Cortes de 2da, vedettes en la carnicería

Como consecuencia de los aumentos, los negocios observan un cambio en las compras. Los que no quieren resignar calidad optan por llevar menos cantidad, mientras que quienes tienen menos recursos se inclinan por los derivados y los huesos.

Cortes de 2da, vedettes en la carnicería

Los reiterados aumentos que ha sufrido la carne han llevado a los comensales a realizar cambios en el patrón de consumo. Aunque estos tendrán diferentes características según el sector socioeconómico, en las carnicerías se observa una migración desde las blandas de primera a las blandas de segunda. Asimismo, quienes ya estaban consumiendo estas últimas se han volcado a los huesos como el cogote o la cola, el hígado o el mondongo, que pueden costar un tercio de la blanda.

Otra particularidad es el aumento en todos los niveles de la molida, será especial en aquellos sectores que puedan darse “el gusto” y en la mayoría de los casos simplemente la común. Los carniceros aseguran que por estos días es lo que más se vende, un fenómeno que se produce cada vez que hay dificultades económicas.

Lorena, encargada de El Abasto Argentino, contó que clientes habituales del local que siempre llevaban productos de primera se pasaron a los de segunda y ése fue el primer cambio. En  tanto desde febrero, se observa una nueva retracción y muchos están optando por alternativas mucho más baratas aún.

Es que explicaron que desde octubre se vienen produciendo aumentos y esto ha afectado de manera notoria las ventas. “Entre octubre y diciembre aumentó cuatro veces”, dijo Lorena. En febrero a raíz de la movilidad que sufrió el dólar los precios volvieron a sufrir el impacto mientras que ayer habían sido nuevamente modificados.

Las carnes de primera como el peceto, el filet, el lomo o la nalga pasaron de costar 54 a 65 pesos. En tanto las blandas de segunda como la paleta, el asado ruso o la bola de lomo pasó de 45 a 53 pesos.

De todas formas, un fenómeno que se observa es el acortamiento en la brecha de sus costos. Según explicó Oscar Albino, encargado de la casa central de Carnes Rizzo “la diferencia de precio entre los cortes se achica por falta de consumo, se trata de un producto perecedero y al no venderse tenés que rebajarlo o mandarlo a la molida”. En sus negocios, la carne de primera cuesta 72 pesos mientras que la de segunda asciende a 68.50. “En este momento hay que sacrificar la rentabilidad por los gastos fijos inmediatos”, señaló.

Por otra parte, tuvo en cuenta otra variable propia de este mes: “Por el inicio de clases todo va a parar a escolaridad para lo que me decían que se necesitan más o menos 500 pesos por chico, entonces la gente se ajusta”.

Jorge, de una carnicería de calle Patricias Mendocinas de Ciudad, indicó que la disminución más notoria se ha apreciado en el peceto y el filet mientras que la gente se ha volcado más a la paleta y sus derivados como bollo de paleta que puede usarse para milanesas o bifes y la tapa de paleta que se usa para asado.

Además, subió mucho la demanda de derivados como el mondongo (12 a 15 pesos) y el corazón (23 pesos).

Otra realidad

En aquellas carnicerías ubicadas en barrios o zonas de mejor poder adquisitivo observan que los consumidores no cambian los cortes, pero si reducen la cantidad de lo que adquieren. “Si antes compraban un kilo de milanesas de nalga ahora compran dos para cada miembro de la familia y quizás sean 800 gramos”, contó Walter, de Ke Karne en el mercado Central.

Aclaró que trabajan con un segmento de gente que tiene un bolsillo más holgado y aunque los precios no sean los más baratos priorizan la calidad. En este contexto han notado una disminución en las ventas de 30 por ciento los últimos meses.

Aquí, la blanda de segunda se consigue a 70 pesos mientras que la de primera, a 110.

Juan Salas, uno de los compradores comentó que él pese a los precios sigue comiendo carne. “El aumento se nota más en limpieza, lácteos y fiambres y comparado con eso (este producto) no ha aumentado tanto”, consideró.

Escenario

A nivel macro, se observa una tendencia a la baja en el consumo en lo que va del  año. Así lo destacó  Carlos Parrella Furlán, productor ganadero de la provincia y propietario de la firma Don Enrique. “En general, se consumían 60 kilos por persona anualmente y el año pasado aumentó a 71 kilos; ahora se aprecia una tendencia a la baja, y se está en 63 kilos por persona anuales; eso se debe directamente al precio. Se venden menos los cortes caros como la blanda de primera”, especificó. No obstante, añadió que la gente no se vuelca más al consumo de cerdo.

Desde su punto de vista, el gobierno debería tomar nota y proponer a los productores ganaderos de la Argentina “la creación de un mercado interno y uno externo” porque eso daría la posibilidad de colocar los cortes caros que se vienen perdiendo en el mercado internacional para que los argentinos puedan seguir consumiendo carne de calidad. la mayor oferta bajaría la demanda y por ende, los precios. “Se debe producir más, pero para eso se debe dar un marco de seguridad, controles no subsidios”, afirmó.

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