Alfredo Cornejo asumió la gobernación en la calurosa tarde de ayer. Juró, recibió atributos e hizo jurar a sus ministros. Además, dio sus primeros dos discursos como mandatario, uno ante la Asamblea Legislativa y otro ante la multitud militante que se congregó en la explanada de Casa de Gobierno.
En ambas oportunidades, los conceptos fueron similares; incluso no fueron muy distintos a lo que dijo en campaña.
La diferencia fue el tono; ante la multitud Cornejo asumió su rol de líder y hasta casi de padre y retó a todos los mendocinos; prometió castigar a los empleados públicos que no cumplen, no tolerar la corrupción en su gabinete y pidió a los ciudadanos que cumplan con sus obligaciones, que cumplan las leyes, que respeten a maestros y policías y que estén sobre sus hijos para que cumplan con la escuela. El foco de Cornejo fue, como siempre en los últimos meses, educación, salud y seguridad.
No hubo sorpresas en lo dicho, apenas algunos halagos hacia el presidente electo Mauricio Macri y al equipo que lo acompañará, de los que estaban presentes Rogelio Frigerio y Emilio Monzó. Volvió a extenderse sobre la herencia recibida, en el déficit que estima en 8 mil millones de pesos y que obligará a mandar a la Legislatura un proyecto de presupuesto con otro pedido de endeudamiento por 4.800 millones de pesos, que se sumará a los $ 5.800 millones que ya se autorizaron hace mes y medio.
Tampoco hubo sorpresas en cuanto a sus promesas, que él mismo califica de metas sencillas y paulatinas. Algo de eso ya había dicho, austeridad, administración eficiente y su pretensión de que la escuela enseñe bien a los alumnos, los hospitales atiendan bien a los pacientes y que la policía prevenga y resuelva crímenes. Ayer dijo “hemos caído tan bajo que esas son las metas que me propongo alcanzar”.
El diagnóstico que hace Cornejo para que esas sencillas metas se cumplan implica que hace falta que todos hagan lo que tienen que hacer y que los ciudadanos ayuden a que así sea. Por eso es que ayer volvió a mencionar que hay que premiar a los que hacen bien su trabajo y sancionar a los que no lo hacen o lo hacen mal. De ahí, al reto hay apenas un paso, y Cornejo repartió retos para todos.
Maratón oficial
Los actos se desarrollaron en medio del calor de la tarde. Pasadas las 17, Cornejo y su compañera de fórmula Laura Montero llegaron a España y Peatonal Sarmiento. El acompañado por su esposa Lucía y sus hijos Lautaro y Constanza (quienes casi no se separaron del gobernador en ningún momento); Montero sola, aunque dos de sus hijas, Martina y Agostina, acompañaron a la distancia; la tercera Luciana, vive en Brasil, por lo que no pudo estar en la asunción.
Todos fueron acompañados por la banda de la Policía de Mendoza hasta llegar a la Legislatura, dónde los esperaban diputados, senadores y el vicegobernador saliente Carlos Ciurca para que los electos se transformaran en gobernador y vicegobernadora.
Allí Cornejo dio su primer discurso, leído, prolijo, sin demasiados retos. “Soy un empleado público, como otros miles y la única patronal son los dos millones de mendocinos que con el esfuerzo de sus impuestos pagan nuestros salarios”, dijo, para luego aclarar que el hecho de ser un empleado público más no lo libera de las responsabilidades: “Tengo claro que las cargas más altas caen en mi persona”.
“Los ricos se arreglan con cualquier gobierno, pero la mayoría que está conformada por los más pobres y las clases medias necesitan de un Estado sano que esté presente para prestarles servicios de calidad” diría más adelante.
A las 19.15 Cornejo llegó al cuarto piso de Casa de Gobierno. Allí el ahora ex gobernador Pérez le entregó banda y bastón de mando.
Una hora después, Cornejo salió a la explanada a tomar juramento a los ministros. Y entonces llegó el segundo discurso del día.
Los conceptos se fueron repitiendo respecto del primer mensaje. Lo nuevo fue las críticas al kirchnerismo y el guiño hacia el Gobierno nacional que asume hoy: “Un nuevo clima se está pergeñando en un gabinete nacional de altísima calidad técnica y altísima capacidad política y de altísima decencia pública”.
Un párrafo aparte para la relación con la oposición mendocina. Dijo que trabajaría codo a codo con los 18 intendentes, sin importar su pertenencia partidaria y pidió que el debate político se sustente en datos confiables.
Quizá el espíritu de la explanada quede clarificado con una frase: “Quiero que los mendocinos respeten a la policía, pero los policías se tendrán que hacer respetar también sin ningún corrupto, ni ningún desidioso”.
Otra frase respecto del empleo público y que también resulta gráfica: “Yo quiero que los que lo hacen bien, lo hagan mejor y sean premiados por eso; y los que lo hacen hacen mal, los voy a reconvenir a hacerlo bien y van a tener una oportunidad, si lo hacen mal van a tener sanciones”.
El traspaso, un acto frío y rápido
En la calurosa tarde de ayer, hubo un hecho que para los testigos fue lo único frío: el traspaso de los atributos. Pasadas las 19, llegaron Alfredo Cornejo y Laura Montero al cuarto piso de Casa de Gobierno; era el momento en que los radicales se cruzarían con el saliente Francisco Pérez.
La ceremonia fue casi íntima y pensada para cámaras de televisión que tomaban imágenes para transmitirlas no sólo a los canales de televisión, sino también a las pantallas ubicadas en la explanada de Casa de Gobierno, para que la militancia pudiera seguir el acto.
Pérez entregó banda y bastón de mando. Cornejo le entregó al saliente una réplica del bastón y la banda que recibió en 2011.
Entonces hubo un saludo y un abrazo frío. Ambos firmaron el acta notarial del traspaso.
Cualquiera hubiese pensado que Cornejo despediría a Pérez, que lo acompañaría unos metros hasta el ascensor. Pero no. Cornejo se puso a dialogar con los cercanos que lo acompañaban en ese momento. Y Pérez se fue solo al encuentro de algunos de sus funcionarios.
El momento de la emoción
El momento más emotivo se produjo al arranque del discurso de la explanada, cuando agradeció a los más cercanos: “A mi familia, a mis padres que están acá presentes, a mis suegros, a mis hermanas y a todos los afectos más íntimos que son los amigos que conservo de la infancia, de la adolescencia, de la facultad y que he logrado traerlos hasta aquí en los más profundo de mi corazón y son parte de mi vida privada pero también de mi vida pública porque me han acompañado en todos estos años”.
Agradeció también a los funcionarios que lo acompañarán en la gestión. Y en ese momento reconoció el trabajo realizado en el área turística durante los ochos años de gestión peronista, el único elogio a sus antecesores.
Luego vino otro momento, el del agradecimiento a las futuras autoridades nacionales, particular a los dos presentes: el futuro ministro del Interior Rogelio Frigerio y el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Emilio Monzó, a quien definió como “un amigo que he encontrado en la actividad política, que me ha ayudado mucho”.