"Llega la nueva película de Nicolas Cage”, es lo que suele decirse cuando se tracciona un producto cinematográfico con una estrella de esta talla. En este caso el film en cuestión se titula “Contrarreloj” y es una nueva aventura de acción donde Cage vuelve a ser dirigido por Simon West, un artesano con el que el actor ya había hecho un pleno en 1997 trabajando en “Con air, riesgo en el aire”.
Nicolas Cage: ¿qué puede decirse de un tipo como él? Alguien que se compró el Lamborghini que antes le perteneció al Sha de Irán, Ali Reza Pahlevi. Alguien que le propuso matrimonio a su primera esposa (ya lleva tres) el mismo día que la conoció. Alguien que, para experimentar la furia que necesita para armar el personaje de un gángster, destruyó el puesto de un vendedor en plena calle, para aprender de su enojo. Alguien que entrena ju jitsu brasileño con Roy Gracie, una leyenda de las artes marciales mixtas, protagonista emérito en ligas como la MMA y la UFC. Alguien que vivía en un castillo replicado en los Estados Unidos, cuyo original pensaba en exportar pieza por pieza.
Nicolas Cage es una bestia. Un demente millonario, talentoso y obsesivo, una atracción fuera de la pantalla y por supuesto dentro de ella, con la estatura de las figuras que surgen de las guitarras de AC/DC, que suelen aparecer tras algunas películas como las que él hace, por ejemplo, en tiempos recientes, ya sean “Ghost Rider: Espíritu de venganza”, “Infierno al volante”, “Fuera de la ley” o “Un maldito policía en Nueva Orleans”.
La chica del baúl
“Contrarreloj” (“Stolen”, “Robado”, en el original) es la historia de un rescate desesperado. Will Montgomery ha salido de la cárcel cuando comienza a rodar la cosa. Estuvo preso por una traición y, para colmo, la venganza sigue después de haber arreglado las cuentas con la ley.
Sus ex compinches delincuentes piensan que escondió el botín antes de ir tras las rejas y, para obligarlo a decir la verdad, le secuestran a la hija y le dan 12 horas para aparecer con el dinero.
La chica está dentro del baúl insonorizado de un taxi, en mitad de los ruidosos festejos del Mardi Gras (Carnaval) en Nueva Orleans. Hay una posibilidad entre miles de encontrarla allí. Tan pocas como las que tiene Montgomery de hacerse con 10 millones de dólares en medio día, pues la pura verdad es que él no tiene ningún tesoro escondido.
“Técnicamente, se trata de una película sobre un gran golpe -dice Simon West, el director-, aunque en realidad es un film de relaciones, sobre los personajes y la interacción entre ellos, aunque tiene toda la espectacularidad y la emoción propias de una cinta de acción”.
“La historia trata esencialmente del amor de un padre por su hija”, aporta con más precisión Cage, abriendo la puerta a la mirada diferente que una estrella puede tener acerca de estas superproducciones.
Justamente uno de los productores, René Bresson, dice: “La mayoría de las películas sobre un gran golpe tienden a enfrascarse en la compleja dinámica de la trama, se obsesionan con los giros y vueltas, las traiciones y maquinaciones. Lo que esta película tiene, y de lo que carecen la mayoría de las de su tipo, es corazón”.
Y luego agrega: “Lo más importante en un thriller es su villano. Pasamos mucho tiempo buscando un villano inteligente, frío y calculador, y lo encontramos en Josh Lucas. Creo que van a quedar todos enormemente sorprendidos con lo que es capaz de hacer ese actor en esta película”.
Josh Lucas es un arriesgado actor que recibió 16 puntos luego de ser golpeado en el ojo con una lámpara sumergible por Kurt Russell en el rodaje de “Poseidón”, también talentoso, que ha sido convocado a trabajar con varios grandes de Hollywood, y al que le gustan los papeles complejos. En “Contrarreloj” es Vincent, un malviviente que atraviesa el límite de la locura en medio de su maldad, lo cual le demandó recorrer como actor un gran abanico de sensaciones y emociones.
Mil riesgos
¿Y Nic? Él también toma los desafíos. Para “Contrarreloj” hizo varias escenas de manejo peligroso de vehículos en persona. Es consciente de que cuando las estrellas se comprometen con estas escenas los directores pueden hacer tomas más cercanas, donde se los puede identificar claramente, y esto le suma adrenalina al público, que se preocupa un poco más por la suerte de los personajes y, por qué no, de los actores.
Cage reconoce que no es para nada un profesional del volante, pero en cambio sabe que después de tantos años con el acelerador a fondo, estrellándose, dando tumbos y volando sobre cuatro ruedas, tiene algo de experiencia en el asunto.