Entre los espacios más fotografiados por los turistas de la ciudad de Mendoza se encuentran, sin dudas, los Portones del Parque, el Cerro de la Gloria, la Peatonal, La Plaza Independencia y dentro de ella, el Escudo de la Provincia, de noche enormemente iluminado, que llama la atracción de aquellos que nos visitan.
No saben, los que aprietan el disparador de sus máquinas fotográficas o sus teléfonos, que están frente a un ejemplar único dentro de los escudos de nuestra nación. Porque en apariencias, en su forma total, es muy parecido al escudo de nuestro país pero tiene un detalle que lo diferencia y lo hace atractivo: dos cuernos de la abundancia al pie. Es la oferta de lo que se llama cornucopia.
La palabra cornucopia proviene de los vocablos latinos “cornu” que, obviamente, significa cuerno y “copia” que significa abundancia. Es un símbolo de prosperidad, de progreso, de generosidad de la tierra que representa, que ha llegado hasta nosotros a través de la simbología usada en el siglo V antes de nuestra era.
En la mitología griega, la cabra Amaltea crio con su leche a Zeus. De niño, mientras jugaba con uno de sus rayos, Zeus rompió -sin querer- uno de los cuernos de la cabra. Para compensar a Amaltea, al cuerno roto le confirió poder para que, a quien lo poseyera, se le concediese todo lo que deseaba.
De ahí surgió la leyenda de la cornucopia. No obstante, hay una posible variante de este origen de la cornucopia, ya que en el mito de Heracles se cuenta cómo este luchó contra el dios-río Aqueloo por la mano de Deyanira. Además de vencerlo, rompió uno de sus cuernos ya que el dios-río tenía la capacidad de metamorfosis y se había convertido en toro. Aqueloo se rindió pero le pidió a Heracles que le devolviese su cuerno y a cambio le daría uno de la cabra Amaltea, del cual no dejaban de brotar flores y frutos.
Otras versiones del mito explican que Heracles se quedó con el cuerno del dios-río y que posteriormente las náyades (las ninfas de los cuerpos de agua dulce) lo recogieron y lo llenaron con todo tipo de vegetales y flores. Las representaciones originales eran del cuerno de la cabra lleno de frutas y flores. A varias deidades, especialmente a la diosa Fortuna, se les representaba con el cuerno de la abundancia.
Son varios los escudos de distintas regiones que incluyen la cornucopia en su diseño, tal vez con la intención de que su prodigalidad se cumpla, más que la representación de una realidad.
Las representaciones modernas muestran a la cornucopia como un cono curvo, hueco y sin fondo, típicamente relleno con diversos tipos de flores y frutas.
Lo usa el escudo de Colombia, por ejemplo, donde aparecen dos cornucopias, una abarrotada de frutos y la otra llena de monedas de oro. También usa el símbolo el escudo de Panamá, también derramando monedas doradas. Honduras también tiene dos cuernos de la abundancia casi en la cúspide de su escudo, lo mismo ocurre con el de Venezuela.
Mendoza tiene dos (aunque en algunas producciones aparece uno), y eso duplica la oferta de bienestar de la provincia. La pregunta que quedaría por hacernos es: ¿reflejan realmente lo que ocurre en Mendoza esos dos cuernos de la abundancia?
Y mire, compadre, la mano está más dura que la de Robocop, y lo que implica abundancia, abundancia en serio, puede darse en uvas, pero no sé si en bienestar, teniendo en cuenta el nivel de pobreza de la provincia. Tal vez sea una contradicción o tal vez una expresión de deseo. Lo tomo como esto último y expreso el mío: ojalá llegue el día en que todos puedan decir: “Mirá esas cornucopias del escudo. ¡Qué bien puestas! Es lo que en realidad ofrece esta provincia”.