Cornejo, el protagonista sin contrafigura - Por Marcelo Zentil

La obra que interpreta tiene por ahora sólo figuras de reparto, que cada tanto levantan la voz para hacerse oír.

Cornejo, el protagonista sin contrafigura - Por Marcelo Zentil
Cornejo, el protagonista sin contrafigura - Por Marcelo Zentil

¿Qué vería un adivino, de esos que suelen consultarse antes de cada Mundial, si buscara saber qué ocurrirá en la política mendocina el año que empieza mañana?

Seguramente, nada muy distinto de lo que ya ocurrió en 2016 y 2017: un soliloquio de Alfredo Cornejo.

Pasado el año electoral vendrá uno “de gestión”, como gustan decir los políticos, y nada indica que el Gobernador deje de estar en el centro de la escena, como lo ha venido estando desde que asumió, sin coprotagonistas que se le arrimen.

La obra que interpreta tiene por ahora sólo figuras de reparto, que cada tanto levantan la voz para hacerse oír, pero rápidamente vuelven a su murmullo habitual.

Quienes creían que, tras las elecciones, el poder y la influencia de Cornejo disminuirían y empezaría a dar paso a los posibles candidatos del oficialismo para 2019, se equivocaron largamente o no se anoticiaron del “estilo” del Gobernador.

Dos radicales anotados en esa carrera son, de una u otra forma, sus “hijos”: el ministro Martín Kerchner y el intendente de Godoy Cruz, Tadeo García Zalazar; crecieron a su sombra en Godoy Cruz.

También está el capitalino Rodolfo Suárez, que aunque no puede considerarse un "cornejista" puro, cuando asumió como interino tras la muerte de Víctor Fayad se legitimó políticamente aliándose a Cornejo. Y más allá de su ambición, no es de los que “juegan” sin pedir permiso.

El único oficialista que se sale de esa descripción es el intendente lujanino Omar de Marchi, que trabaja desde la presidencia del Pro local para ser el sucesor, aunque en desventaja: pocos creen que el candidato principal no sea de la UCR.

De los enojados y disconformes radicales que odian a Cornejo, ni noticias. Por ahora, sólo rumores de un huracán que nunca llega.

El único opositor interno asumido es Fernando Armagnague, que se presentó a las PA SO con lista propia y ahora defiende a la “fiscal viajera” Anabel Orozco, que fue destituida y acusa al Gobernador de la sanción.

Es cierto que hay una voz disonante dentro de Cambia Mendoza, que se hace escuchar cada tanto y amarga alguna “fiesta”: el Partido Demócrata. Pero ese juego sólo le sirve si el peronismo ya anticipó su rechazo a un proyecto, como el ítem Aula o la ampliación de la Corte.

Líder opositor se busca

Nunca como ahora, desde el regreso de la democracia, un gobernador concentró tanto poder, sin contrafiguras de la oposición que al menos lo pongan en duda, lo incomoden.

José Octavio Bordón, el ícono peronista de estos 34 años, tuvo en el joven Viti Fayad a un contrincante más dialéctico que electoral, es cierto, pero contrincante al fin, que podía pararse frente al entonces gobernador, mostrar gestión y discutir proyectos políticos.

El peronismo de hoy, ya lo sabemos, es un desierto donde no crecen más que espinas. Sin líder, sin figuras, deambulan como zombies en busca de algo que no saben bien qué es.

En otro momento, alguno de los cinco intendentes que le quedan hubiera estado llamado a ser el conductor. Pero lo cierto es que ninguno de ellos puede encarnar la renovación y de tanto estar allí donde están y de haberse acostumbrado sólo a acompañar, difícilmente puedan dar el salto.

Algo similar ocurre con los legisladores nacionales y provinciales. Los primeros son mayoritariamente figuras desgastadas. Los segundos, mayoritariamente intrascendentes.

Sólo la cercanía de las elecciones creó en este año que se va la ilusión de una unidad de criterios, cuando los flexibles del PJ se pusieron duros obligadamente.

Pero esa postura fue aflojando a medida que se alejó la paliza electoral, que los puso 20 puntos abajo del oficialismo, y terminaron el año apoyando el Presupuesto con endeudamiento, dejando nuevamente solos a los que se proponen ser una oposición acérrima y son minoría.

Es cierto que durante ese “impasse”, que pareció en la superficie una unidad, le dieron dos cachetazos sonoros a Cornejo: el primero cuando le dijeron que no, aún antes de que presentara un proyecto, a la reforma constitucional con reelección. El segundo, cuando en Diputados se opusieron a la ampliación de la Corte y, con la complicidad del demócrata Niven, frenaron el tratamiento de la ley.

El Gobierno va a insistir antes del recambio legislativo de mayo con ese proyecto que suma dos miembros al máximo tribunal y allí se pondrán en juego nuevamente sus alianzas: la interna con el PD y la externa con los flexibles del PJ.

A falta justamente de un enemigo político, Cornejo transformó en su gran rival a un sector de la Corte. Aunque es un enemigo bastante particular: es mudo y no responde más que a través de fallos, propios o de jueces allegados.

Cornejo cierra el año con paritarias acordadas con casi todos los gremios por primera vez. A diferencia de los años anteriores, en los que abundaron, esta vez no hubo ningún decreto para imponer el 15,7% de aumento en tres etapas con el bono compensatorio de 7.000 pesos.

Sólo falta el SUTE, dominado por una lucha interna entre la izquierda y el kirchnerismo, cuya negociación se pospuso hasta febrero.

Cornejo hasta ahora se cuidó de dar peleas con las que coincide una mayoría de los mendocinos, según se lo ratifican las encuestas: más seguridad, justicia más ágil, estatales que trabajen más, más austeridad.

Con esa receta, cree tener asegurada la continuidad de su proyecto después de 2019. Aunque, paradójicamente, más que sus rivales lo pueden incomodar su aliado, el presidente Mauricio Macri, y sus políticas.

Esa sociedad lo puede llevar a tener que defender medidas impopulares, como el consumado “retoque” de los aumentos jubilatorios y la quita de impuestos a empresas y sectores.

Pero también lo ha puesto ante una disyuntiva sobre el futuro provincial, cuando él ya no sea gobernador: el Pacto Fiscal firmado con Macri contempla la eliminación progresiva de impuestos provinciales que hoy representan el 30 por ciento de los ingresos.

La promesa, por ahora, es que el crecimiento económico suplirá ese dinero por otra vía. Pero ya sabemos que el Gobierno nacional no es bueno en eso de anticipar el futuro: preveía que este año la inflación fuera de 17% y el que viene de 10%, pero la de 2017 va a ser de 24% y la de 2018, con suerte, será 15%, si no vuelven a equivocarse en el cálculo.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA