Carlos Salvador La Rosa - clarosa@losandes.com.ar
En su primer desafío electoral de orden provincial, el gobernador Alfredo Cornejo, hizo valer todo su poder. No dejó a casi nadie conforme (como es de prever en estas lides donde todos quieren algún carguito pero estos alcanzan para muy pocos), aunque dejó a todos adentro. Refunfuñando bronca por los pasillos, nadie se atrevió a discutir ni una sola de sus decisiones acerca de quienes serían los candidatos y en qué posiciones. Tal es hoy el superpoder que detenta el gobernador Cornejo.
Uno de los enfurecidos nos decía: "Cornejo con sus decisiones se quedó nadando en un mar lleno de pirañas que no lo morderán hasta que no se haga una herida, pero con el primer chorro de sangre que le salga, todos se abalanzarán hacia él". Con lo cual nuestro interlocutor reconoce que hasta el momento el gobernador ha gobernado sin recibir una sola herida. Y está por verse si bastará una sola herida para que se lo coman las pirañas en un imaginario mañana.
Mauricio Macri suele hablar con sus más cercanos acerca de Cornejo y nunca oculta su admiración hacia el mendocino. Lo considera el mejor gobernador de todos los existentes, oficialistas u opositores. Cree que ha hecho cosas que él aún no pudo hacer. Y si bien lo evalúa como un poco "tiranuelo", ello no necesariamente significa una crítica. El presidente piensa que Cornejo ha recuperado el orden político en una provincia donde el sindicalismo prácticamente se había adueñado del Estado y lo mantenía de rehén para lograr sus reivindicaciones corporativas. Para Macri el mendocino es un radical que pudo reconstruir la autoridad pública como supieron hacerlo los viejos conservadores de la provincia, los recordados "gansos", en sus buenas épocas. Al presidente le cayó muy bien cuando el gobernador le dijo que quería reducir el gasto público a los tiempos del varias veces gobernador demócrata don Pancho Gabrielli, un hombre que quedó en la historia con fama de austero pero gran hacedor.
Lo cierto es que fiel a su estilo, en la presentación de las listas para los próximas elecciones legislativas, el único que hizo política fue Cornejo, mientras que todos los demás en el oficialismo se limitaron a mirar, ni siquiera a comentar demasiado. Y la oposición sólo a reaccionar para que no la arrasen del todo.
Propone el gobernador una Legislatura local con gente joven que le responde incondicionalmente, mientras que en los cargos nacionales también puso a gente suyísima pero se encargó de ser amable y ubicar no a los más enfervorizados sino a aquellos con los que también simpatizan otros, para más o menos quedar bien sin ofrecer demasiado a cambio. Así la primera candidata a diputada nacional, Claudia Najul, proviene del riñón de Sanz, mientras que el segundo candidato, Luis Petri, es un hombre que viene del cobismo, pedido por Macri. El tercero obedece a la vicegobernadora Laura Montero. Pero lo cierto es que en caso de algún tipo de enfrentamiento de lealtades, lo más seguro es que estos tres candidatos le respondan más a Cornejo que a sus promotores originarios, excepto los difícilmente entrables, el candidato del PRO que va en cuarto lugar y el hombre de Carrió, Gustavo Gutiérrez, que va en quinto. Bien picarón Cornejo, como Lilita le pidió algo para su principal dirigente político local, le dio algo sin darle nada.
En el dibujo electoral se puede ver gráficamente quién es Cornejo, cómo hace política y con quién la hace, para descubrir su originalidad. Es un hombre que goza el ejercicio del poder como pocos, pero no le gusta comentarlo con nadie y quizá ni siquiera con sí mismo. Para él la política es pura acción mientras que la meditación incluso sobre ella, la ve como muy abstracta, poco concreta. No es un comprador de espejitos de colores y más bien cree que casi todo, excepto lo que le gusta a él, son espejitos de colores. Desconfiadísimo y poco persuadible.
Sus hombres de confianza son pura creación suya, o sea personas que no preguntan nada y que sólo ejecutan sus órdenes con eficacia, aunque no sean lo máximo de toda finura.
Con los políticos, incluidos su vicegobernadora, ministros, intendentes y jefes de bloques, sólo habla de cuestiones técnicas, las sectoriales que corresponden a cada uno.
Eso sí, hay un tema que es la excepción a todo lo que decimos, donde Cornejo hace política a cuatro manos y acerca del cual habla discretamente con todas sus personas de confianza e incluso de no tanta confianza. Allí sí los deja a todos opinar y escucha con atención hasta la menor idea: es lo referido a la cuestión de su reelección. Sabe que es dificilísima pero eso no le quita que siga imaginando opciones y lo seguirá haciendo hasta el último momento en que se le agoten todos los tiempos. Porque en el pensamiento político de Alfredo Cornejo, aparte de que está convencido de que necesitaría al menos otro periodo continuado para culminar lo que se propone, también cree que en caso de no lograrlo debe mantener siempre abierta la posibilidad de su factibilidad para no convertirse en un “pato rengo”. Vale decir para no perder poder como suele ocurrir con los gobernadores en sus últimos años cuando sus subordinados miran más al posible sucesor que al que está sentado por poco tiempo más en el sillón de San Martín. O sea, si logra la reelección bienvenida, pero si no lo logra habrá que hacer como que sí, todo el tiempo que se pueda.
En tanto, por el momento, con la incorporación de los candidatos que ocurrirá luego de las elecciones de octubre, Cornejo se ha blindado políticamente con fuerza inusual de modo que nada en la política de Mendoza le sea ajeno si como es de prever los sufragios le son favorables. Es claro que esté gobernando no como un primero entre iguales sino como un primero sin iguales.
Poco tiempo atrás un dirigente amigo de otro partido le dijo: “Alfredo, hasta ahora lograste todo lo que te propusiste, pero llegó el momento en que se bifurcan los caminos, tenés que elegir entre el camino de la república y el del imperio”. Su interlocutor dice que Cornejo sonrió sin responderle, pero observándolo, le pareció que su corazón latía para un lado y su mente pensaba para otro. Lo que no supo intuir es hacia dónde latía su corazón y hacia dónde pensaba su mente.