Enclavado entre la calle Los Álamos y el Acceso Este, corazón del distrito Fray Luis Beltrán -departamento Maipú- y a tan sólo 15 minutos de la ciudad de Mendoza, este barrio se ha transformado en modelo de gestión y de pujanza ya que a lo largo de 17 años ha cumplido ininterrumpidamente el sueño de sus integrantes de tener su techo propio, priorizando la gestión, la responsabilidad y el compromiso con los socios.
Emplazado en un predio de 26 hectáreas, el barrio Cooperativa Beltrán Norte saluda con las tejas rojas de sus techos y su arbolado verde a los cientos de autos que transitan diariamente por la ruta Nacional 7, y tienta al visitante a descubrir la tranquilidad que le brinda estar retirado de los grandes centros urbanos.
Si bien la cooperativa que dio origen a este barrio trabajaba desde el año 1968, a partir del terremoto del año 1985 renueva su vocación por la solución habitacional de la gente de la zona. Por eso, un año después el Consejo de dicha cooperativa realiza la primera reunión en la que se decide comprar un terreno que era parte de una finca plantada con viñas, comenzando con la etapa de urbanización y construcción de la primera tanda de viviendas. Luego fueron construyéndose más a lo largo de los años en sucesivas etapas, hasta constituirlo en la actualidad como uno de los más grandes barrios de las inmediaciones, superando a la villa cabecera del distrito.
Carlos Villegas, presidente de la Cooperativa Beltrán Norte, indicó que “hoy hay un total de 450 casas construidas y en este momento hay 30 en ejecución y 20 más que se licitarán en febrero. Esperamos poder entregar al finalizar este año 50 viviendas, financiadas tanto por el IPV como por la cooperativa”.
Destacó también que desde el barrio se donaron terrenos para la construcción de un CIC (Centro Integrador Comunitario), de una escuela primaria y de un hospital. “En un trabajo conjunto con el municipio de Maipú y la Provincia se ha planificado la edificación de un hospital regional en este lugar, porque está a la mitad entre San Martín y Capital, y la zona brinda un punto estratégico para este proyecto. Va a traer equipamiento moderno que va a brindar atención a la gente de la zona”, aseguró Villegas. Además, recalcó que “la construcción del hospital se encuentra ya proyectada, por lo que en cualquier momento comenzarían los trabajos”.
Primeros vecinos
Una de las personas más simpáticas que puede encontrarse en el lugar es don Francisco Salafia. Con sus 74 años se ha transformado en uno de los vecinos de mayor edad, pero de los más jóvenes en espíritu. Junto a su esposa Clorinda Fernández (72) hicieron un recorrido de cómo ha sido la vida desde que dejaron la finca donde trabajaban y decidieron radicarse en esta nueva barriada beltranina. “Antes de llegar a este lugar vivíamos en Santa Blanca -camino a Palmira- donde yo era el encargado de una propiedad rural. Allá por el año 1985 decidimos ingresar a la cooperativa que construyó este barrio, comenzamos a pagar nuestra casa y así estuvimos hasta el año 1996, que nos entregaron nuestro techo propio”, rememoró.
Clorinda no tarda en agregar algunos datos que detallan el momento de la adjudicación de las viviendas: “El otorgamiento de las llaves de la casa fue alrededor del 26 de enero. La manzana B, que es esta donde estamos nosotros, fue la primera que se entregó. En esa oportunidad se adjudicaron 40 casas entre los socios y nosotros tuvimos la suerte de salir sorteados. ¡Fue un momento emocionante!”, aseguró.
Francisco toma nuevamente la palabra para destacar las bondades de su lugar. “Aquí tenemos un club con churrasqueras, quinchos, pileta y canchas de fútbol. Los chicos también pueden jugar tranquilos en las veredas o en la calle. Además tenemos todos los servicios, aunque hace falta que se instale la red de cloacas. Pero en la entrada hay un CIC -Centro Integrador Comunitario- y hasta el colectivo en la puerta tenemos”, sintetiza orgulloso.
Clorinda, que escucha atentamente a su esposo, amplía la caracterización del lugar: “La vida acá es tranquila. Con los vecinos nos ayudamos entre todos. Cuando alguien sale, el resto se encarga de cuidarle la casa o sus pertenencias. Pero en este lugar hay tranquilidad”.
Ambos jubilados no tardaron en contar llenos de alegría que son abuelos de seis nietos y bisabuelos de seis bisnietos, y además dejaron escapar un dato por demás significativo: “Llevamos 53 años de casados”, y además se atrevieron a presagiar el futuro que le espera a su vecindad: “Con el tiempo este barrio se va a transformar en el nuevo Beltrán”.
Vecinos nuevos
Marcelo Socías (45) representa a una de las tantas familias jóvenes asentadas en este gran barrio. Él contó que es vecino del lugar prácticamente desde sus inicios: “Con mi familia llegamos acá hace 16 años, en la segunda etapa de adjudicación. Me acuerdo que sentábamos a nuestro hijo en la calle para que jugara con las piedritas, porque todavía no estaba asfaltado y era muy tranquilo”.
Marcelo, quien es profesor de educación física y productor de seguros, destacó una de las cualidades más importantes que brinda el lugar: “Este barrio me gusta porque es lindo, el hecho de que se ha ido construyendo por etapas ha posibilitado que los distintos socios que se fueron sumado con el tiempo se han integrado muy bien. De repente te vas a encontrar con personas que tienen un poder adquisitivo alto y otras que no lo tienen, y sin embargo convivimos muy bien y ha sido posible amalgamar a los vecinos. Se nota la buena onda aquí”.
Por otro lado, destacó algunas cosas necesarias para mejorar la infraestructura: “A nuestro barrio le hace falta la red de cloacas y a veces hemos tenido algunos inconvenientes con la presión del agua potable, pero últimamente este problema se ha ido solucionando. Este lugar me gusta mucho, me hace sentir cómodo porque se integra a todos los vecinos”.
Érica Santander (37) es farmacéutica y ejerce su profesión en el barrio hace más de cinco años. Mientras atiende a una vecina hace espacio para contar a Los Andes cómo es trabajar en el lugar. “En este barrio la gente es muy cálida, yo siento que puedo plasmar aquí lo que aprendí en la facultad ya que a las personas no sólo se les vende medicamentos sino que se les puede explicar distintas cosas, se les informa. Esto genera un clima distinto con el cliente, quien nos tiene mucha confianza como profesionales, yo creo que en farmacias de ciudades grandes estas cosas se pierden”, destaca Érica mientras termina de preparar el pedido de la clienta, a quien parece conocer desde hace mucho tiempo debido a la confianza que se deja traslucir en el diálogo entre ambas.
Paula Miraglio (38) es otra comerciante del lugar. Su moderno local de ropa femenina habla de su reciente llegada al barrio, y el nombre de dicho negocio -”North”- adelanta su origen: “He llegado hace poco al país, hace cinco meses aproximadamente, ya que estuve viviendo en Nueva York. Solíamos venir para las vacaciones, pero ahora ya nos hemos radicado aquí”. Además, agregó con mucha simpatía que “este barrio nos gusta porque es familiar, con gente joven y pujante”.
Paula destacó también que los vecinos suelen hacer rutinas de ejercicios, por lo que consideró como una buena alternativa equipar al bulevar que tiene el barrio con juegos para niños y aparatos para los adultos al estilo de una “pista de salud”.
Carlos Villegas aclaró que “hay cosas para hacer en el barrio, como la plaza o la escuela, pero para que todo salga es necesario el compromiso y la participación de todos los vecinos”, concluyó.