Corre y ayuda con la bendición del Papa

Sebastián Armenault, el ultramaratonista solidario, tuvo un 2016 de ensueño que incluyó una frase de Su Santidad que lo cautivó. “Argentino, este es tu camino”, le dijo. Ahora se prepara para subir al Aconcagua en febrero.

Corre y ayuda con  la bendición del Papa

“Argentino, éste es tu camino”. Sebastián Armenault guarda esa frase del Papa Francisco en lo más profundo de su corazón, como una especie de bendición que ratifica su proyecto solidario. Fue el 1ero.. de junio cuando, en la Plaza San Pedro, este ultramaratonista de 47 años pudo tener un encuentro “muy fuerte y especial” con Su Santidad.

“No sabía qué esperar, pero pude decirle que venía de recorrer el camino de Santiago de Compostela, que haber corrido 914 kilómetros durante 26 días había generado muchas donaciones y que le quería entregar mi libro sellado en cada pueblo que había visitado. El Papa se sorprendió, leyó el título ‘Superarse es Ganar’, me felicitó por el mensaje y en el final me dijo esa frase que me conmovió… . Nos abrazamos, no pude contener las lágrimas”, recuerda Armenault, quien aprovechó para entregarle una bolsa con 500 fotos de personas que necesitaban ayuda.

Fue un encuentro tan impactante como la historia de este ex rugbier que trabajaba como director comercial hasta que, hace 7 años (a los 40), descubrió el running y cambió radicalmente su vida. Al año, de comenzar, ya corría 42 kilómetros, pero no sin antes atravesar sus miedos.

“Cuando iba para mi primer maratón me asusté mucho, volví a casa y agarré 50 pesos… . Mis compañeros creyeron que era para las bebidas, pero en realidad los agarré porque pensé que iba tener que tomarme un taxi...”, revela hoy. Darse cuenta de que podía superarse lo motivó a ir por distancias inimaginables.

Entre sus hitos figuran los 190 km en el Himalaya-India y Nepal, los 330 de la Transalpina que atraviesan 4 países, los 50 del Polo Sur ( a 32° bajo cero), los 250 del Desierto del Sahara (55° de calor), los 250 en el Amazonas para los que tuvo que darse 12 vacunas y los 42 en una mina de Alemania ubicada a 850 metros bajo tierra.

“La clave para correr esas distancias, en esas condiciones, pasa por la cabeza, no tanto por el físico. Previo a cada una me hago un machete mental de situaciones felices y, cuando veo que no puedo más, recurro a eso. Y así sacó de mi cabeza lo que sea dolor, cansancio, calor o sed”, explica.

Como aquella vez en el desierto de Omán, cuando hizo el click de su vida. “Iba a mitad del trayecto cuando paré. No daba más, me dolía todo, en medio del desierto. Pensé en abandonar, pero algo en mi interior me dijo que tenía que seguir. Completé la carrera y cuando volví a Buenos Aires, le avisé a la empresa que renunciaba... Supe que quería cambiar mi vida y dedicarme a cumplir estos sueños”, explica quien hace todo con el entrenamiento de una persona normal (cuatro veces por semana). “La idea es demostrar que no tenés que ser un profesional para lograrlo”, dice.

Lo mágico de su caso es que no le importan los tiempos ni los triunfos. “De hecho en la mayoría de la carreras salgo último”, cuenta y asegura que gana de otra manera.

“El  que triunfó en el Sahara se llevó 5.000 dólares en premios y yo, que salí 793°, junté 50.000 para donaciones. ¿Quién ganó entonces?”, reflexiona.

Su “victoria” es sumar kilómetros porque con cada uno que alcanza, las empresas que lo auspician hacen donaciones a los lugares que Sebastián elige. Hoy su proyecto solidario lleva más de 24.000 kilómetros recorridos y 4.500.000 de pesos en regalos.

Su objetivo, además, es dejar un mensaje inspirador. ‘Superarse es Ganar’ es su lema. Así se llama su libro y la charla que ya dio en 15 países.

Con la empresa de construcción Weber Saint Gobain, por caso, lleva una alianza de seis años que incluye, entre otras cosas, levantar el comedor Jardín de Dios (para 60 personas) en José C. Paz.

“Que me ayuden en este sueño es algo mágico. Ojalá hubiera más empresas así, sobre todo cuando no sos un deportista consagrado que gana medallas... Weber entendió que mi idea es trascender por el mensaje, no por los triunfos”, cuenta otro de los miembros que tiene el programa Huella Weber que incluye a varios embajadores top.

Armenault completó un año de ensueño que incluyó la creación de una carrera familiar llamada “1 Kilómetro, 1 Sonrisa”, que ya organizó en diversas ciudades con el mismo fin solidario y el 22 de enero repetirá en Miramar con el objetivo de comprar un desfibrilador para el balneario.

Para 2017 tiene planes ambiciosos como subir el Aconcagua en febrero y correr los 180 km de Madagascar, en junio. Sebastián ya no tiene dudas cuál es su camino. El que le ratificó Francisco.

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