José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
En aquel ya lejano domingo 19 de abril, con los primeros resultados de las PASO provinciales que marcaban una tendencia irreversible, Alfredo Cornejo arriesgaba conceptos hacia el gobierno de Francisco Pérez que no sólo generaban reacción inmediata en el oficialismo, sino que llevaban a muchos radicales a sugerirle luego más moderación pensando en las elecciones definitorias del 21 de junio.
Pero en esa primera noche triunfal para el radicalismo, el futuro gobernador decía, entre otras afirmaciones que tuvieron el mismo efecto que dardos lanzados contra la estructura del PJ, que “Mendoza no puede esperar el 10 de diciembre. Tiene que ir mejorando poco a poco, aun con esta administración legalmente constituida a la que le quedan muchos meses de mandato”.
Además dijo en esa oportunidad Cornejo: “Necesitamos que el Gobernador deje de no reconocer la realidad de nuestra economía y de la crisis fiscal que atraviesa”.
Esas frases, dichas con el énfasis generalmente habitual de Cornejo en medio de la fiesta que montaba Cambia Mendoza por el buen triunfo en las primarias, más allá de las repercusiones que tuvieron hacia adentro y hacia afuera del frente opositor, indudablemente vaticinaban una crisis financiera y hasta de conducción que la Provincia está viviendo en este momento, en medio de la eterna transición que determinó el calendario electoral al que recurrió Pérez en su momento.
Cornejo aceptó consejos y fue más moderado en sus críticas al gobierno provincial durante los dos meses de campaña previos a las generales de junio, que lo consagrarían como el próximo gobernador.
El día del triunfo, contrariamente a lo que había ocurrido cuando ganó las PASO, tuvo un discurso sencillo, bañado en humildad y hasta con toques emotivos. Sorprendió cuando invitó a Pérez a desayunar al día siguiente en su casa del barrio Bancario.
En esa mesa casera de café, Cornejo escuchó de boca de Pérez lo que realmente quería escuchar con respecto a la crítica situación de las cuentas públicas provinciales.
El líder radical, que en campaña hacia las generales había moderado su modo de criticar, pero no había dejado de lado las razones por las cuales fustigaba seriamente al gobierno de Pérez, ya no tenía por qué mostrarse antipático hacia quien al cabo de varios meses debía traspasarle la conducción de la Provincia.
Decía Cornejo a este diario, a los pocos días de su triunfo y de su desayuno con Pérez, que éste estimaba que la deuda flotante era de alrededor de 600 millones de pesos pero que ofrecía gustoso una revisión de la misma.
Obviamente, el mandatario electo no pensaba quedarse con la versión oficial y por eso aceptó el convite revisionista y luego vino la mesa de negociaciones por los números provinciales; marchas y contramarchas que finalizaron con el último acuerdo entre Pérez y Cornejo para dar forma a la sancionada ley de endeudamiento, también llamada de transición, que se aprobó casi en tiempo récord en las dos Cámaras el miércoles en medio del caos reinante en las cuentas del Estado, con Pérez gestionando personalmente en Buenos Aires recursos ante el Banco Nación para poder hacer efectivo el pago de sueldos, que todavía no puede completar.
En aquellas declaraciones a Los Andes, Alfredo Cornejo también decía, con resignación, que necesariamente iba a encabezar un gobierno austero. "Voy a tener poder institucional pero limitación económica", afirmaba. Luego de tres meses, los hechos le dan la razón.
¿Empate? Con el justicialismo en plena crisis interna y considerándose ya, sus legisladores e intendentes, opositores al futuro gobierno de Cornejo, la pelea legislativa por la autorización del endeudamiento terminó en una suerte de "empate" que, sin embargo, consagró ganador de la pulseada a Alfredo Cornejo.
Esto a pesar de que en el PJ hubo satisfacción por haber limitado, al futuro gobierno, la posibilidad de amortizar deuda sin consulta legislativa durante dos años, y no cuatro, como pretendía el radicalismo.
Aunque con recortes, lo acordado entre las dos fuerzas políticas también asegura a Pérez una salida más ordenada, dato no menor. Al menos eso esperan en el Gobierno, luego del padecimiento para hacer frente a los sueldos de setiembre y con la necesidad de cumplir con ese compromiso en los próximos dos meses.
Una oposición brava. Mientras llega el momento de asumir la conducción del Ejecutivo, Cornejo no sólo tiene que prever los recursos con que contará.
También sabe claramente que en el Frente para la Victoria tendrá una oposición totalmente golpeada por la derrota de junio que no consigue acomodarse fácilmente porque enfrenta una total crisis de conducción (el gobernador Pérez es el presidente del PJ) y porque sus principales referentes ya no están en carrera.
Cornejo sabe bien que si Scioli es presidente deberá mantener con él una relación más que cordial. Además, toma como segura la promesa de tener con el gobierno del radical el mismo trato que había prometido a Adolfo Bermejo si éste ganaba la gobernación. Esa promesa Scioli la hizo en una visita a Mendoza en el marco de la campaña por el calendario electoral nacional.
Se estima que los recursos para hacer frente a los compromisos que deberá afrontar la próxima administración provincial demandarán mucha negociación con la Nación, en virtud de que ya la banca privada ha hecho saber a Cornejo y su equipo que no es fácil desde ese sector satisfacer rápidamente el requerimiento de Mendoza para cubrir el endeudamiento autorizado por la Legislatura.
Enojados entre todos. Mientras no se defina la elección presidencial es aventurado hablar de posicionamientos claros en lo político en Mendoza. Un eventual triunfo de Scioli muy probablemente sirva para cubrir, desde el ámbito nacional, la total carencia de liderazgo en que ha caído el Frente para la Victoria mendocino. Seguramente habrá en el justicialismo local replanteos internos y más de una postura para posicionarse de cara al manejo partidario ahora vacante.
Los allegados al actual oficialismo provincial vaticinan una dura batalla por la conducción partidaria una vez que el resultado electoral nacional esté definido. En el sector Azul, que aún no se repone de la pérdida de Mazzón pero que tiene prácticamente a la totalidad de las intendencias que quedaron en pie para el PJ, parece querer asomar como postulante el intendente Jorge Omar Giménez.
Desde los más cercanos al kirchnerismo tal vez quiera anotarse el diputado nacional Guillermo Carmona. Habrá que ver qué rol adoptan en la interna los hermanos Félix desde San Rafael
De todos modos, sea cual fuere el futuro partidario, muchos legisladores del justicialismo y la mayoría de los “caciques” departamentales no prometen mucha reverencia a Cornejo cuando éste sea gobernador. Todo lo contrario.
La distancia que ha mantenido el futuro jefe del Ejecutivo, incluso en reuniones con ellos, por la parte de los recursos del endeudamiento autorizado destinado a las comunas, no ha hecho más que resentir la relación y ello repercute en el ámbito legislativo, donde la mayoría de los jefes comunales tiene su representación.
Penosa situación de la provincia, tanto en lo financiero como en lo político. Después de la ley aprobada casi a libro cerrado, pero con fuertes disidencias en el seno del justicialismo, para autorizar 5.800 millones de pesos de endeudamiento, sólo queda esperar que llegue el recambio institucional de diciembre y faltan dos meses que pueden parecer eternos...