El patrimonio cultural está constituido por bienes de raíz arqueológica, histórica, artística, ambiental y paisajística, ya sea heredados del pasado o contemporáneos.
Dentro de esa caracterización, la producción literaria adquiere una dimensión de aporte inconmensurable para los lectores del momento y los futuros que nos sucederán.
En este marco, nos parece procedente considerar como hecho cultural de valía porque fija connotaciones patrimoniales un trabajo realizado desde la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo, donde se concretó y pulió el denominado Proyecto de Conservación y Conformación de Archivos de Escritores Mendocinos.
El auspicio correspondió a la histórica casa de estudios de las letras y plasmó la iniciativa la magister Marta Marín, quien llegó a un logrado final merced a un subsidio del Fondo Provincial de Cultura.
El trabajo concentró su exploración en documentos y manuscritos pertenecientes a los escritores mendocinos Fausto Burgos (1888-1953), Jorge Enrique Ramponi (1907-1977) y Antonio Di Benedetto (1922-1986).
La citada profesional rescató papeles, informes, manuscritos, textos inéditos y documentos de estos tres autores que hicieron tanto por la cultura local y regional.
Fausto Burgos fue un escritor, novelista, cuentista y poeta, nacido en Tucumán, pero que gran parte de su trabajo lo realizó en Mendoza.
Ramponi es recordado como un destacado poeta, autor del poema Piedra infinita, publicado en 1942. En su caso, se procedió a un ordenamiento y sistematización de los materiales hallados, consistentes en textos publicados, inéditos, recortes de diarios referidos a sus obras y conferencias.
La tarea también alcanzó a Antonio Di Benedetto, periodista, escritor y exsubdirector de este diario, del que se conocen diversos estudios realizados sobre él. No obstante, las fotografías resguardadas aportan otros elementos, como configuración de redes sociales y datos biográficos de cuando el autor vivió en el exilio.
El emprendimiento nos remite a la reciente edición conmemorativa de la obra “Rayuela”, de Julio Cortázar, por parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), que recuperó, por primera vez desde 1983, la reproducción facsimilar del “Cuaderno de bitácora”, la libreta en la que el otrora profesor de la UNCuyo escribía ideas, escenas y personajes de su futura creación durante el proceso de escritura. El cuaderno permite, como un juego de los que tanto gustaba a Cortázar, un diálogo del autor con el lector sobre la novela que traspasa las fronteras del tiempo.
La intención del proyecto de resguardo de archivos de escritores apunta a propiciar una pertenencia local y conservar documentos de origen mendocino.
El valioso trabajo fue entregado a la Biblioteca General San Martín, donde quedará en guarda permanente, por tratarse de un bien patrimonial local. A la vez, podrá ser consultado por todo interesado y las casas de cultura municipales recibirán una copia.
Se trata de un interesante trabajo de búsqueda y rescate que tal vez a futuro se podría extender a otros narradores del medio, como por ejemplo, don Juan Draghi Lucero.
Cuidar, proteger, conservar los documentos que complementan una obra literaria, es un aporte significativo y un esfuerzo que ha apuntado, no al análisis crítico o literario, sino a la protección del papel para evitar el deterioro, porque algunos de ellos ya casi alcanzan los 100 años. En los documentos hay trazos de los autores, correcciones, agregados.
Muchos textos están escritos a máquina, otros a mano, con tintas que ya casi pierden su color en el amarillo de la hoja. Sería oportuno poder digitalizarlos y así mejor conservar este acervo.
En suma, tiene mucho valor conservar material de estos tres autores, ya que, prácticamente, hay un siglo de historia literaria mendocina, en personas que trabajaron muchísimo por nuestra cultura.