Una actuación sorprendente de su selección hizo que el planeta fútbol se fijara en Costa Rica, una pequeña nación sin ejército que reclama un lugar para su equipo de guerreros en el Mundial de Brasil 2014.
Poco reconocido en las competencias deportivas internacionales de alto nivel, el país centroamericano ha llamado la atención del mundo por otros motivos.
Como destino turístico, Costa Rica atrae cada año más de un millón de visitantes que llegan en busca de sus playas, bosques y volcanes. Y antes de la moda turística, la estabilidad política de esta democracia centenaria atrajo a suramericanos que huían de las dictaduras militares de los años 70 y 80, mientras recibía a centroamericanos que llegaban en busca de un refugio cuando sus países se debatían en guerras internas.
Si hay algo por el cual Costa Rica nunca había llamado mucho la atención es justamente el fútbol, de lejos el deporte más popular en el país pese a su escasez de laureles internacionales.
Más allá de los sueños
Sin grandes victorias fuera de Centroamérica, los ticos tienen la costumbre de apoyar equipos extranjeros: el que no es hincha de Argentina va con Brasil; el que no apoya al Barcelona es porque le va al Real Madrid. Así, la actuación de “la sele” en el Mundial de Brasil 2014 desbordó los sueños de los casi cinco millones de costarricenses, que en su gran mayoría auguraban derrotas frente a sus rivales del grupo D, llamado de la muerte, por tener a tres ex campeones mundiales: Uruguay, Italia e Inglaterra.
El cuadro dirigido por el colombiano Jorge Luis Pinto, contra todos los pronósticos, venció a Uruguay (3-1) y a Italia (1-0) y empató con Inglaterra (0-0), con lo que se adjudicó el primer lugar del grupo.
“A estas alturas yo me imaginaba que estaría apoyando a España o Italia y que Costa Rica estaría eliminada, pero ocurrió exactamente lo contrario”, reconoció Olman Campos, un taxista de San José apasionado por el fútbol.
Para el politólogo Jorge Vargas Cullel, director adjunto del programa universitario Estado de la Nación, el fútbol se vive en Costa Rica con la misma pasión que el resto de América Latina y es un factor de unidad nacional, más allá de las simpatías por equipos rivales, especialmente cuando juega la selección.
“Lo que distingue a Costa Rica es una historia de más de 60 años sin ejército, la estabilidad política, y una rica diversidad biológica amparada en una tradición de protección ambiental”, según Vargas.
“Tenemos en este país la innovación de no tener ejército durante tantos años, la tríada de estabilidad política y democrática, alto nivel de desarrollo social y renta media, junto con una rica biodiversidad. Eso encierra mucho de las singularidades de Costa Rica”, explicó el politólogo.
Fútbol por encima de todo
Aun así, los ticos reconocen que están lejos de ser la sal de la tierra, y se quejan del pésimo estado de sus carreteras, un aparato estatal ineficiente y deficiencias en servicios sociales básicos, como salud y educación públicas.
Pero por encima de las limitaciones, la selección de fútbol tiene en alza la autoestima de los ticos, entusiasmados con los comentarios elogiosos de analistas deportivos de todo el mundo por su actuación en el Mundial.
El entusiasmo por la "sele" contagió a la clase política. En el Congreso, el diputado socialcristiano Rafael Ortiz, un exdirigente de fútbol, propuso otorgarle al entrenador Pinto ciudadanía honorífica en reconocimiento a que "ha escrito la página más gloriosa del deporte nacional".
Su colega Paulina Ramírez propuso declarar el Día Nacional del Fútbol el 20 de junio, en conmemoración a la fecha en que, coincidentemente, Costa Rica avanzó a octavos de final tanto en Italia 90 como en Brasil 2014.
Para el analista político Jaime Ordóñez, los logros de la selección son el reflejo de una preparación que combinó disciplina y pasión.
"Pinto y sus jugadores han logrado hacer la feliz mezcla de estos dos factores. Primero, trabajo y una disciplina táctica envidiable. Y también el segundo ingrediente: pasión y hambre de triunfo", escribió Ordóñez en una columna en el diario local Extra.
Recordó el mote que la fanaticada le endilgó a su selección: “Pinto con huevos”, una referencia tanto al apellido del técnico como al desayuno típico costarricense, de gallo pinto (mezcla de arroz y frijoles) con huevos.
“En otras palabras, ¡mucho cerebro y muchos cojones!”, escribió Ordóñez.