Contrastes bogotanos

Modernas zonas comerciales y gastronómicas se funden en el entramado de altura en el que posa sus ojos el turismo internacional. También conserva uno de los cascos coloniales más antiguos de América Latina como seña identitaria indeleble. Paseos, leyendas

Contrastes bogotanos
Contrastes bogotanos

Un tinto negro y cambia el humor de la mañana. Ni frío, ni calor, ni tanta humedad. El aire es fresco y traslada el aroma de las arepas que se deshacen en el café.

Bogotá se percibe imparable desde la salida del Dorado, el aeropuerto internacional que cuadruplicó su tamaño en los últimos años signo de los buenos tiempos. La cercanía de las montañas acunando la ciudad, dan un tono familiar al paisaje, aunque cabe aclarar que la altura -2.600 m.s.n.m.- se siente, nada que un té de coca o alguna pastillita para el apunamiento -por aquí soroche- no aplaque.

Lo cierto es que la primera impresión de caos vehicular y movimiento incesante habla de una capital pujante a la que el turista llega en búsqueda de las mieles colombianas que bien se resumen en la capital: lo mejor del café, los pescados del Caribe, las flores de Antioquía, las más bellas esmeraldas, algún relato de Gabo y tanto más.

Mientras el Trans Milenio (sistema de transporte público) atraviesa la ciudad aliviando el trajinar diario entre carreras y calles, el pico y placa, esa medida por la cual se permite el ingreso de patentes pares o impares según el día en horas álgidas, hace lo suyo. Así y todo, pareciera que los más de 8 millones de habitantes se están trasladando al mismo tiempo en la urbe,

Ahí llegan los contrastes, con el bosque alto andino, ése que crece naturalmente a más de 2.500 m.s.n.m. y que de un verde soberano se cuela entre el ladrillo y la cordillera Occidental; pinos y eucaliptus de alturas desmedidas en parques y elevaciones, y entre tanto la vida cotidiana sugiere que aquí el mayor peligro es querer quedarse, tal como rezaba el slogan que avisaba a los viajeros que la guerrilla ya no es problema.

Con una temperatura promedio anual de 14°, los bogotanos llevan sus días en una cuadrícula especialmente de servicios. Divididos en estratos -del 1 al 6- que indican los ingresos, los habitantes se distribuyen geográficamente conservando tal escala ya que pagan mayores impuestos los de mayor nivel adquisitivo en los barrios del norte y va decreciendo hacia el sur.

A la vista de altos edificios -como el Colpatria de varias decenas de pisos- y pujantes zonas comerciales se acurruca la bella Candelaria, un paseo ineludible que ayuda a perfilar tanto más, el destino de este país entre iglesias y casonas del siglo XV, XVI y XVII.

Aquí llegó Gonzalo Giménez de Quesada persiguiendo la leyenda del Dorado y a su paso encontró salinas, oro y esmeraldas como exóticos y mágicos frutos, confirmando su tesitura de una tierra prometida.

Hacia 1538 con apenas una docena de chozas y una iglesia, al abrigo de los cerros Guadalupe y Monserrate, nació Santafé y lo que posteriormente sería la capital de la Nueva Granada, hoy Bogotá.

Los vestigios de aquellos días se recogen en prístinas imágenes de frentes coloniales de balcones de madera tallada e intrépidas Santa Rita que se escapan sin permiso por los barrotes. Las tonalidades pastel, como los más intensos colores de la paleta de un pintor se intercalan a lo largo de arterias adoquinadas en las que los vendedores de cocos, frutas frescas y arepas o tortillas, arman tienda en carros improvisados cada dos pasos.

Entre palomas y maíz para convidarlas, la plaza Bolívar cercada por la Catedral Primada, el Palacio de Justicia y el Capitolio, en un paneo dan el perfil de la ciudadela antigua. El Museo del Oro (ver recuadro), la Casa de la Moneda, el Museo de la Independencia y el de Arte Moderno, entre las paradas obligadas. Necesario el paso por el Museo Botero y sus robustas representaciones.

Por las nubes

Un funicular y un teleférico llevan al cielo, al pico de Monserrate con su Santuario erigido en honor al Señor Caído y a la Virgen, la misma imagen morena que se encuentra en Barcelona. Usted está a 3.200 m.s.n.m. reza un diminuto cartel y abajo la ciudad en pleno, una panorámica acabada que es admirada desde 1640 cuando se levantó el templo.

Su Cristo de los Milagros, de madera y dolor, es el venerado arriba, está allí desde el siglo XVII y no quiere salir. Dicen que cuando en 1998 lo intentaron llevar en procesión se volvió tan pesado que fue imposible hacerlo atravesar el portal.

Un tecito de coca como para regular eso que por acá llamamos apunamiento, algunas chucherías y souvenirs de cada rincón del país, porque ya se sabe, la capital hace las veces de síntesis necesaria. (Funicular o Teleférico $ 16.000 www.cerromonserrate.com)

Dale alegría a tu cuerpo Macarena

Luego la Macarena y sus restaurantes típicos, es el barrio donde se encontraba la antigua plaza de toros, La Santamaría, que dejó de utilizarse hace unos años pero que al parecer vuelve al ruedo en 2014. Allí la rumba es pasión y obsesión, no se sorprenda si de repente y sin quererlo sus caderas replican el ritmo popular.

El Parque Nacional Olaya con amplios espacios de recreación aporta el lado más natural frente al macizo. Hacia el norte, la zona Rosa una de las más coquetas; la Zona T con grandes tiendas (esas que hace rato no se ven en Argentina, desde Versace, pasando por Tiffany & Co, Gucci o Salvatore Ferragamo, Dolce & Gabbana o Massimo Dutti)  y la G que es la que da que hablar con los emprendimientos gourmet de envergadura, esos que también dan sustento al revuelo turístico que vive el trazado capitalino. Hacia Peñas Blancas, la mismísima Shakira tiene su departamento y si buscan a Carlos Vives quizá lo encuentren en su restaurante, Caira, o al menos alcanza soñar con ello.

Entre el reggaetón, el tradicional ballenato, la salsa, el hip hop o el ballenato pop, más escuchado por aquí,  las noches transcurren moviendo el esqueleto con una Club Colombia en la mano.

Los corridos prohibidos, esos que empatan con los del narco mexicano, tienen su espacio, se cantan  y  mientras evocan a ciertos tipos como Escobar, otros tratan de olvidarlo haciendo alusión a la paz actual, con la vista en un futuro que  se percibe promisorio.

Zipaquirá legado colonial y de sal

A poco de salir de Bogotá el verde se extiende en pastizales ondulantes de estancias ganaderas que cuidan vacas esbeltas, ejemplares -hay que decirlo- que bien envidiaría la representante del chocolate, pues no están en los Alpes suizos, sino en la desmesura andina del realismo mágico. Más allá Zipaquirá, la síntesis de un entramado colonial de rústicos tonos primarios para muros y ventanas; rojo, azul y cal, para la plaza de los Comuneros, nada más. El Centro Cultural Gabriel García Márquez -precisamente el colegio de varones donde estudio Gabo- y la Estación del tren, los íconos citadinos.

Pero uno de los mayores atractivos de la zona es sin dudas la Catedral de sal, tallada íntegramente en los túneles de la mina. En un trayecto de 2 km aproximadamente se desciende 33 metros bajo la superficie para ver la nave principal del templo cuya cruz central se halla a 180 metros bajo tierra, o bajo sal en este caso.

El Vía Crucis, hermosas esculturas de ángeles alados, el espejo de agua de 80 m2, algunos de los hitos del paseo. La actual construcción data de 1995 ocupa apenas el 5% de la mina que dicen tiene reserva para 500 años más, situándose en el puesto N° 4 de las de mayor magnitud en el orbe. (Entrada $ 22.000 www.catedraldesal.gov.co)

Tren de la Sabana. Los fines de semana el convoy que lleva a Zipaquirá se cuela entre poblaciones rurales y de tiempos de la conquista, en menos de dos horas desde Bogotá.

Algunos precios

Vuelos. LAN tiene 7 vuelos semanales que conectan Mendoza y Bogotá desde $ 8170 (AR)
Ventas & Consultas LAN
0810-9999-526
www.lan.com
Moneda oficial: peso colombiano, la equivalencia es $ 1.785- U$S 1.
Para probar:  Menú en restaurante Club Colombia $ 41.000.
Arepas en la calle $ 1.200; gaseosa $ 1.100; cerveza $ 2.000. Jugos naturales desde $ 1.000.
Desayunos entre $ 2.000 y $ 3.000. Correntazo que es un almuerzo compuesto de sopa, arroz, carne y jugo natural $ 7.000.
Excursiones al Dorado Laguna Guatavita U$S 90 por persona. Bike Tour por la Candelaria: $ 41.000.

Más información
www.colombia.travel

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