Hoy, Alfredo Cornejo se despertará por primera vez en cuatro años sin el traje de gobernador. Pero como buen animal político, no lo cambiará por el “jogging” del ciudadano de a pie sino por otro traje de hombre público: el de diputado nacional. Con ese nuevo perfil asistirá en el Congreso a la jura de Alberto Fernández como Presidente. Y desde esa misma banca legislativa -incómoda para un hombre ejecutivo como él- empezará a trabajar para su próximo objetivo: 2023, como rezaban algunos carteles ayer en la puerta de la Legislatura.
Un año que Cornejo -según le dijo a Los Andes en la entrevista publicada el domingo- ve “muy lejano” porque “en la Argentina proyectar carreras de políticos no contempla las condiciones del país”. También aseguró en esa charla que hoy no está pensando en volver a la Casa de Gobierno dentro de cuatro años porque está “cansado” y prefiere la “renovación”.
Sin embargo, en la ruta al 2023 que se ha trazado incluye la gobernación para alguien de su equipo. Si -como dice- no tiene interés en volver al cargo que dejó ayer, quiere ver en el sillón de San Martín a un cornejista sucediendo a Suárez. Tal vez a alguno de los ministros que son parte de la “continuidad” en esta gestión. O a algún intendente del Gran Mendoza forjado por su mano.
También este nuevo Cornejo que empieza a gestarse hoy piensa en “influir para que la Argentina sea un país normal” desde su banca de diputado. Y también como titular de la UCR nacional. Así como prefiere no pensar en otro período como gobernador, también elige no hablar de un futuro presidenciable. Otra vez asoma el “equipo” en su discurso: en este caso, la alianza Juntos por el Cambio, a la que insiste en mantener alineada como condición clave para ejercer la oposición al albertismo y, sobre todo, al cristinismo que hará pie en el mismo Congreso que él habitará.
Para Cornejo, evitar la dispersión entre radicales y macristas (y frenar las “fugas” que ya se están dando en el interbloque) será la mejor táctica para su estrategia final: recuperar el gobierno nacional dentro de cuatro años. Y con un radical al mando. ¿Él?