Control de caza furtiva de especies autóctonas

Por un lado, los ambientalistas y el Estado quieren detener esta actividad, pero por otro, hay cada vez más productores del Valle de Uco que alquilan sus campos para cazar y también para reducir la población de depredadores.

Control de caza furtiva de especies autóctonas

Las convivencias nunca han resultado fáciles y más cuando se comparte un hábitat natural, con reglas propias. En el Valle de Uco, la disputa entre el avance de la actividad productiva y la preservación de las especies silvestres, parece no tener fin.

Por un lado, el Estado y las organizaciones ambientalistas buscan estrategias para frenar la caza furtiva. Por el otro, cada vez son más los productores que -en respuesta a las "enormes pérdidas" que sufren- ceden sus campos a cazadores, o incluso los contratan, para defender su producción del accionar de estos animales.

El tema es controvertido y cosecha opiniones de los más variados matices en la región. Quienes practican la caza como deporte reclaman que hay superpoblación de algunas especies y que deberían revisar las vedas. Los ambientalistas dicen que son pocos y precarios los controles. Desde la Policía Rural sostienen que, por temporadas, este delito se vuelve imposible de frenar. Tanto los ganaderos como agricultores se quejan de la destrucción de sus crías y cultivos.

La caza de algunos de los ejemplares "más dañinos" (en boca de los mismos productores) está permitida en la Provincia por ley, dado que se trata de especies foráneas que fueron introducidas hace décadas y se propagaron modificando nuestros ecosistemas. Es el caso del jabalí, la liebre de Castilla o europea y el conejo silvestre.

Sin embargo, lo que preocupa es el avance de la caza furtiva sobre especies autóctonas, incluso algunas declaradas Monumentos Naturales de Mendoza (por ley N° 6.599), como son el guanaco, la liebre mara y el choique. También hay otras especies autóctonas que -pese a estar protegidas por la legislación- son acusadas de ocasionar graves daños al agro y perseguidas y depredadas, en consecuencia. Son los pumas, zorros y vizcachas.

Discusión de vieja data

"Nosotros cazamos sólo con el permiso del propietario del campo. La mayoría de las veces, ellos nos llaman. Hay un gran malestar, porque se les llevan hectáreas completas de papas o arvejas. Les matan terneros y potrillos criollos", contó M.A., quien participa de estas "cacerías por pedido" en la zona de La Carrera y en Zapata de Tupungato. En general, las 'presas a buscar' son los jabalíes y las liebres europeas, pero también reconocen que van tras las vizcachas y pumas.

"Está bien que sean autóctonos, pero cada vez son más y no sabemos cómo ahuyentarlos. El año pasado los pumas me mataron tres terneros y un montón de chivatos. Incluso, cuando se ceban, no matan sólo la presa que necesitan para comer, sino que vuelven todos los días a hacer daño nomás", comentó Raúl, un puestero del sur de San Carlos.

Los productores caprinos son, por mucho, los más afectados. La problemática lleva ya varias reuniones con referentes del sector. "Por esta cuestión, perdemos cerca de un 30 por ciento del ganado del Valle de Uco", graficó Enrique Moronta, presidente de la Asociación Ganadera del Centro. "En octubre y noviembre es la época de mayores riesgos, porque están las crías pequeñas", señaló.

Desde el sector productivo del Valle de Uco, otros referentes indicaron, además, que ha crecido mucho la población de guanacos, lo cual afecta a las pasturas. "Donde ellos comen el pasto no vuelve a brotar", dicen. Por arrasar con varios cultivos de raíz, se quejan algunos chacareros también de la vizcacha o la liebre.

Para la Fundación Cullunche, el desafío es buscar estrategias que aseguren cierta convivencia. Junto a Recursos Naturales, la organización ambientalista va a trabajar en la instalación de paneles solares y boyeros eléctricos en los corrales para ahuyentar a las especies depredadoras.

También, apuntan a la inserción y el fomento de "perros pastores" en la actividad ganadera. "No es necesario que sean de una raza precisa. Algunos mestizos han dado buenos resultados en el pastoreo", indicó Eduardo Furlán, coordinador de Cullunche en el Valle de Uco.

"Hay que recordar que es el humano el que está invadiendo el hábitat de estas especies, con el avance de los cultivos y otras actividades productivas hacia el monte y la precordillera", señaló Furlán. Reconoció que "la caza está muy arraigada culturalmente en la región" y agregó que los controles son insuficientes y "las penas nunca llegan a nada".

Los controles

Por su parte, Miguel Bobadilla, jefe de la Policía Rural en Valle de Uco, señaló que colocan sanciones y realizan capturas de distintas especies víctimas de la caza furtiva en varios puntos de la región y durante todo el año. Para realizar las inspecciones de rutina, tanto la Policía como la gente de Recursos, no pueden ingresar a campos privados. Por ello, generalmente los secuestros se realizan sobre la ruta.

"Elegimos las noches más propicias para la caza (sin luz de luna, ni viento) y actuamos con tres o más policías. Generalmente, los cazadores también van en grupo y andan con armas y cuchillos y por ahí se enojan cuando les pedimos revisar el vehículo o exigimos lo que plantea la ley", dijo Bobadilla.

Quien practica la caza como deporte debe contar con el carnet actualizado de Recursos Naturales, con los papeles del arma en regla y el permiso del dueño del campo al que han ingresado. "En caso de constatarse la ilegalidad, tanto el autor como la pieza de caza son trasladados a la comisaría más cercana. Después quedan a disposición de la Fiscalía de turno", expuso el comisario.

Los ejemplares nativos están preservados por la ley nacional de Protección a la Fauna N° 22.421 y por su correlato provincial en la N° 4.692, que es la norma que estipula las multas y que -para muchos de los consultados- requiere revisión.

Esta misma legislación da vía libre a la caza de especies exóticas: jabalíes y liebres europeas, principalmente. Esto es un gran aliciente para los productores, quienes vienen implementando hace años una cacería sistemática de estos animales que les destruyen sembradíos enteros y sistemas de riego.

"Mientras la caza de la liebre europea está permitida sólo con armas, la del jabalí puede ser con armas y con perros. No hay límites, siempre que se cuente con el permiso del dueño del campo", expone Bobadilla. Se alimentan de uva, papa, zanahoria, nuez, maíz y tomate y suelen destrozar todo a su paso. También se conocen casos en la región en los que han atacado a caballos, cabras y vacas.

Temporadas y zonas permitidas

Según aportaron desde la Policía Rural, la caza furtiva presenta cambios según la temporada. "Por ejemplo, ahora está terminando la caza del piche o quirquincho, que suele salir de su cueva cuando hace calor. En cambio, crece la de guanacos, choiques y pumas que bajan a buscar alimento, escapando de las nevadas de la precordillera. En el caso de la vizcacha, se producen cacerías durante todo el año", señalaron.

Mientras tanto, cada especie parece atraer a los cazadores a zonas específicas. La caza ilegal de guanacos, choiques, liebres maras, quirquinchos, etc. abunda en el sur sancarlino. Las rutas 143 de Paso de las Carretas, la 101 a Agua del Toro y la 40 Vieja desde Pareditas al sur, suelen ser escenarios de este tipo de capturas. Esto también ocurre en el pedemonte de Tunuyán y Tupungato.

Mientras tanto, en los campos hacia el este de San Carlos y Tunuyán hay más vizcachas, zorros, pumas, jabalíes y liebres de Castilla, al igual que los campos de Zapata, Los Cerrillos, Las Carreras, Gualtallary y otros sitios de Tupungato.

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