Tras la Batalla de Tolosa España cayó bajo el dominio francés. Sólo quedaron pequeños focos de resistencia. El jueves 17 de mayo de 1810 esta noticia llegó a Buenos Aires, generando un verdadero revuelo. ¿Qué pasaría con América si la metrópoli europea estaba ahora en manos de Napoleón?
Un grupo de criollos tomó cartas en el asunto y buscó a Cornelio Saavedra. Debido a que durante las invasiones inglesas nació una suerte de milicias que respondían a su mando. Sin don Cornelio nada podían hacer. El militar, nacido un día como hoy de 1759, dio alas a las pretensiones del grupo. "Señores -les señaló-, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder una sola hora". Con esas palabras comenzó una revolución que sin él no hubiese sido posible.
Gracias a unas breves memorias pertenecientes a Saavedra conocemos sus impresiones sobre diversos hechos y la relación que mantuvo con sus pares revolucionarios. Sobre el memorable 25 de mayo escribió: "Hicimos un formal abandono de nuestras vidas, de nuestras familias e intereses, arrostrando los riesgos a que con aquel hecho quedamos expuestos. Nosotros solos, sin precedente (...) confiados en nuestras propias fuerzas y su bien acreditado valor y en la misma justicia de la causa de la libertad americana. (...) Nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra".
Poco después de conformar el primer gobierno patrio, se produjo una división entre los partidarios de Cornelio y los seguidores de Mariano Moreno. Sobre aquella etapa refiere: "Lo más de los días se traían a la Junta listas de hombres que se decían eran contrarios a la causa y al gobierno, solicitando su destierro o separación de esta ciudad y aún de la provincia. Como ellas eran apoyadas por algunos individuos de la misma Junta, al principio surtieron los efectos que los delatores se habían propuesto; más eran tan repetidas estas listas que ya no me fue posible dejar de manifestarme contrario a su ejecución. No se sabía quiénes eran los delatores, no se probaba ni acreditaba con hechos, ni documentos (...)".
La situación era compleja. El coronel logró imponerse a la facción morenista y éste terminó viajando hacia Inglaterra, ausencia en que halló la muerte. En sus escritos Saavedra no disimuló el odio que sintió hacia Moreno llamándolo "monstruoso joven". Es descabellado afirmar que lo hizo envenenar. La salud del "Numen de Mayo" era muy frágil y ya se había librado de él.
Pero Saavedra la estrella de Mayo también lo abandonó pronto. Cometió un gran error al dejar Buenos Aires para hacerse cargo del Ejército del Norte. Sus enemigos lo desplazaron de inmediato. Alertado de no regresar a tierras bonaerenses viajó a Chile. Volvió tres años más tarde al país. San Martín estaba en Mendoza y le prestó protección. Sin embargo fue trasladado por órdenes del gobierno central a Buenos Aires. Compadecía judicialmente cuando un nuevo cambio de gobierno lo libró del juicio.
Recién desde 1818 pudo disfrutar de una vida tranquila. No obstante los años de exilio lo empobrecieron. En 1822 tuvo que alejarse del ejército por órdenes de Rivadavia. Se le prometió una indemnización importante si aceptaba, pero la suma que recibió fue ínfima. Vivió con amargura el destrato a su ancianidad y se dedicó a trabajar como agricultor.
El 31 de marzo de 1829 El Tiempo -diario porteño- anunció: "A las ocho de la noche del domingo murió repentinamente el brigadier general don Cornelio Saavedra. Los buenos patriotas deben sentir su pérdida, por los servicios que aquél ciudadano ha prestado al país" (citado en Piñeiro; 1980:108). Había nacido 69 años atrás en la actual Bolivia.