Aquel día de diciembre hacía mucho calor en Tandil. Máximo González, por entonces de 26 años, completaba en su ciudad natal la pretemporada dispuesto a encarar con una alta expectativa un año que podía ser el mejor de su carrera.
Ya lo había sido ese 2009 que estaba por finalizar cuando en julio se había metido entre los mejores 60 jugadores del mundo gracias a los cuartos de final a los que accedió en Buenos Aires (triunfo ante el español Carlos Moyá y eliminación frente a su gran amigo Juan Mónaco) y a la tercera ronda que alcanzó en Roland Garros.
Sin embargo aquel día de diciembre todo pareció derrumbarse para González en un simple partido de fútbol que compartió con sus amigos. De repente sintió el “crack” propio de la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla derecha.
El regreso en el challenger de Roma se dio después de atravesar un camino tortuoso que incluyó una operación y la larga rehabilitación. Y recién dos meses después, en julio de 2010, consiguió su primera victoria en el circuito al vencer al belga Olivier Rochus en Hamburgo.
Luego llegaron los altibajos. El retorno al top 100, las ganas de dejar todo en 2012, las buenas actuaciones en dobles que ya se habían insinuado años antes cuando con Mónaco ganaron en Valencia en 2008 el primero de sus tres títulos en la especialidad (después se impuso en 2015 con el brasileño Andre Sa en Umag y en 2016 con Guillermo Durán en Marrakech), el regreso al single en esta temporada...
Hasta que a los 34 años le llegó a González su primera convocatoria a la Copa Davis, competencia en la que debutaba en esta madrugada y cuando, después de besarse el tatuaje en el antebrazo izquierdo con el apodo de su padre fallecido (Lito), salte a la cancha para jugar junto a Andrés Molteni frente a los kazajos Mikhail Kukushkin y Aleksandr Nedovyesov.
En la madrugada de hoy se disputaba el encuentro de dobles, entre Machi González y Andrés Molteni contra Kukushkin-Aleksandr Nedovyesov.
“Nunca pensé que había pasado mi momento en la Davis”, aseguró González antes de referirse a Orsanic y Hood. “Daniel y el ‘Niño’ siempre estuvieron en contacto con nosotros. Incluso este año, cuando jugaron contra Italia en Argentina, nos llevaron a Andrés y a mí a entrenar dobles con ellos. Siempre tuvimos una buena relación y simplemente hablando me hicieron sentir parte.
Si bien no tocaba estar entre los cuatro siempre tuvimos una charla previa o post decisión de Orsanic de armar el equipo. Así que yo lo estaba esperando. Se dio ahora, no en mi mejor ranking porque quizá este año, por volver un poco al single, dejé el dobles de lado. Pero se dio...!.
Está feliz, pero sereno. Sabe que mañana tendrá la responsabilidad de jugar un punto importante por el Repechaje de la Davis. Quizá ahí reaparezcan los nervios. Quizá... “Esta vez me toca ser protagonista y es lindo. Estaba más nervioso antes de venir acá, en Argentina, porque no había vivido ésto del equipo, de viajar con ellos y de estar con toda la gente que lo forma y que siempre tira para adelante. Siempre hay buena onda en el grupo y todos están predispuestos para ayudar. Eso hizo que me soltara un poco. En los primeros entrenamientos estuve nervioso, sentía que estaba a prueba. No quería errar, quería hacer todo bien. Tuve un par de charlas con ‘Orsa’ y con el ‘Niño’ y me fui relajando. A medida que fueron pasando los dias me fui relajando y creo que hoy estoy menos nervioso que hace una semana atrás”, confesó.
-¿Qué significa para vos jugar la Copa Davis?
-Es un sueño que voy a cumplir. Uno, desde que empieza a jugar al tenis, quiere representar al país y por eso estoy disfrutando mucho.
La serie está empatada
Al cierre de esta edición, la Argentina y Kazajistán estaban igualados en el repechaje que disputan en Astaná, después de la derrota de Guido Pella frente a Mikhail Kukushkin y el triunfo de Diego Schwartzman ante Dmitry Popko.
La eliminatoria en la que los capitaneados por Daniel Orsanic buscan asegurarse la permanencia en el Grupo Mundial no comenzó bien porque Pella cayó con Kukushkin, la figura local, por 6-7 (5), 7-6 (5), 6-2 y 6-4, pero después Schwartzman hizo valer su jerarquía ante Popko y emparejó la serie con un contundente triunfo por 6-4, 6-2 y 6-2.
Después fue el turno de Schwartzman, 28 en el escalafón y primera raqueta argentina, quien consiguió mantener el nivel que mostró en la gira norteamericana sobre canchas duras y superó sin inconvenientes a Popko (196). El porteño fue muy superior desde el inicio del partido y lo superó en casi dos horas de juego (6-4, 6-2, 6-2). Un quiebre rápido de servicio en el tercer game destrabó el primer parcial y le permitió al Peque tomar ventaja, tenística y en lo anímico. En el segundo y el tercero no hubo equivalencias. El argentino, sólido y agresivo desde el fondo, aprovechó las chances que le dio Popko y emparejó esta eliminatoria (1 a 1).
