Los partidos en el poder en Austria estaban consternados ayer tras haber sido eliminados la víspera en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en las que el candidato de la ultraderecha Norbert Hofer quedó en primer puesto con el 35% de los votos.
Con la crisis de los refugiados como telón de fondo y el auge de los populismos en Europa y Estados Unidos, Hofer, cercano al líder del partido de extrema derecha FPÖ, Heinz-Christian Strache, dejó atrás a los candidatos del partido socialdemócrata y conservador, unidos en una gran coalición desde 2008.
Con el 35% de los votos, según los primeros resultados oficiales, este discreto vicepresidente del parlamento, de 45 años, logró el mejor recuento obtenido por su partido desde la Segunda Guerra Mundial en una elección nacional en Austria.
El segundo más votado, aunque a gran distancia, fue el ecologista Alexander Van der Bellen, con el 21,3% de los votos, al que Hofer se enfrentará en segunda vuelta el 22 de mayo.
Por su lado, el socialdemócrata Rudolf Hundstorfer (SPÖ) y el conservador Andreas Khol (ÖVP) quedaron eliminados, al obtener el 11,3% y 11,1% de los votos, respectivamente.
“El paisaje político heredado de la guerra ha quedado por los suelos”, aseguraba el diario Salzburger Nachrichten, mientras otros periódicos lo comparaban con un “tsunami” o un “terremoto” político.
En portada, el diario Die Presse titulaba “El día en que Austria se volvió azul”, el color del FPÖ. En efecto, Hofer llegó en cabeza en el 90% de las comunas, con la excepción notable de Viena.
Visiblemente aturdidos, el canciller austríaco Werner Faymann (SPÖ) y el vicecanciller Reinhold Mitterlehner (ÖVP), cuyos mandatos no expiran hasta 2018, excluyeron cualquier tipo de reestructuración, al menos en caliente.
Faymann, que dijo estar "entristecido" por el resultado, aseguró que el gobierno trabajaría "más duramente" de ahora en adelante.
Varios líderes populistas europeos celebraron el éxito del FPÖ, como la presidenta del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, el holandés Gert Wilders o el alemán Frauke Petry.
En el poder en Viena desde hace ocho años, la “gran coalición” derecha-izquierda sufre un innegable desgaste y vive una desafección por parte las élites que también afecta a otros países europeos, según los analistas.