La Selección argentina Sub-20, que dirige el mendocino Pablo Cairo, ayer tuvo su última jornada de práctica en Mendoza sobre el parquet del estadio Salvador Bonanno. Un frenético zumbido de patines acompañó (como música de fondo) los ejercicios tácticos a lo largo de las dos horas programadas en pista.
En la recta final de la preparación, para del Mundial en Vilanova (España), el elenco albiceleste sigue construyendo su identidad. Un trabajo que deja traslucir, ante los ojos del cuerpo técnico, las palabras “potencia”, “dinámica” y “colectivo”. Bastaron algunos movimientos (un pequeño partido de rugby, con anotaciones en los arcos) para comprender los fundamentos de su hockey. La definición de “equipo” es mucho más atractiva, una labor que fue sumando esfuerzos para restar a su vez protagonismos individuales.
Ellos sobre la pista
1. Construyendo confianza: La Selección se potencia; los jugadores se han transformado en piezas de un engranaje mayor, entienden sus roles y también aprenden cómo ayudarse mutuamente. Trabajan sobre la rotación y también la polivalencia proponiendo un planteo de juego más compacto.
2. Objetivos comunes: El sueño de “ser campeón del mundo” los une; es el incentivo para que desplieguen su potencial (que va en aumento luego de la concentración realizada en Jachal).
Una vez Michael Jordan, considerado uno de los mejores basquetbolistas de todos los tiempos, dijo: “El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”.
El plantel de Cairo se afirma en la búsqueda de su identidad, ese rasgo de personalidad para afianzarse en su campaña mundialista. En pocos días tendrán su “bautismo de fuego” en el campeonato Internacional Daniel Martinazzo. Allí, sin mayores presiones que ser ellos mismos pondrán en escena su “valor” y “determinación”.
3. La diversidad: El equipo es homogéneo, suma experiencias y también propuestas de juego diferentes. En la variedad está su riqueza, cuenta con jugadores de jerarquía dispuestos a la sorpresa.
