Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
“¡Cambió la cosa!”. La frase, dicha con una sonrisa de oreja a oreja, sorprendió al visitante que entró al despacho a saludar. Alfredo Cornejo parecía exultante el jueves, luego de difundirse las obras nacionales que promete Mauricio Macri a Mendoza en el Presupuesto de 2017.
El Gobernador no puede negar la cuota de suerte que tuvo: la salida de la crisis financiera que atravesaba la provincia que recibió no hubiera sido igual de fluida si ganaba Daniel Scioli el año pasado.
Seguramente tampoco podría festejar ahora (con la confirmación de más de $ 3.000 millones en obras que pagará la Nación el año próximo), si el peronista hubiera sido presidente. Igual, fiel a su estilo escéptico, prefiere ver para creer.
El dinero para la presa Portezuelo del Viento asoma una década después de que Julio Cobos acordara con Néstor Kirchner su construcción, a cambio de que Mendoza renunciara al juicio por el daño que le había ocasionado la promoción industrial de las provincias vecinas.
El hoy gobernador nunca lo dirá en público, no le conviene, pero se sintió más identificado con aquellos años iniciales del kirchnerismo que con este arranque del macrismo.
Macri es un aliado con el que coincide en algunos puntos centrales, pero dista de enamorarlo, confirman en el entorno más cercano del mandatario mendocino.
Tal vez por eso, la figura del gabinete nacional con la que mejor sintonía tiene es el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, que integró el primer gobierno K como presidente del Banco Central.
Son el keynesiano Prat Gay y la política monetaria de Federico Sturzenegger sus argumentos para confiar en un repunte económico en 2017.
Falta muy poco para el año próximo y, contrariamente, aún parece largo el trecho hasta ese soñado momento económico, aunque el siempre exagerado optimismo macrista lo ponga a la vuelta de la esquina.
Lo que ocurra con la economía será clave para la estrategia electoral del oficialismo. Tal vez por esa incertidumbre, todavía no hay nombres que circulen, pero sí insinuaciones. Seguramente no será un intendente. Difícilmente un legislador provincial. El círculo parece cerrarse sobre el gabinete provincial.
Cuentan que la sola mención de Martín Kerchner parece despertar en Cornejo un orgullo casi paternal. El ministro de Hacienda, más allá de su más difundido perfil técnico, tiene grandes ambiciones políticas.
Una campaña electoral lo instalaría a nivel provincial como posible heredero. La parte más dura de su trabajo, ordenar las cuentas, está casi cumplida, dicen en el Gobierno.
Además, la jugada no tendría mayor riesgo: la posibilidad de una derrota parece lejana hoy. El peronismo deambula en una interna a la que todavía no le encuentra la salida y la renovación por ahora es sólo un deseo.
El massismo sí parece tener un candidato perfilado: Claudio Burgos. El cardiocirujano curiosamente levantó su perfil, la semana que pasó, con críticas a la pista del aeroclub de San Martín que parecieron desdibujarse tras las explicaciones oficiales.
Cornejo también debe empezar a definir su futuro político. Siempre seduce una reforma de la Constitución para permitir la hasta ahora impedida reelección.
Pero esa aventura parece no terminar de cerrarle, según uno de sus habituales confidentes. No quiere que le pase como a sus antecesores, que siempre fracasaron en el intento y terminaron dilapidando apoyos y energía en un proyecto estéril.
Por ahora, la vicegobernadora Laura Montero sigue con su misión casi evangelizadora sobre la necesidad de una reforma integral.
Si Cornejo cree que es el momento, seguramente se sumará a esa campaña a principios de 2017. Sólo su voluntad política dará vida a esa intención. El peronismo ya le avisó que no pondrá obstáculos, todo lo contrario. Falta lo más difícil: convencer a los mendocinos.
Pero el Gobernador es un tiempista. Va a esperar el viento a favor para jugarse, como hizo con la candidatura a la gobernación. Esa señal que espera está definitivamente relacionada con la economía.
La idea fija
Mientras festeja las obras que vendrán, espera el repunte económico y cavila sobre su futuro político, Cornejo alimenta su obsesión: que el fiscal Daniel Carniello sea destituido. Poco le importa, cuentan en su entorno, que digan que quiere interferir en la Justicia.
Los últimos movimientos del Jury le fueron desfavorables.
Hace dos semanas, el oficialismo no pudo juntar los votos para iniciar el proceso contra el fiscal y debió conformarse con un salomónico aplazamiento de la definición.
El jueves, el día que se conocía la buena noticia de las obras, el mismo Jury decidió que el fiscal Juan Manuel Bancalari, cercano al radicalismo, debe dar explicaciones a raíz de una denuncia por haber favorecido a dos amigos en una causa.
Cuentan que el Gobernador no pudo evitar un gesto amargo cuando le confirmaron esa novedad.
Bancalari es la moneda de cambio con la que un sector de la Justicia, identificado sobre todo con los jueces de la Suprema Corte, Omar Palermo y Alejandro Pérez Hualde, ha intentado contrarrestar la ofensiva cornejista contra Carniello, un ex funcionario del peronismo.
Cornejo parece resignado a no inmolarse por Bancalari, que puede convertirse en el primer daño colateral de la guerra que emprendió.
Pero si finalmente no logra que lo destituyan, al menos intentará que Carniello quede expuesto públicamente. Por eso lo asocia sin tapujos con delincuentes y dice que los protege. Se basa en las grabaciones que involucran al fiscal.
En el Gobierno creen que la intención de la Suprema Corte, más que defender a Carniello, es enviar un mensaje a Cornejo. “Se han hecho la idea de que tengo demasiado poder y buscan así ponerme límites”, dijo el Gobernador a uno de los suyos.
Hace tiempo, los amigos de Carniello echaron a correr la versión de una reunión entre éste y Cornejo en la que el entonces candidato a gobernador le pidió que imputara al guaymallino Luis Lobos antes de las elecciones.
Un legislador radical se sorprendió, hace unos días, cuando el propio mandatario le confirmó esa reunión, aunque en circunstancias distintas: el fiscal fue a verlo a la Municipalidad de Godoy Cruz para pedirle que incluyera a su banda en la programación de la Fiesta de la Cerveza y fue ahí que lo indagó sobre la situación judicial del ex intendente.