Con un retraso de algunos meses en su calendario de actividades, se puso en marcha uno de los eslabones para asegurar y mantener los bienes patrimoniales mendocinos: el Consejo Provincial del Patrimonio.
El arranque de este organismo, concebido en la Ley de Patrimonio 6034 es auspicioso por el compromiso que se advirtió en las autoridades convocantes y los distintos representantes municipales, centros de investigación y ONG privadas.
Patrimonio (de pater) es la herencia legada por los ancestros, las reservas de la memoria colectiva; Patria viene de la misma raíz, por lo tanto el patrimonio se relaciona íntimamente con la sociedad, nos permite construir nuestra identidad. La sociedad cuida el patrimonio cuando se identifica con ese legado y lo asume como propio.
“Las políticas de invasión cultural, tienen por finalidad arrasar y borrar todo vestigio de la memoria social (patrimonio) y construir nuevas formas de gobierno en pueblos sin memoria ni identidad para poder imprimir su sello”, sostiene la doctora Emilce Sosa, coordinadora de Acción Artística y Cultural de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo.
Es comprobable que la cultura no cuenta con presupuestos holgados, y a veces ni siquiera los necesarios. Observando el panorama provincial, siempre surgirán mayores necesidades que las patrimoniales. Pero, resulta inapelable que una buena política es la educación y la apropiación de bienes que nos representan y resultan imprescindibles para saber qué pasó antes de que nosotros viviéramos en este suelo.
Por eso es necesario que las propias municipalidades hagan todo lo posible por mantener viva su memoria y amparar lo que contiene su territorio. Con políticas inclusivas se podrían ofertar estos hitos como propuestas turísticas y recuperar parte de las inversiones a largo plazo. De hecho el patrimonio en Europa es autosustentable y ligado a la industria sin chimeneas. Por eso cobran por mirar.
En cuanto a los planteos que se presentaron en la reunión inicial del consejo, surgió la necesidad de intervenciones urgentes para salvar el ex molino harinero Reynaud, de Carrodilla (Luján de Cuyo); lo poco que queda del Acueducto Histórico El Challao; la Toma de los Españoles, sobre el río Mendoza, y otros acervos muy debilitados.
En lo que concierne al molino, su desmantelamiento equivaldría justamente a la pérdida de la memoria de las formas económicas y de vida de la antigua Mendoza colonial, ya que ésta era una ciudad triguera, donde las formas de existencia eran muy distintas a las de hoy. Este patrimonio es uno de los últimos testimonios que quedan en pie para apuntalar la reconstrucción de nuestra historia.
Lo esbozado es apenas la punta del iceberg. Hay una lista muy grande de componentes por recuperar y proteger. Es de esperar que los mendocinos seamos capaces de lograrlo y que no queden materias pendientes, como ocurrió, dentro de un panorama muy general, con el cine Artemisia, de Tupungato, abierto en 1961, y demolido en 2011.
