Construyen refugios para alumnos de zonas rurales de Tupungato

Uno se halla junto a la escuela técnica, para que chicos que hacen doble turno puedan descansar, estudiar o merendar. Otro funcionará en una casa particular.

Construyen refugios para alumnos de zonas rurales de Tupungato

Que una gran porción de su población viva en zonas rurales, hace que Tupungato enfrente la misma problemática con cada inicio de clases. Son muchos los estudiantes que deben pasar gran parte del día fuera de su casa para cumplir con doble turno y demás exigencias escolares o porque las distancias diarias que recorren son amplias y las frecuencias de colectivo, escasas.

Con el fin de lograr que los chicos estén contenidos y tengan un sitio seguro donde comer, descansar y estudiar, han surgido en la comunidad dos iniciativas solidarias. Ambas buscan lo mismo: proponer una especie de 'refugio' donde los adolescentes y jóvenes de distritos rurales puedan pasar las horas "sandwich" o de espera.

En el predio de la escuela técnica República Italiana, los profes de los talleres trabajan -desde fines del año pasado- en la construcción de un ambicioso quincho. Ellos lo diseñaron, aportan su mano de obra y hasta se ocuparon de involucrar a toda la comunidad en la consecución de los materiales necesarios.

Por otro lado, la asociación Encuentro -que estrena personería jurídica- está refaccionando un domicilio del barrio Mitre para ofrecerlo como 'refugio de día'.

Los precursores, en realidad, son los maestros y papás de la primaria de La Carrera, Ricardo Palma. Para facilitar el acceso de sus alumnos a la secundaria, hace una década armaron una 'casita' en un barrio céntrico de Tupungato, donde los papás se turnaban para cuidarlos. El proyecto fue exitoso y permitió que muchos se recibieran, aunque no logró tener continuidad.

Proyecto escolar

Los docentes de la Técnica -como todos conocen al colegio en la zona- no son de bajar los brazos fácilmente. En 2012, les construyeron el "cascarón" del edificio donde tendrían los talleres, pero los fondos que recibieron luego no alcanzaban para dividir el lugar en las 13 aulas que necesitaban.

Entonces, se arremangaron los mamelucos y se pusieron manos a la obra. Hoy tienen espacios y equipamientos para el trabajo áulico que serían la envidia de más de una industria del sector. Y todo lo consiguieron a fuerza de lucha. "Tengo docentes muy comprometidos y voluntariosos", acota con orgullo Raúl Flores, jefe general de Enseñanza Práctica de la escuela.

A la República Italiana asisten diariamente unos 420 alumnos (en las modalidades Equipos e Instalaciones Electromecánicas y Química) y un porcentaje considerable proviene de distritos alejados, como San José, Cordón del Plata o El Peral. Todos tienen talleres y materias en contraturno, por lo menos una vez a la semana. "Aunque vivan en el centro, a veces la hora y media que tienen libre no les alcanza para ir a comer a sus casas y volver", señala Luis Luconi, uno de los profesores.

"Los chicos esperan y comen en las aulas, en el patio o en las galerías, con el trastorno que esto ocasiona. Tampoco tienen sitios donde cambiarse",  agrega Cristian Montaño. De allí, que surgió la necesidad de construir un quincho, que también les va a venir bien como escenario de las actividades recreativas que realizan -cada tres meses- cuando cada grupo hace la 'rotación' de talleres

La idea de encarar la obra surgió hace dos años, pero se les pasó 2015 organizando estrategias para conseguir los recursos. Entonces, decidieron empezar de una vez y aparecieron las manos solidarias: la escuela cambió motores por palos, la gente de Informática donó membranas para el techo, docentes reunieron dinero, una familia (Frizón) aportó el ripio.

"Nosotros trabajamos cuando tenemos un ratito. También, los vamos a involucrar a los alumnos", confió el profe Homero Bocia. La dupla Hugo Baldazzo y Raúl Márquez se ocupó del diseño arquitectónico y de los cálculos. "Habíamos ideado una bomba, pero debimos bajar las pretensiones", comentaron entre risas.

El edificio (de 70 metros cuadrados) tendrá paredes bajas, con terminaciones en vidrio y tejido de cañas. Tendrá gas natural y agua potable. ¿El mobiliario? No les preocupa. De la misma manera que fabrican mesas, sillas y bancos para distintas instituciones tupungatinas; confeccionarán las propias para sus alumnos.

La despensa de doña Marta Alicia Sánchez, en el barrio Mitre, se está transformando en algo muy distinto.  Allí, los chicos de la asociación Encuentro trabajan en la instalación de la red wi fi y en la búsqueda de muebles para que los estudiantes de distintas escuelas puedan utilizarlo como 'refugio de día'.

Ellos tienen en común el militar en una línea del radicalismo local, pero también el provenir de comunidades rurales. "Sabemos lo que es pasar horas y horas en la calle, en la terminal o en las plazas", apunta Noelia Poblete. "A merced de las inclemencias del tiempo y de la inseguridad", agregó Cintia Manzano.

Marcelo Osorio, diputado provincial e integrante del grupo, destacó que no tienen recursos para ofrecer el servicio de comedor, como les hubiera gustado, pero dijo que piensan instalar un horno microondas y las comodidades como para que almuercen en el sitio. También, quieren armar una biblioteca.

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