Aquella noche de las PASO, a Cornejo y su equipo no le quedaban dudas del respaldo a su gestión que había dado la ciudadanía con su voto. Sí sorprendía, y dejaba sabor a poco, el porcentaje obtenido, que colocó a una diferencia respetable al principal sector de la oposición, el justicialismo.
Por eso el Gobernador planteó el desafío de superar aquel 41% para lo cual, como recordó anoche al hablar en el festejo del triunfo, entre las estrategias elegidas estuvo la apuesta a dar vuelta una característica de los últimos 20 años de democracia en Mendoza, que indica que a los gobiernos de turno les cuesta sobresalir en las legislativas de mitad de mandato. El resultado electoral permitió cumplir con ese objetivo.
Si bien los números no habían sido lo esperado, igualmente aquella victoria en las primarias de agosto permitía al frente oficialista arrancar hacia la contienda de ayer con una ventaja clara que le debía permitir superar sin sobresaltos las legislativas. Lo logró holgadamente.
Una vez más sustentó Cambia Mendoza su triunfo arrollador en la respuesta obtenida en el Gran Mendoza y Luján, pero esta vez agregó victorias importantes en bastiones duros en manos del justicialismo, como Maipú, fundamentalmente, y San Martín. Haber ganado en San Rafael, aunque por menos de un punto, tiene un valor político notable. La elección favorable del cornejismo en departamentos históricamente adversos para la UCR es otro dato trascendente que deja la jornada de ayer.
Por otra parte, el oficialismo parece haber saldado aquella sensación agridulce de las PASO en cuanto a su relación con el macrismo. Hubo quienes argumentaron en aquella oportunidad que el resultado no había sido más holgado por no haberse referenciado en la campaña a las PASO plenamente en las políticas del gobierno nacional. Otros, en cambio, argumentaban, principalmente desde la oposición, que los votos que le faltaron a Cornejo fueron por el rechazo de sectores ciudadanos a la línea económica de la Nación. Sea como fuere, esa supuesta falencia también quedó saldada en esta oportunidad y a partir de ahora Cornejo sobresale como uno de los pocos referentes del radicalismo tradicional capaces de anotarse en la discusión de candidaturas nacionales para las presidenciales de 2019.
En cuanto a lo que vendrá en la segunda parte de su mandato, todo parece indicar que mantendría supremacía legislativa pero, a priori, los números no le sugieren dormirse sobre los laureles. El ímpetu de quienes ingresen a las bancas por el sorprendente sector liderado por Ramón y Vadillo puede movilizar al resto de la oposición, necesitada de estímulos después de los porcentajes de esta elección.
Hay quienes consideran que tal vez Cornejo deba dar a su gestión un estilo más componedor y negociador que hasta ahora. Lo sabe hacer. Se trata de un verdadero profesional de la política, adaptable a las necesidades. Seguramente sólo él determinará si esa variación es necesaria.
En cambio, los votos de ayer le dan sólo a él un poder político mayor que seguramente sabrá aprovechar para seguir liderando en su espacio.
En cuanto a la oposición, lo más destacable de la elección de ayer es la caída del PJ, mucho más que la simpática elección de las listas de los abogados de Protectora.
El justicialismo mendocino retrocedió tremendamente después de las PASO. Aquella imagen de unidad con un porcentaje interesante, que se había sustentado en la interna dirimida entre tres listas, desapareció en la jornada de ayer y dejó al peronismo en una total encrucijada y con mayor crisis de conducción. Habrá que ver cómo conviven en medio de este opaco panorama los golpeados sectores tradicionales con el kirchnerismo, hasta ahora hábiles para maquillar diferencias que rápidamente pueden llegar a aparecer nuevamente.
La realidad del peronismo mendocino no escapa a la dispersión que hoy muestra a nivel nacional y da a Cornejo el tiempo que necesita para blindar su estructura por otros dos años.