Desde tiempos ancestrales, el hombre necesitó cobijo por lo que empezó utilizando los materiales más cercanos: la madera de los árboles y el suelo o tierra cruda. El uso de la tierra cruda ha permitido identificar distintos periodos históricos de la arquitectura, conformando parte del patrimonio de la Humanidad.
Los pueblos con tradiciones ligadas al culto de la tierra han adecuado sus construcciones al clima y costumbres de su sociedad, combinando uso racional de los recursos naturales y optimización para aplicación en vivienda y albergue.
Los cuatro componentes básicos de la tierra son: arcilla, grava, arena y limo. Combinando la arcilla con el agua se forma el barro, que seca y endurece pero que es inestable frente al agua y la humedad y conjuntamente con los otros componentes conforma el esqueleto granular resistente.
Con esta tecnología constructiva el material resistirá esfuerzos de compresión ante cargas verticales como la mampostería de ladrillo pero no soportará esfuerzos de corte y tracción por cargas horizontales como las que genera un sismo.
Los terremotos han expuesto el pésimo comportamiento de las construcciones de adobe con profundas secuelas de destrucción y muerte. Prueba de ello, Argentina registra la desaparición de Talavera del Esteco, Salta en 1692, de la ciudad de Mendoza en marzo de 1861 y de la ciudad de San Juan el 15 de enero de 1944.
En este último movimiento, el número de muertos (8.000 personas) fue causado por el colapso de las construcciones de adobe y ese hecho dio origen a una política de prevención sísmica localizada en San Juan, pero extendida luego a todo el país.
Un ejemplo es el caso de la ciudad de Mendoza, que al mes de producido dicho terremoto por decreto municipal prohibió la edificación en adobe.
Para evitar catástrofes es necesario disminuir la vulnerabilidad de las construcciones ante un sismo, que aunque puedan dañarse o colapsar, permitan proteger la vida humana.
Prueba de ello fue el excelente resultado de aplicar las enseñanzas del terremoto de 1944 cuando el sismo de Caucete de 1977 no produjo daños significativos en la ciudad de San Juan, reconstruida con pautas sismorresistentes, con respecto a la destrucción total de la construcción en adobe de la ciudad del centro sur de la vecina provincia.
Según el último censo, en Mendoza hay todavía cerca de 50.000 viviendas de adobe (11,7%), las que representan un riesgo importante en zona urbana por su vulnerabilidad ante un terremoto significativo. Otro caso, para lamentar fue el sismo del 26 de enero de 1985 en Mendoza (foto).
La experiencia de Perú
La investigación más importante en el tema de construcciones de tierra bajo acción sísmica la ha realizado Perú durante los últimos 40 años en la Universidad Pontificia Católica del Perú, después de la muerte de 40.000 personas en Huarás, en el norte de Perú, en 1970.
La tierra cruda puede usarse en construcción como tecnología en bloque monolítico (tapial), en elementos de albañilería (adobe) o como estructura en técnicas mixtas de entramado (quinchas). Las técnicas tradicionales y no tradicionales estudiadas (mallas de cañas internas, de acero y polímeros externos) mejoran el comportamiento del adobe pero presentan inconvenientes en su aplicación.
Prueba de ello fue el terremoto de Pisco, también en Perú en 2007, que demostró que no disminuyó la vulnerabilidad destruyendo 38.000 viviendas y matando 500 personas.
Por ello se requieren transformaciones culturales importantes a fin de cambiar el modo en que se construye artesanalmente. Hay reticencia al cambio en la forma de construir por razones culturales y económicas. Las técnicas más adecuadas son más costosas, tanto en dinero como en tiempo y requieren más habilidades en el proceso constructivo.
Perú es el país que más ha normalizado la construcción en adobe. Nueva Zelanda tiene normativa no aplicable a vivienda social, requiriendo profesionales especializados en el diseño de la construcción en tierra.
La normativa de Chile no contempla el uso del adobe; solamente tiene pautas para la puesta en valor de construcciones de tierra con valor patrimonial. Costa Rica tiene prohibida la construcción nueva en adobe, tapial o bahareque relleno.
El mito que es una falacia
Argentina no incluye en sus reglamentos de seguridad a la tierra como material de construcción sismorresistente, por lo tanto no es obligatoria su enseñanza en las carreras universitarias de grado. Las construcciones en tierra cruda en el país tienden a concentrarse en zonas rurales o de asentamientos de vivienda precaria, disminuyendo la cantidad a partir de mediados del siglo XX.
Actualmente se ha incorporado el mito de que cualquier construcción en tierra es "sostenible", pero es una falacia ya que las condiciones ambientales son determinantes para el espesor de las paredes y los riesgos naturales, como los terremotos e inundaciones, afectan el comportamiento del conjunto.
Otro mito de la construcción en tierra guarda relación con la enfermedad de Chagas. El barro no causa dicha enfermedad, pero puede favorecerla por la presencia de huecos y calor en muros y techos, situación no privativa de solo este material sino de otros materiales de construcción tradicionales.
En el Ceredetec de la UTN se han realizado ensayos en escala natural de muros de quinchas con caña de Castilla, barro y escuadrías de álamo y sus resultados pueden aplicarse a esta tecnología en Mendoza pero no pueden extrapolarse ya que cada región tiene materiales locales con diferentes características de resistencia y condiciones ambientales.
Pero esta tecnología requiere un mayor costo en materiales, capacitación para la ejecución y mantenimiento permanente para que sea una construcción segura y durable.
(*) Sismología e Ingeniería Sísmica, Ceredetec, UTN, FRM.