Al parecer por fin comenzará a ser realidad la racionalización del gasto y el consumo de agua potable, algo sobre lo que hemos escuchado mucho sin resultados auspiciosos.
En esta situación tienen culpa tanto los ciudadanos irresponsables que no cuidan o malgastan el recurso como también el Estado, que en muchas ocasiones no hace nada para evitar las pérdidas.
En muchas comunas hay ciudadanos que se han cansado de abrir expedientes o hacer denuncias de caños que filtran el valioso elemento.
Según Agua y Saneamiento de Mendoza (Aysam), se aproxima el momento de terminar con esa terminar o morigerar esa inequidad. Habrá que pagar más pero los beneficios compensarán. Sobre todo cuando la crisis hídrica atraviesa su octavo año consecutivo, con un pronóstico poco alentador.
Vivimos en un desierto y no cuidamos el agua, la eficiencia en materia de riego está en el orden del 43% y en agua potable varía del 55% al 60%. Para riego se necesita aumentar la impermeabilización de canales que hoy sólo cubre 20% de los cursos y en el líquido de las canillas desde hace tiempo urge trabajar en el control de pérdidas, eliminar conexiones clandestinas y bajar el consumo por habitante día, esto último en base a micromedición y un sistema tarifario que premie el ahorro y castigue el alto consumo.
En el Gran Mendoza para una población servida por Aysam que alcanza los 840.000 habitantes, los mendocinos ocupamos casi 6 m3 por segundo del río Mendoza y casi 1 m3 más del acuífero subterráneo por bombeo, para totalizar casi 7 m3 por segundo.
Prácticamente 15% del río (46m3/s) lo tomamos para consumo humano, aunque lo que consumimos es menor.
Tenemos un gasto total por habitante y por día de más de 650 litros, que es un exceso a todas luces y un consumo por habitante superior a 400 litros; la diferencia son las pérdidas, el agua no facturada.
Los especialistas en la materia sostienen que por la región semidesértica que habitamos, un uso racional no debería superar los 250 litros por persona y por día según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Una diferencia abismal con lo que está ocurriendo.
Además del proyecto ANC Aguas Mendocinas (agua no controlada), la repartición planea recuperar 1,4 m3/seg, lo que permitiría atender la expansión de la demanda sin necesidad de ingentes inversiones en infraestructura y llevar el vital elemento a muchos lugares que no posee el servicio, como por ejemplo El Challao.
Además de otros planes sobre agua que se tienen en carpeta, otro tema que se pondría en marcha (no se sabe si este año o el próximo) es la instalación de 180.000 medidores de agua en domicilios y empresas. La inversión es grande: 120 millones de dólares.
Primero que nada habrá esperar realmente que se concrete en las actuales restricciones de fondos y reajustes en el estado, y luego traer del pasado la triste experiencia de que ya se quiso tomar esta esta medida en los finales de los '90, con la adquisición de 70 mil medidores que nunca se colocaron.
Si estas medidas efectivamente se llevan a cabo y los usuarios nos damos cuenta que somos protagonistas principales frente a este imprescindible recurso, la provincia podrá dar un paso importante en mejorar su infraestructura y servicios.
Para Mendoza el agua es tan o más vital que el oro o el petróleo, y debemos cuidarla en consonancia.