“Si hay una reforma político-institucional de fondo para hacer en la Argentina, ésa es la división de la provincia de Buenos Aires”. Esta frase del gobernador Cornejo, publicada en una entrevista en el semanario Perfil el 6 de octubre, quedó relegada en el medio de otras definiciones que dio sobre la política y la vida institucional de Mendoza y la Argentina. Pero el politólogo Andrés Malamud la recogió al instante en Twitter y se preguntó: “¿Por qué este hombre todavía no es presidente?”
Más allá de la humorada, no fue casualidad su interés: Malamud compartió con Cornejo, en los ‘80, militancia estudiantil en el radicalismo. Pero además es autor de un paper -en 2004- que propone lo mismo: dividir el territorio bonaerense al que llama “la unidad federada más hipertrofiada del mundo”.
Buenos Aires tiene el 38% de la población del país, es decir 4 de cada 10 electores. Es decir, el poder demográfico para poner o sacar presidentes. Si no, pregunten a Alberto Fernández y a Macri.
“La desproporción bonaerense entre población y cantidad de provincias -sobre 24 provincias, cada una representa 4%- es de 9 a 1”, escribe Malamud para fundamentar su posición. El politólogo en el que se inspira Cornejo habla de una “hipertrofia bonaerense” hacia afuera (en relación al resto de las provincias) y hacia adentro (el conurbano y el interior de la provincia) por lo que, para él, la solución es partirla en “dos o más unidades políticas” para lograr un “equilibrio federal”. Asegura que esto se puede hacer sin reformar la Constitución provincial.
¿Cómo sería la división? El territorio bonaerense se partiría en tres: dos partes correspondientes al actual conurbano (donde viven casi 10 millones de personas) y una tercera a la “provincia rural”, el sudoeste y sudeste, menos urbano y más productivo, donde habitan unos 5 millones. “El éxito de las reformas propuestas convertiría a los actuales bonaerenses en ciudadanos de tres nuevas provincias, cuyas autoridades estarían geográficamente más cerca y serían más accesibles políticamente”, concluye Malamud.
Lo cierto es que aquella afirmación del gobernador no fue dicha al voleo, ya que forma parte de una agenda de reformas institucionales que llevaría al Congreso cuando asuma -en diciembre- como diputado nacional hasta 2023.
En la práctica, al mandatario mendocino no le sería fácil imponer esta idea: es de imaginar la bandera que le plantarán los poderosos intendentes del conurbano bonaerense, como también el recién electo gobernador kirchnerista, Axel Kiciloff.
Un antecedente de este rechazo corporativo de la política tradicional a la división de la provincia de Buenos Aires data de 2015. Hace cuatro años Lucas Llach, el entonces compañero de fórmula presidencial de otro mendocino, Ernesto Sanz, hizo pública una propuesta en este sentido. Incluso divulgó un mapa que fragmentaba en tres regiones al “engendro” bonaerense. Inspirado también en Malamud, el economista filo radical -que después fue vicepresidente del Banco Central en la gestión de Sturzenegger- hasta puso nombres a esas tres nuevas “provincias”: Cien Chivilcoy, Atlántica y Tierra del Indio.
Mientras Sanz lo defendía y elogiaba su propuesta, a Llach le llovieron al instante rabiosas críticas del peronismo, que después perdería el gobierno de la provincia a manos de María Eugenia Vidal.
Ahora que todo volvió políticamente a como estaba en 2015: ¿será Cornejo otro radical lapidado públicamente por animarse a tamaña herejía?