Conseguir ropa o viajar, dos problemas para la gente alta

Situaciones cotidianas como subir a un micro o avión; ducharse y hasta encontrar los pantalones o zapatos a medida, pueden resultar muy incómodas para los que superan el metro noventa.

Conseguir ropa o viajar, dos problemas para la gente alta

Como Gulliver en Lilliput, aunque sin sogas que los amarren y mantengan inmóviles y boca arriba en tierra firme.

O, en todo caso, esas cuerdas tirantes podrían ser -metafóricamente hablando- las limitaciones para conseguir ropa (ni hablar si se le agrega el detalle de "que guste") y calzado; para viajar cómodos en el transporte público o hasta para poder ducharse con comodidad. Incluso, también esas miradas y comentarios prejuiciosos de quienes están alrededor y que tiran más que cualquier soga.

A fines de julio, un estudio internacional dejó en evidencia que los hombres argentinos son los más altos de América Latina, habiendo crecido 12,3 centímetros en la media histórica durante los últimos 100 años y ocupando el puesto 55 a nivel mundial.

Sin embargo, ser alto -o más alto de lo convencional- no es simple en Mendoza. Y tanto aquellas mujeres que superan 1,80 metro como los hombres que están por encima de 1,90 metro deben lidiar con ello y sus consecuencias a diario.

"En lo que es ropa, no podés elegir nada que te guste y tenés que llevarte lo que encuentres y te quede bien. Lo mismo ocurre con el calzado. Para ducharte es todo un tema, pero uno ya se acostumbra. Además, en los micros voy parado, pero cuando es un viaje de larga distancia es bastante incómodo", destacó Abel Trejo (26), quien mide 2,05 metros -por esto lo apodan irónicamente Chiqui-, vive en Rivadavia y juega al básquet.

"Tiene sus ventajas también. Alcanzo todo por mi cuenta en el supermercado, no necesito una silla para buscar las cosas y me ha dado un montón de cosas ser alto. Yo puedo vivir de jugar al básquet gracias a mi altura", destacó el joven.

La mayoría de los altos consultados por Los Andes confesaron pasar a diario por estas situaciones, aunque ya lo han asimilado como algo natural y hasta lo toman con humor ("Llegamos a donde los demás no llegan y en el súper siempre nos piden ayuda", coincidieron entre risas). No obstante, también están aquellos a quienes esta característica distintiva los acompleja.

"Ha sido mi gran problema y complejo durante toda mi vida porque, además de ser alta, soy de contextura grande. La gente es hiriente y varias veces me han preguntado hasta si soy travesti. Te miran raro, escuchás que comentan entre ellos y hasta te hacen burla. Hace 13 años que no piso un boliche justamente por eso", agregó a su turno Fernanda, una maestra jardinera de 1,86 metro quien, con el pasar de los años, se acostumbró a su altura, pero no a los prejuicios.

Más allá de que cada vez son más altos en promedio los argentinos, la industria textil no acompaña esta realidad. A la hora de comprar ropa, los principales problemas son que terminan por llevarse "lo que hay" y en muchos comercios -en especial los vinculados al calzado- pagan más por una misma zapatilla que es más barata si el número es más bajo.

"Vienen chicas de 14 o 15 años que calzan 43 y se ve que entran un poco acomplejadas ya que en las zapaterías les ofrecen cualquier modelo o solamente zapatillas deportivas. Pero acá se sienten tranquilas y aliviadas porque encuentran los modelos que quieren y están en todos los números. Además muchas zapaterías cobran más caros los pares que van de 42 para arriba", destacó Exequiel, vendedor de la zapatería orientada a talles especiales HormaGrand.

Tocando las nubes

Según el estudio internacional publicado por la revista eLife con las conclusiones de más de 800 científicos, con casi 1,75 metro, los hombres argentinos son los más altos de América Latina.

Las argentinas, en tanto crecieron 8,6 centímetros en el último siglo y hoy se encuentran quintas en altura a nivel regional (1,59 metro). A nivel mundial, los hombres más altos son los holandeses (182,5 centímetros) y entre las mujeres lideran las letonas (169,8 centímetros).

Los más bajos en tanto son los hombres de Timor Oriental (159,8 centímetros) y las guatemaltecas (149,4 centímetros)

"Es algo con lo que ya me he acostumbrado a convivir. Pero son varios los problemas con que me encuentro. En los viajes en micros de larga distancia y aviones, por ejemplo, es un sufrimiento. Siempre pido los asientos de la salida de emergencia en aviones también. Lo mismo se repite en todo lo que tenga que hacer sentado, no hay ningún servicio preparado para la gente alta, no podés estirar las piernas", contó Andrés Berman (31), quien mide 1,90 metro y también basquetbolista.

"Las duchas en muchas casas están puestas a una altura de 1,70 metro, por lo que también me tengo que doblar entero para poder bañarme", agregó con un tono de voz que combinaba humor y resignación.

"Conseguir zapatillas es imposible en Argentina (calza 45). La mayoría de quienes jugamos al básquet tenemos que comprarlas directamente en Estados Unidos. Los pantalones que me quedan bien de cintura, me quedan cortos. Entonces, tengo que comprar talles más grandes y casi estrangularme con el cinturón"cerró Andy.

Algo similar ocurre a Fernanda quien, poco a poco, se ha ido acostumbrando a su altura.

"Con la ropa ya no se me complica tanto. Pero de chica o adolescente, se me veía toda embolsada porque usaba ropa que me quedaba bien de largo, pero muy ancha. Y lo que me quedaba justo, siempre era corto. Durante muchos años, el calzado lo mandaba a hacer a Buenos Aires y tenía que pensar en 4.000 o 5.000 pesos por unas botas. Ahora, por suerte, las zapaterías trabajan sus líneas hasta 43 y cuando encuentro varios pares, tarjeteo y los compro", continuó la mujer, quien con mucho pesimismo destacó que no le encuentra ninguna ventaja ser tan alta ya que ha sido motivo de burlas siempre.

"Si bien no tengo problemas en el micro o en el cine con los lugares, en los autos voy incómoda. Si manejo yo, tiro todo el asiento para atrás para ir bien. ¡Y pobre si alguien tiene que ir atrás mío!. Los únicos que me dicen cosas lindas son los chicos del jardín, que siempre dicen que quieren ser grandes como la seño", indicó.

Juan (34) mide 1,98 metro y -por su trabajo- necesita usar traje todos los días.

"En Mendoza no hay trajes para personas que sean así de altas y relativamente flacas. Tengo que mandarlos a hacer o arreglármelas con lo que consigo, aunque me queden cortas las mangas. Con la ropa informal se zafa un poco más, pero desde chico me pasa que quiero llevarme algo en especial y termino comprando lo que consiga para mi altura", contó el hombre.

Además de tener inconvenientes con el transporte público, vuelos de avión y hasta los viajes en avión -también intenta conseguir siempre los lugares de las puertas de emergencia-, Juan se refirió a otro detalle que lo incomoda en el día a día.

"A veces vas a lugares más alejados del centro y las ramas están bajas. Tenés que andar agachándote para no pegarte o llevártelas por delante", contó, aunque confesó que no cambiaría por nada su altura.

Cifras

-12,3 centímetros crecieron los hombres argentinos entre 1914 y 2014 (de 162,3 centímetros a 174,6 centímetros). A nivel mundial pasó del puesto 91 al 55.

-8,6 centímetros crecieron las argentinas en el mismo período (en 1914 estaban en 150,6, mientras que en 2014 llegan a159,2). En el listado internacional pasó del  lugar 117 al 96.

-172,7 centímetros medían los argentinos en 1964.

-159,3 medían las argentinas en 1964.

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