El barrio Copacabana, en Río de Janeiro, es el parador por excelencia de las diferentes hinchadas de los países que van a participar de la Copa del Mundo Brasil 2014, que comenzará el jueves 12 con el partido inaugural entre el anfitrión y Croacia.
En Copacabana, la Avenida Atlántica, la calle que tiene su recorrido paralelo a la playa, es el punto de encuentro de los simpatizantes de fútbol que recorren las 28 cuadras de longitud luciendo las remeras de sus respectivas selecciones.
Los que copan la parada son los hinchas sudamericanos. Por lógica, las camisetas que más se aprecian en el desfile son las de Brasil, pero la celeste y blanca argentina también tiene su lugar.
Entre los valientes que desafían el temor de una `apretada` de algún hincha local se encuentra Federico Parodi, de Temperley, que camina por la avenida Atlántica con la casaca diez versión 1986, homenajeando a Diego Armando Maradona.
"Soy un trotamundos, vivi en España, en Estados Unidos y ahora en Colombia, siempre con trabajos temporarios, pero no vuelvo al país desde el 98`. Sin embargo, esta, la del `Diego`, me la pongo en todos lados", confiesa Parodi, quien renunció a su trabajo de lavacopas en Bogotá para ir colectivo a Río para sentir el clima mundialista.
"Ningún brasileño me dijo nada, la uso con orgullo y no tuve nunca una complicación. Me voy a quedar hasta que me de la guita que ahorre a lo largo de dos años para poder vivir este momento, luego volveré a buscar laburo", añadió.
Cada tanto se juntan grupos de hinchas de una selección en un parador de la playa. Ese escenario es ideal para los mexicanos, una de las hinchadas extranjeras más populares de Río, que entre tequila y cervezas comienzan a chillar por la `verde`.
También hay chilenos y su clásico "chi, chi, chi, viva Chile", ecuatorianos con las caras pintadas de amarillo y uruguayos con su "vamo` arriba la celeste" y el sueño de un nuevo Maracanazo, ya en épocas de globalización.
No hay violencia, cada uno lleva sus colores y cada tanto hay encuentros amistosos entre distintas parcialidades. Tal situación se dio entre Alvaro, un hincha de Banfield que llegó en avión a Río acompañado por dos amigos, que se fundió en un abrazo con Leonardo, hincha de Nacional de Medellín, reafirmando la gran amistad que existe entra las dos hinchadas.
Cuando la caminata se vuelve agotadora y los 30 grados que ofrece Río de Janeiro comienzan a golpear, los hinchas suelen sentarse a tomar un refresco o a comer algo en los diferentes paradores y el más concurrido es Itapaima, que se destaca por sus pizzas.
En la playa, mientras tanto, se suceden los picados entre equipos que podrían jugar en cualquier liga europea, porque cuentan con jugadores de todas las nacionalidades.
Además, hay shows musicales y vendedores de todo tipo de merchandising del Mundial. Entre ellos, el gorro del mundial cuesta 25 reales (125 pesos), el gorro piluso con dibujos de la selección local 30 (150 pesos), los llaveros 20 (100 pesos), entre otros.
Eso sí, lo único gratis en la avenida Atlántica es caminar, porque hasta los baños, que son propiedad privada, son rentados y cuesta dos reales (10 pesos) el ingreso.