Contaminación visual, un mal creciente

La contaminación visual abruma a lo largo y ancho de nuestra provincia, en las ciudades, en los pueblos, en los caminos rurales.

Contaminación visual, un mal creciente
Contaminación visual, un mal creciente

Estamos habituados a tratar temas de contaminación del medio ambiente, tales como los basurales, las bolsas de plástico, la contaminación de los cauces de riego y acequias en la ciudad con plásticos y otros elementos. También se trata con asiduidad la contaminación de los suelos con pesticidas, que luego derivan en contaminación de las napas freáticas. La contaminación sonora suele dar lugar a serios altercados entre vecinos y en zonas más amplias donde se instalan locales bailables. No pocas veces son los automóviles con escapes libres o motocicletas similares, las que agreden los tímpanos de las personas.

Menos habitual es analizar el grave problema en que se ha convertido la contaminación visual. Hay consenso en las definiciones ya que se entiende por contaminación visual todo aquello que afecte la estética visual de un paisaje urbano o rural, causando un desequilibrio en la disposición de los componentes, colores, contrastes o cualquier otro elemento que pueda ser molesto a la vista e impactar negativamente en la sensación de bienestar de la persona. Este tipo de contaminación percibida a través del sentido de la vista expone diariamente a millones de personas, principalmente en las ciudades, a estímulos agresivos que las invaden y contra las cuales no existe ningún filtro ni defensa.

Son numerosos los elementos que producen contaminación visual, seguramente el de mayor importancia es la cartelería publicitaria de todo tipo, acompañada por los cableados eléctricos, telefónico, televisión. Los postes en las veredas, las antenas, los grafitis, los edificios deteriorados, baldíos convertidos en basurales. Todos elementos que por su uso excesivo, su ubicación y su tamaño, entre otros aspectos, todos ellos dispuestos por los humanos, los convierten en elementos o agentes contaminantes a la vista.

La arquitectura urbana y el pasaje rural parecen desvalorizados, el espacio público desvirtuado e invadido por postes, sostenes de carteles, refugios, el tránsito peatonal entorpecido, los árboles deteriorados.

Hay también acuerdo en quienes estudian este tema en que la contaminación visual es un excesivo estímulo a la vista y consecuentemente al cerebro de las personas y que por ende produce daños que pueden ser muy graves. Generalmente provocan ansiedad, excitación, mal humor, irritación, alteraciones del sistema nervioso, trastornos de atención, estrés, Las personas con mayor sensibilidad, con discapacidades, los niños y ancianos son los que más sufren. En muchos casos estas personas terminan aisladas, no quieren transitar por las calles.

Quizás el mayor factor de contaminación visual sea la increíble cantidad y diversidad de cartelería de todo tipo y tamaño. Buena parte de esta cartelería está dispuesta o autorizada por los municipios, son estos los responsables directos en el tema cartelería y publicidad en la vía pública. Sin duda que el propósito de los municipios es recaudar ya que mientras más carteles hay más se recauda; la voracidad fiscal es insaciable.

En el caso de las ciudades miles de carteles invaden sitios en las veredas dificultando o impidiendo la visual en la circulación; hay esquinas en la que las que los conductores deben jugar a una especie de "ruleta rusa" para atravesarlas. A esta contaminación también contribuye el desorden existente en el estacionamiento de los automóviles. La consecuencia es la enorme cantidad de accidentes que se producen por estas obstrucciones visuales.

Quizá sea hora de tomar el tema de la contaminación visual como un problema grave, que requiere soluciones.

En síntesis, somos los humanos los que producimos contaminación visual, la naturaleza no sólo no contamina, sino que en gran medida produce belleza y alegría. Por lo tanto, es sobre la conducta de los humanos donde se debe actuar, pero deben comenzar por dar el ejemplo los organismos municipales, no pueden autorizar o tolerar la invasión del espacio público.

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