Seguramente el día de hoy nos encuentra preocupados y en estado de alerta por temor a esta pandemia que enfrenta el mundo entero. Todo lo que leemos, vemos o escuchamos trata el mismo tema, la enfermedad imparable, la cantidad de infectados y fallecidos, las curvas de crecimiento, etc. Por lo que es natural que nos sintamos amenazados, ya que sin dudas estamos frente a un antes y un después en el destino de la humanidad toda. Este nuevo desafío en forma de virus viene no sólo por nuestras vidas, sino por nuestros valores, nuestras convicciones y creencias, por nuestro trabajo y sustento diario, nuestra identidad como sociedad y tal vez, lo que es peor, por acabar con años de conquistas sociales y justas, como nuestro sistema de salud pública.-
En el año 1946, Argentina (aunque parezca mentira) no contaba con un organismo estatal que velara por la salud de la población, es decir, no existía ni el concepto de salud pública. Es allí cuando primeramente, bajo el gobierno de Perón, se crea la Secretaría de Salud (23/05/1946) para luego en 1949, en oportunidad de sancionarse una nueva Constitución nacional, se establece en su Art. 37 que “El cuidado de la salud física y moral de los individuos debe ser una preocupación primordial y constante de la sociedad, a la que corresponde velar para que el régimen de trabajo reúna requisitos adecuados de higiene y seguridad…”; disponiéndose así la creación del Ministerio de Salud, bajo la conducción del Dr. Ramón Carrillo.-
Hoy sabemos que la situación no sólo es difícil desde el plano sanitario, sino social y económico, en momentos en que nuestro país intenta, a la vez, hacer frente a una crisis económica sin precedentes. Sin embargo, no todo es desalentador. Decir que luego de toda tormenta viene la calma y la paz parece hoy una utopía, pero confiamos en que vendrá. ¿Y de dónde surge nuestra esperanza? Tal vez porque sea el momento de volver a nuestros orígenes y a aquellos ideales y pensamientos que tanto resultado le dieron a nuestra Nación. Tal vez porque como en aquellas décadas del ‘40 y ‘50, sea el momento de releer a pensadores como Jacques Maritain y su concepción filosófica de la política (Humanismo Integral) coincidente con la “tercera posición” adoptada por Perón. Es decir, en este tiempo de crisis en que vemos el fracaso del modelo llamado “globalización” (léase control y apropiación de la producción mundial) por su aplicación obediente a los intereses de los países más poderosos, en torno ya sea al comunismo o al capitalismo, resulta preponderante y urgente volver a conceptos expresados por Maritain como el “bien común” por sobre los intereses individuales.-
Así pues, en esta pandemia por Covid-19 y tal vez a contramano del resto del mundo, se ha priorizado en nuestro país el bienestar de las personas por sobre cualquier otra variable, económica o productiva, sabiendo que sin personas no hay Nación. Nuestro Presidente, aún sin esperarlo ni contar con mayor experiencia que el resto de los gobernantes del mundo, decidió hacerle frente a esta pandemia con la única vacuna existente hoy en día, el aislamiento social, pero sin descuidar las necesidades primarias de la población, especialmente de la más vulnerable. El nuevo Ministerio de Salud ha redoblado los esfuerzos y la inversión (no gasto) en proteger el bien común de nuestro pueblo, porque todos y cada uno importa.
Hoy la salud no se negocia, ni se propone un “ahorro” o reducción, sino todo lo contrario.-
Por eso es crucial replantearse en este momento la necesidad de continuar fortaleciendo el Estado para poder llevar adelante políticas que reflejen lo mejor de nuestra humanidad. Hacer actual la idea de Maritain al decir que “… el objeto de la política es una estructura buena y armoniosa del todo social; un estado de justicia, amistad y prosperidad que facilite a cada persona el cumplimiento de su destino”. Sin dudas, en plena concordancia con la interpretación realizada por Perón al hablar de que “nadie puede realizarse en una comunidad que no se realiza”. Porque entre los nuevos paradigmas y desafíos estará la “tercera posición”, a través de un sistema de trabajo y distribución de los recursos más igualitario y justo, o en palabras del propio Presidente Alberto Fernández: “… será la nueva misión llenar la política de un contenido ético que tenga más que ver con la esencia del ser humano”.-