Las disposiciones de la restricción de la movilidad de las personas y junto a ello el aislamiento obligatorio, por el desplazamiento del peligroso virus del Covid 19, dispuesto en nuestra provincia, en consonancia con el resto del país, ha obligado a millones de personas a quedarse en sus casas para prevenir el riesgo de contagio ante la pandemia.
Como derivación de esa menor circulación de personas por las ciudades y las zonas deshabitadas y del campo, se han generado beneficios en el medio ambiente, situación que en Mendoza la observamos con el cielo más diáfano y el contorno de la montaña despojado de bruma o polvo en suspensión, como muchas veces apreciamos.
Ese menor desplazamiento de pobladores, especialmente muchas veces en operativos de caza furtiva, habituales en nuestro territorio, brindó mayor libertad a distintos animales componentes de la fauna mendocina y lo mismo ocurrió en otras provincias.
La reducción de los movimientos del ser humano no sólo generó beneficios para el medio ambiente, especialmente en el piedemonte y otros sectores descampados de los departamentos, sino que posibilitó una mayor libertad a distintos animales, muchos de los cuales se animaron a acercarse a sectores antes impensados, como la ciudad capital.
Es así que han vuelto a verse, en las jurisdicciones más pobladas, especies autóctonas que han reaparecido, como gavilanes y otras aves.
La experimentada ambientalista Jennifer Ibarra, de la Fundación Cullunche, ha explicado que algunos de estos depredadores bajan a nivel de suelo para cazar ratas y ratones en las acequias o palomas en otros sitios.
“Son nuestros vecinos, siempre están ahí”, dice la comprometida veterinaria, quien propende a que no se dispare con armas de aire comprimido a estos representantes de la fauna, como, inexplicablemente, ha ocurrido en muchas ocasiones.
En otros puntos del área capitalina se ha observado una mayor presencia de zorzales, tordos, horneros y pájaros carpinteros.
Una de las últimas novedades de estas reapariciones, vino de Neuquén, donde se fotografió por primera vez en el país al loro choroy, uno de los animales más inteligentes del mundo, según biólogos y zoólogos.
El ejemplar fue avistado mientras se alimentaba de manzanas silvestres junto a una bandada de cachañas (cotorras) en el Museo Municipal y centro de interpretación El Charrúa, de la localidad neuquina de Aluminé.
Los expertos de la Dirección de Recursos Naturales Renovables de la provincia y del programa de Conservación de la Biodiversidad Urbana, y los miembros de organizaciones ecologistas, manifiestan que la oportunidad que se presenta para defender el ambiente y la fauna existente, es única y deberíamos aprovecharla.
Por eso será importante seguir combatiendo a los cazadores furtivos, verdadero flagelo de nuestra fauna, porque no hay garantías de que no reaparezcan con sus prácticas que atentan contra la naturaleza, no bien las restricciones desaparezcan.
Inclusive, en plena temporada de aislamiento, hay individuos que han salido a cazar con total desaprensión.
El mal momento vivido por la pandemia puede conducirnos a una nueva dimensión de protección de los animales en general, no sólo los que están en peligro de extinción.
Para con ello empezar, una mejor relación con los lugares del campo y su flora, patrimonio natural que no podemos darnos el lujo de perder o poner en peligro.
Sería importante, entonces, que cuando volvamos a la normalidad, sea esta cualquiera que sea, el respeto al medio ambiente y a todas las criaturas que lo habitan, sea incorporado a la misma.