Hace apenas un año y medio Mendoza fue sede del Mundial de Sommelier, evento de carácter único y que dejó a las claras que nuestro país tiene un lugar ganado en este universo. De la mano de esto, y de las necesidades laborales de la industria vitivinícola y del turismo, es que se generan nuevas propuestas de perfeccionamiento o capacitación. Pero también surgen, en otras ocasiones, por el solo placer de conocer y disfrutar aún más de aquello que se consume, en este caso, el vino.
Las nuevas tendencias en cuanto a cursos cortos y carreras como la de Sommelier han llamado la atención. En estos últimos años, el crecimiento que han tenido, sobre todos los cursos de catas y maridajes, es significativo no sólo en las regiones vitivinícolas como Mendoza, siempre marcando la tendencia, sino también en grandes polos urbanos como Buenos Aires y Rosario, en la Argentina; o San Pablo y Lima, en América Latina.
Pero además en regiones como Mendoza, es un fenómeno: muchos de los que toman cursos cortos sobre cata de vinos, lo hacen ante la “obligación” de saber sobre los productos de su tierra. Analía Videla, directora de Wine Institute, explica sobre esta tendencia: “Hay mendocinos que sienten la necesidad de conocer de vinos porque se ven en situaciones de consumo con otras personas o en otros lugares, cuando viajan y les preguntan por el Malbec y las regiones vitivinícolas de Mendoza o Argentina”.
La delantera la llevan carreras como las de Sommelier y Enoturismo, que son más extensas pero con una salida laboral más firme y concreta. “A la carrera de Enoturismo ya viene gente especializada que trabaja en bodegas, generalmente. Es una actividad que viene en franco crecimiento”, apunta Videla.
Por su parte, Bárbara Jones, coordinadora académica de la Escuela Argentina de Sommelier, filial Mendoza, explica: “Para la carrera de Sommelier estamos recibiendo unos 60 alumnos por año y pasamos a un segundo año con 40 personas. Vemos que hay mucha gente interesada a partir de los 18 años. Muchos comienzan a pensar en la carrera como una alternativa a las tradicionales carreras universitarias”. Pero también optan por este tipo de profesiones personas que ya están trabajando en restaurantes u hoteles como un complemento para lo que ya vienen haciendo.
Por otra parte la sommelería es una actividad que tiene un gran campo, no sólo haciendo foco en el servicio del vino sino también en las áreas comerciales o de marketing. Generalmente, y al contrario de la idea de que son los jóvenes que salen al mundo laboral los que la eligen, quienes más se inclinan por la carrera de Sommelier son personas que están hoy entre los 25 y 45 o 50 años. “Muchos están buscando una salida laboral y otros están dando un vuelco laboral hacia el sector vitivinícola. Son profesionales que han trabajado en otros sectores y buscan una herramienta más. Algunos buscan generar un emprendimiento y otros, insertarse en el sector”, asegura Analía Videla.
Por su parte, Jones agrega: “Hay muchos que se enganchan con otras capacitaciones de acuerdo a lo que les gustó más en un curso de iniciación. La gente se queda sorprendida a veces de un mundo más allá de catar un vino. El terroir, las single vineyard, las diferentes variedades, el estilo de vino, la maduración, etc., son puntos muy altos que se llevan la atención de los alumnos”.
Algo distinto ocurre en otras ciudades que no son productoras de vino, pero donde aun así sus habitantes se entusiasman y buscan capacitarse. “En lugares que no son productores es muy distinta la capacitación: pasa a una etapa inicial porque la gente no tiene idea de cómo es una vid.
Comenzamos con cursos básicos y vamos avanzando lentamente. La gente quiere aprender de vino, de gastronomía; quiere abrir sus propios restaurantes. Por ejemplo en Buenos Aires el estudio sobre distintos aspectos del vino se ha instalado, ya no es una moda. Hay ciertas formaciones que son un clásico y siguen creciendo, lo mismo pasa en el norte y en Chile o Brasil: la tendencia es seguir aprendiendo”, especifica Videla.
Lo nuevo
Algo que está llamando mucho la atención es la sommelería de cervezas, potenciada por el boom de las cervezas artesanales. Puntualmente la formación de sommelier de cerveza hoy está enfocada no sólo a saber del servicio y maridaje sino a que también los alumnos elaboren sus propias cervezas.
Otra actividad que va de la mano con la capacitación es la realización de viajes de estudio a zonas vitivinícolas, principalmente a regiones de Argentina y de Europa. Es una tendencia que se está implementando en el segmento de los alumnos con más especialización. “Generalmente Francia y España, en Europa, son puntos ineludibles a la hora de hacer un intercambio”, asegura Analía Videla.
El nivel
En Argentina, los consumidores de vino están muy segmentados de acuerdo a sus conocimientos. Encontramos al conocedor, aquél que sabe de vinos, de bodegas y etiquetas y que accede a vinos de alta gama. Por otro lado, se encuentra el consumidor innovador que busca nuevos varietales, vinos más jóvenes. Finalmente, y más masivo, es aquél que conoce poco pero toma vino.
“Hay empresarios de restaurantes y hoteles que se están dando cuenta de que es importante tener un sommelier para cuidar el producto y es un oficio pedido también por el enólogo para que se cuide su trabajo”, explica Bárbara Jones.
Por otra parte, Videla indica: “Vamos evolucionando con la capacitación, se le engaña menos al consumidor. Se dan cuenta dónde hay una imperfección o una irregularidad”.
“Hay destinos en América Latina como Perú, Costa Rica, Panamá que también van creciendo con buena gastronomía y llegada a productos internacionales y se necesita gente capacitada para poder vender, que también es una de las principales tarea del sommelier", comenta Jones.