políticas impositivas y financieras diferenciadas, de acuerdo al ciclo agrícola.
Así, señaló que hoy, de cada $ 100 pesos de renta que tiene el productor, $ 60 van al Estado en concepto de impuestos. Además, agregó que las altas tasas de interés bloquean la posibilidad de tomar créditos para innovar e incorporar tecnología, lo que les permitiría reducir los costos de producción.
Asimismo, planteó que se necesita una política integral para favorecer las exportaciones de vino fraccionado, porque tiene mayor valor agregado (este año crecieron los envíos de granel), y que se deberían aplicar reintegros a las ventas en el exterior, como se hizo con la ganadería.