"No se puede cuidar ni defender aquello que no se quiere, y no se puede querer aquello que no se conoce".
La frase parece lógica, adecuada y casi obvia, sin embargo no es tan fácil ponerla en práctica o darle el verdadero sentido que conlleva en un mundo donde la vorágine cotidiana nos impulsa casi exclusivamente al ámbito privado o al círculo más íntimo, sin advertir siquiera al otro con sus necesidades o al ámbito natural en el que se vive.
Esa frase es el leiv motiv de una organización sin fines de lucro de Puerto Deseado denominada Conociendo nuestra casa que trabaja con niños y adolescentes. El propósito es desarrollar e incorporar valores a la vida cotidiana a través del conocimiento del medio natural y social y la práctica del voluntariado, teniendo a la naturaleza como maestra.
Fue un hecho particular el que movilizó a los fundadores, cuando en 1978 el gobierno autorizó a Japón a capturar y trasladar a 2 parejas de toninas overas -especie que vive exclusivamente en la zona patagónica e Islas Malvinas- dando como resultado la muerte de dos ejemplares en las redes y de los cuatro capturados.
Por aquellos días sólo alguna protesta aislada se hizo eco del caso, seguramente por desconocimiento de lo que significa esta especie en las aguas sureñas. Sin embargo otro acontecimiento fue crucial. Ante la inminente pérdida de un vagón histórico, la gente, que conocía y por ello valoraba la importancia del ferrocarril en su cultura, se organizó, impidió su traslado y logró que las autoridades lo decretaran de Interés Patrimonial. Así, el vagón histórico hoy ocupa un lugar central en una plaza del pueblo.
A raíz de esto hechos, Marcos Oliva Day y su esposa, María Laura Gaona, se propusieron despertar conciencia en los habitantes, sobre la importancia de los recursos naturales pero también de los valores humanos que una sociedad responsable debe destacar.
Respeto y Cariño hacia el lugar en que viven es lo que inculcan a pequeños de primaria a chicos de secundaria a través de el aprendizaje y la enseñanza de la historia, la geografía, la flora y la fauna locales y regionales, combinando esos conocimientos con la práctica de actividades comunitarias y deportivas al aire libre. Entre ellas: trabajo en huertas orgánicas, caminatas, enseñanza del remo en kayak, navegación a vela y largas travesías. El conjunto de la propuesta apunta a la integración social también, a desarrollar la comunicación entre pares y con otros con la intención de tener en cuenta y valorar la alteridad.
30 años después de la creación de la organización, los frutos están a la vista. Marcos Oliva Day explica que "una de las paradojas de Puerto Deseado es que, como ciudad chica, vive rodeada de una naturaleza poderosamente agreste y desafiante, pero que la generalidad de sus habitantes ignora.
Al conocer íntimamente este espacio en el que viven, en sus aspectos físicos, históricos y espirituales, al estudiarlo, caminarlo, navegarlo y tener estas vivencias disfrutándolas, aprenden, con su intelecto, con sus sentidos y con su corazón, a valorarlo a quererlo y a defenderlo.
Se apropian de él, transformándolo en su "lugar", en su "casa grande". Así van avanzando y, como con las capas de la cebolla, integrándose a la región, al país y al mundo. La recuperación de la memoria, mediante las investigaciones sobre los aborígenes, los grandes navegantes, los pioneros y antiguos vecinos, las vivencias directas de la geografía, la lectura de relatos locales y la poesía, contribuyen a lograr la meta.
Por otra parte, como este aprendizaje práctico del paisaje se hace a través de una organización educativa basada en el voluntariado y su ejemplo, los niños y jóvenes van involucrándose profundamente no sólo con su geografía y su historia sino con su comunidad.
