Copa Libertadores: tras el puñal por la espalda, el miedo a cómo evitar otro

El presidente Domínguez quiere cambiar la imagen de una Conmebol corrupta, pero la feroz interna por los cupos para 2017 es su Rubicon.

Copa Libertadores: tras el puñal por la espalda, el miedo a cómo evitar otro

Por Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital -


Al escritor y periodista británico Andrew Jennings, uno de los más respetados en el mundo del fútbol, se le atribuye el inicio en 2011 de una escalada de investigaciones que terminó en 2015 con el máximo escándalo de todos los tiempos en los cuales se vio envuelta la entidad madre: el FIFAgate. El escocés abrió el grifo y dio a conocer datos e informaciones relevantes sobre el presunto lavado de dinero en la institución que - por entonces - presidía el suizo Joseph Blatter. Inclusive, en el escrito aparecía la firma ISL como pagadora de sobornos por los derechos de televisación y contratos con sponsor para los mundiales Brasil 2014, Rusia 2018 y Catar 2022.

De inmediato, el cuerpo de abogados que asesoraba Blatter chocó las copas cuando encontró una salida elegante para evitar que las investigaciones de la Justicia prosperasen. Para los letrados, las llamadas cortesías - todo un eufemismo de coima - de ninguna manera representaban un acto de corrupción porque en ningún artículo del estatuto de FIFA se aludía a la cuestión.

La frutilla del postre fue aportada por el juez de ética (sic) de la FIFA, el alemán Joachim Eckert, quien consideró en su fallo que aceptar pagos indebidos no era considerado un acto ilícito en la casa situada en Zúrich. El período investigado fue de 1992 a 2000 y la única sanción fue apenas protocolar: considerar a los dirigentes sudamericanos Joao Havelange, Nicolás Leoz y Ricardo Teixeira culpables de 'conducta moral y éticamente reprobable'. De prisión, ni hablemos. Así, Blatter quedó limpio. Igual pasó con el entonces vicepresidente senior Julio Grondona.

Poco antes se había sospechado de la legitimidad del acto eleccionario en octubre de 2011 para renovar autoridades, tras el cual tanto el suizo como el argentino mantuvieron sus cargos. "Dejen tranquila a la FIFA", había dicho don Julio tras esa votación.

Así era el modus operandi natural en la FIFA. Por consecuencia directa, ese paradigma era trasladado a esta parte del planeta como si se le aplicara un carbónico. Que hoy se quiera poner una bisagra en la Conmebol implica ni más ni menos que un acto de refundación en cuanto a la credibilidad de la dirigencia futbolística de alto nivel. Con sendos comité ejecutivos descabezados - tanto en Suiza como en la confederación sudamericana - la nueva línea de cuadros dirigenciales intenta dar un golpe de efecto con cambios sustanciales. Sin embargo, están las variaciones de forma y las de fondo; éstas últimas son las que valen.

El paraguayo Alejandro Domínguez, actual presidente de la máxima organización continental, fue taxativo respecto de cómo alcanzar la transparencia de una entidad tan ligada a la sospecha y a la corruptela. En la conferencia de prensa, realizada durante agosto pasado en Buenos Aires, se destacó una de sus frases: "Encontramos una Conmebol que tenía como objetivo el dinero, y el fútbol era un medio". Por lo pronto, se lanzó una auditoriá forense a cargo de la empresa Ernst&Young y una investigación interna, a través de la considerada firma líder en el mundo anti-corrupción: Quinn Emanuel. Los resultados de la intervención serán compartidos con la Justicia de Estados Unidos.

Mientras Domínguez sostenía que del 'feudo personal' - como calificó a las anteriores gestiones - se debía pasar a repartir más equilibradamente el poder entre presidente y secretario general, lo cierto es que en la exposición verbal se generó un efecto empático y por  el contrario se llegó al primer choque con la realidad a partir de la modificación de la Copa Libertadores de América 2017. Los coletazos aún muestran un posicionamiento político de las partes intervinientes, a la espera de la definición de cómo se clasificarán los invitados.

El titular de la Confederación Sudamericana de Fútbol enfrenta su primer reto político. (Archivo).

El más importante torneo sudamericano de clubes no sólo se jugará desde febrero hasta noviembre del año próximo sino que también va a agregar equipos en la fase de repechaje: de 32 cupos para la fase de grupos, 28 ingresan derecho y 16 jugarán dos rondas de clasificación para ubicar a los 4 restantes.

El eje de la discusión está en cómo la Conmebol definirá los cinco cupos extra para sumar al Grupo de los 16. Los mismos, hasta ahora, surgirán de: Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México. El problema es cómo se elabora el ránking para los clasificados, lo cual se terminará de resolver en la primera quincena de este mes.

Aquí es donde talla la presión de los clubes grandes a nivel continental, ya que en la primera gestión profunda ya se advierten las grietas entre quienes que el cambio los favorezca. Por ejemplo, debido a los tres ránking que la Conmebol está considerando aún sin haberse decidido por cuál será el utilizado.

En uno se toma en cuenta el coeficiente histórico en la Copa, en el que los uruguayos Peñarol y Nacional dominan; en la Argentina, River Plate aparece arriba de Boca Juniors a pesar de que éste ganó 6 Libertadores contra 3 de su archirrival.

Sin embargo, en otro se combinan el coeficiente histórico con las participaciones en los últimos diez años y los puntos por haber sido campeón en la liga de origen; en éste, el Xeneize supera al Millonario.

La tercera opción ex un mix entre las dos anterores: participación de los clubes en los últimos 5 o 6 años más el coeficiente del ránking de la Conmebol. Aquí, el cupo quedaría en poder de River. Así, a Boca sólo le quedaría ganar la Copa Argentina para adjudicarse el último cupo.

Quienes ya lo consiguieron son Lanús, San Lorenzo, Estudiantes de La Plata y Godoy Cruz debido a los méritos deportivos en el primer semestre de este año. Si se tomase este camino, los restantes cupos extra quedarían para Independiente Santa Fe (Colombia), Universidad de Chile, Cruzeiro (Brasil) y América (México).

El modelo tuvo en cuenta similitudes con el formato largo de la Champions League, en el cual puede verse el desarrollo de los grandes clubes y de las figuras estelares, por citar algunos el Barcelona con Messi, el Real Madrid con Cristiano Ronaldo, el Manchester City con Kun Agüero, el Atlético de Madrid de Cholo Simeone o el Bayern Múnich con Lewandowski.

En nuestro continente la prueba también tendrá resonancia en las ligas locales, ya que al competir en el segundo semestre en paralelo con la Copa Sudamericana se generará una complejidad a la hora de elegir jugadores para una o otra competencia.

Lo cierto es que ésta es una oportunidad histórica para que la dirigencia del fútbol sudamericano se desligue de la aureola de corrupción que tiene a varias de las más prominentes figuras entre rejas o cerca de éstas. La manera en que se resuelva el ránking de la Libertadores asoma como el primer test de fuerza. En caso contrario, todo apuntará a ser más de lo mismo

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