La matriz productiva de Mendoza y los valles andinos irrigados de otras provincias se basa en la producción intensiva de frutas y hortalizas, donde la vid y el olivo son los principales cultivos en superficie. Un cambio de esta matriz es factible pero debe estar basado en estudios técnicos, económicos y sociales que puedan dilucidar claramente el impacto que el mismo pueda ocasionar.
La producción de oleaginosas (soja, girasol, etc.) o cereales (maíz, trigo, etc.) es posible en Mendoza, dados los avances tecnológicos que están disponibles actualmente (genética, plaguicidas, maquinaria y otros). Sin embargo aparecen luces rojas cuando analizamos la logística de la que dispone la región para cultivos de esta naturaleza, el cálculo de la superficie mínima de siembra para asegurar rentabilidad o la factibilidad de mecanizar el cultivo. Otros factores también a considerar y de gran importancia para nuestra región son la disponibilidad de agua y la oportunidad de riego, factores clave para lograr rendimientos competitivos; esto implica incorporar tecnología de riego y un incremento en los costos de producción.
Desde el punto de vista social, se debe considerar el impacto que podría tener un cambio de matriz productiva sobre la ruralidad. Al ser los cereales y oleaginosas cultivos de baja demanda de mano de obra y al reemplazar a cultivos intensivos, esta conjunción podría contribuir a aumentar la emigración de la población rural hacia las ciudades.
Podríamos sumar a la argumentación otros considerandos, no obstante los puntualizados hasta aquí dan idea de que el cambio de matriz productiva no es sencillo, y que su impacto excede generalmente al productor.
Es importante evaluar qué iniciativas de diversificación o ampliación de la matriz productiva pueden ser consideradas y de alguna manera complementar otros desarrollos productivos que generen agregado de valor en los territorios, caso de la avicultura o la producción de carne bovina y/o porcina. La complementación de la producción de forraje o alimentos y su transformación a carne puede aumentar la productividad del territorio y transformarse en un modelo productivo a considerar y desarrollar.
Desde el INTA apoyamos estas iniciativas, generando información que pueda ayudar a la toma de decisiones y de esta forma asegurar modelos productivos sustentables.