Recientemente, el gobierno nacional presentó un plan para combatir el narcotráfico en el país. La iniciativa incluye distintas acciones y pasos, como incautar bienes de origen ilegal, erradicar el paco, abordar el problema de las adicciones y coordinar el accionar de las fuerzas de seguridad para llevar a cabo los operativos.
“Argentina sin narcotráfico”, como se denomina el nuevo programa. contempla el ingreso de fuerzas federales y provinciales en aquellos barrios que tengan el mayor índice de violencia del país, en una puja que pretende quitarles a las bandas organizadas el manejo territorial en cada zona conflictiva que hoy en día se advierte. De esta manera, el gobierno de Mauricio Macri pretende cumplir con una de sus más fuertes promesas de campaña, por lo que es de prever que la erradicación de este mal que sufre la sociedad argentina pueda llegar a ser encarado con inteligencia, fundamentalmente.
La Iglesia, a través del obispo Jorge Lozano, expresó su beneplácito por la iniciativa oficial. El prelado, a su vez, fue reconocido por el propio Presidente al recordar éste que hace tres años una iniciativa de dicho miembro de la Iglesia había dado paso al compromiso multipartidario para luchar contra la droga en la Argentina.
Por otra parte, monseñor Lozano hizo pública su satisfacción, y la de la Iglesia en su conjunto, por el envión dado desde el Gobierno para que la propuesta anunciada prospere. Y comparó los pasos que se están dando en esta primera etapa del gobierno macrista con lo que ocurrió durante los años del kirchnerismo.
Según el obispo Lozano, hubo funcionarios de alto rango durante la gestión presidencial de Cristina Kirchner que “negaban el problema (del narcotráfico) o lo minimizaban”. Por ello la búsqueda de consensos en temas de importancia para la sociedad es una cuenta pendiente que este gobierno tiene la oportunidad de revertir para bien.
Sabido es que la Iglesia argentina señaló frecuentemente en los últimos tiempos los problemas derivados del consumo y tráfico de la droga en distintas capas sociales. El trabajo que religiosos y laicos realizan en cada una de las jurisdicciones es más que suficiente para tener un diagnóstico certero de las debilidades que en materia de drogadicción afectan a nuestra población.
Posiblemente un buen abordaje del programa anunciado por el Presidente sirva de ejemplo de que, como bien decía también el obispo Lozano, la búsqueda de consensos en torno a los grandes temas de los argentinos no es propiedad de ninguna figura política ni sector partidario, sino de todos quienes desde el Estado y las organizaciones de la sociedad tienen la obligación de velar por la salud física y mental de la gente. Si la dirigencia política en general se suma seriamente a esta propuesta del gobierno compartida por la Iglesia, en el país habremos dado el puntapié inicial para entender que el de la droga es un drama nacional.
