Coronavirus: ¿Por qué Italia es el país más contaminado de Europa?

No hay ningún dato que justifique el dramático primer puesto. Nunca hallaron al paciente cero.

Coronavirus: ¿Por qué Italia es el país más contaminado de Europa?
Coronavirus: ¿Por qué Italia es el país más contaminado de Europa?

Italia en pocos días tuvo una rápida expansión del coronavirus. Pero ¿cómo se explica esto, por qué es el país más contaminado en Europa?. En pocos días más llegará a diez mil contagiados y a mil muertos por esta epidemia.

La respuesta es muy difícil porque no hay ningún dato característico que justifique este primado, pese a que los científicos han elaborado planos y curvas de todo tipo para trazar la evolución de la peste que viene de China, según Clarín.

Como primera incógnita tenemos el escenario del brote. Italia tiene un norte próspero con un nivel de vida que se compara con Alemania. Y un sur con todos los males del subdesarrollo. Sin embargo repentinamente la epidemia estalló en el corazón productivo italiano, donde se encuentra la gran metrópoli que muchos consideran la capital moral del país: Milán, capital de Lombardía, la región más grande y rica de la itálica península, con los más altos niveles culturales y económicos, el mejor sistema sanitario.

Son las hipótesis contingentes las que brindan explicaciones de lo que está ocurriendo. La primera es que el coronavirus había llegado en enero, no se sabe cómo al sur de Lombardía, en la provincia de Lodi y nadie lo detectó. No se conoce hasta hoy el llamado Paciente Cero que los estudiosos consideran esencial para seguir el origen y desarrollo de una epidemia.

Se conoce, eso sí, al Paciente Uno, conocido solo por su nombre: Matti. Es un manager de la compañía Unilever, de 38 años, deportista, casado con una "ragazza" que está por tener su primer hijo y que también ha sido contagiada.

Matti es hoy una buena noticia porque tras estar al borde de la muerte desde comienzos de febrero, este fin de semana comenzó a respirar autónomamente y salió del sector de cuidados intensivos.

Matti se sintió enfermo y fue al hospital de Codogno, que visitó dos días contagiando a todos los que visitaban el sector de Primeros Auxilios, hasta que le decretaron una pulmonía. Después sospecharon algo más y descubrieron que era portador del coronavirus. Pero era tarde: el hospital de Codogno, provincia de Lodi, sur de Lombardía, se había convertido en una bomba.

Desde allí partió la contaminación a la carrera. El 21 de febrero se registraron tres casos. A partir de entonces la epidemia se desparramó por la región, pero también alcanzó la frontera sur con la Emilia Romana y al Este la región del Véneto. Ambas se convirtieron en los focos secundarios de la emisión del contagio hasta hoy.

Un sistema muy bueno de hospitales sustenta el Sistema Sanitario Nacional, que en las regiones del norte alcanza buenos niveles de eficacia. Pero la embestida de la epidemia ha hecho trastabillar la sanidad pública italiana y obligado a la sanidad privada a ofrecer su colaboración.

El secreto es que en los últimos diez años el castigo sufrido por el Sistema Sanitario Nacional, supera los 37 mil millones de euros, sustraídos por reiterados anuncios de ahorros de los gobiernos que se sucedieron. En el mismo lapso se han perdido 42.800 operadores de todos los niveles y el nivel de camas ha bajado de 3,9 al 3,2, contra una media europea que bajó en la misma década de 5,7 a 5.

La pestilencia encontró en parte cancha libre en esta pérdida de recursos del Sistema Sanitario, que en los últimos días comienza a colapsar ante el aumento vertiginoso de los enfermos hospitalizados y la escasez de camas en el crítico sector de cuidados intensivos.

El ¿por qué? a nivel nacional se re-propone para preguntarse que pasará ahora, cuando el gobierno ha debido este fin de semana declarar a Italia un único espacio que contiene 60 millones de habitantes en cuarentena.

Una de las hipótesis que analizaron la rápida expansión de la epidemia en la Lombardía y el norte italiano, sostiene que la clave de la lucha contra el coronavirus, el aislamiento social para lograr contener el contagio de un virus que no se puede curar, no ha funcionado bien porque hay mucho movimiento de gente. El norte productivo y rico es movedizo y sirve de caldo de cultivo al contagio.

Detener a los italianos es el único remedio que el gobierno del premier Giusseppe Conte encuentra frente al peligro de nuevos brotes desastrosos de la epidemia. "Yo me quedo en casa" es el lema de la cuarentena nacional. De Milán, el miedo mayor viaja ahora a Roma. La legendaria capital del Imperio Romano tiene también un movimiento humano impresionante, agrandado por la presencia del Vaticano, al que acuden millones de peregrinos y turistas.

Pero el desarrollo de la contaminación puede facilitar focos infecciosos en otras zonas italianas del sur muy pobladas, como las que tienen como centro a Nápoles o a Palermo, la capital de Sicilia.

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