Cortó la racha y se ilusiona con la Copa

Racing dejó atrás la sequía de 14 años sin ganar el clásico fuera de casa y quedó a un paso de la Libertadores. Se define el próximo domingo.

Cortó la racha y se ilusiona con la Copa

Dicen que el que pega primero, pega dos veces. Y Racing lo hizo. Primero Bou y luego Romero lastimaron a Independiente y le produjeron una dura derrota como local en el partido de ida de la final de la Liguilla Pre-Libertadores.

¿La Academia volverá a pegar en la revancha en el Cilindro o el Rojo podrá recuperarse y meter un golpe de nocaut? Ese partido será otra historia. En el jugado ayer en el Libertadores, el equipo dirigido por Diego Cocca fue contundente y se llevó una victoria resonante que trasciende esta instancia y la hace especial, histórica: hacía nada menos que 14 años que la Academia no ganaba el clásico en condición de visitante. Triunfazo.

Desde el arraque se vieron dos posturas contrapuestas. Por un lado, el Rojo presionando en bloque en la mitad de la cancha y cuando recuperaba la pelota intentaba avanzar tocando, con mucha gente volcada en ataque.

Por el otro, la visita buscaba el pelotazo a Bou para evitar la asfixia que le generaba el pressing rival y rechazaba cualquier intento de juego asociado para adelantarse en el campo.

Con el Diablo como dueño de la tenencia del balón y del protagonismo del partido, a la Academia le costaba horrores lograr alguna situación de peligro en el arco defendido por el Ruso Rodríguez.

En esa primera hora inicial, el equipo de Pellegrino no tuvo ninguna ocasión clara pero sí algunas aproximaciones importantes, como ese desborde de Vera por la derecha que terminó en un centro rasante que Gastón Díaz mandó al corner cuando por atrás aparecía Benítez para definir.

Esa supremacía del local no se vería traducida en el marcador por la falta de contundencia. Algo que le sobró a Racing para marcar la diferencia en el resultado. Bou recibió una pelota en soledad y se encargó de construir un golazo: eliminó a Toledo, le metió un caño a Cuesta y definió con maestría ante la salida del arquero. Así, en su primera situación de gol, en su primer tiro al arco, la Academia se ponía en ventaja.

Independiente sintió el impacto. Y bajó la guardia por un momento. Cuatro minutos después, a la salida de un tiro libre de Racing que pintaba para contra del Rojo, Acuña anticipó justo y la pelota cayó en los pies de Romero, que un ratito antes había pedido quedarse un poco más en el partido pese a tener un tobillo lastimado.

El paraguayo demostró su calidad en una baldosa: giró y casi sin recorrido de su pie izquierdo, sacó el remate a colocar, cruzado, que fue inatajable para Rodríguez.

Así, increíblemente, en dos jugadas, Racing estiraba la ventaja. 2 a 0. El partido se le hizo cuesta arriba al Rojo. En el entretiempo, Pellegrino buscó oxigenar con los cambios.

Aquino y Lucero ingresaron por el Cebolla Rodríguez (tocado) y Pisano. Pero a poco de arrancar la segunda parte, Independiente se quedó con 10 por una durísima plancha del Torito Rodríguez a Bou. Perfectamente expulsado, el volante dejó a su equipo, en un momento crítico, con uno menos.

Pese a la inferioridad numérica, el Rojo igual lo fue a buscar. Pero chocó varias veces con la firme defensa de Racing, que intentó que pasaran los minutos mientras apostaba a alguna contra vía la potencia de Bou. El delantero convirtió el tercero pero el árbitro, a instancias del línea, lo anuló correctamente por offside. Independiente tuvo alguna que otra ocasión para descontar pero se fue desinflando de a poco hasta el pitazo final.

El desquite será el próximo domingo en el Cilindro de Avellaneda con el arbitraje de Patricio Loustau.

Romero, entre los grandes héroes

A pesar de que todavía no se conoce el desenlace que tendrá esta serie, lo de Oscar Romero ya se podría tildar de heroico. El paraguayo se dobló su tobillo y quedó casi imposibilitado de caminar. Sin embargo, sabiendo que faltaba poco para terminar el primer tiempo, le hizo la seña al banco de que lo mantuvieran un poquito más en cancha.

Cocca lo autorizó y el volante le contestó clavando el 2-0. Recibió parado, la frenó con la derecha y remató con la zurda, sin moverse de su posición, para sentenciar un verdadero golazo.

Y lo gritó con alma y vida. Como si fuera el gol más importante de su carrera. El volante viene defendiendo con grandes actuaciones su titularidad y ayer dio otra prueba de sus condiciones.

“Me duele mucho pero por suerte pude convertir. Cuando recibí traté de patear rápido al arco”, explicó Romero apenas finalizado el primer tiempo, mientras caminaba rengueando hacia el vestuario visitante. Sería un esguince de tobillo.

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