Por Natalia Encinas
A partir de una extensa historia de diversas articulaciones entre prácticas artísticas y políticas en argentina, nos acercamos al contexto mendocino reconociendo experiencias contemporáneas que proponen una toma de postura y reflexión crítica en torno a temáticas sociales y culturales actuales.
El tópico Arte y Política ha recobrado protagonismo en los últimos años, convirtiéndose en tema de bienales, artículos, exposiciones e intervenciones en el espacio público. El asunto es complejo, pues las relaciones entre estos conceptos han adoptado diversas formas y han sido abordadas desde disímiles perspectivas.
En un recorrido que no pretende ser exhaustivo, podemos mencionar desde los “Artistas del Pueblo”, que en las primeras décadas del siglo XX se posicionaron como artistas militantes a partir de su adhesión a las ideologías políticas de izquierda; las prácticas de artistas como Raúl Carpani o Antonio Berni; la figura del artista como intelectual comprometido en el seno del movimiento que, hacia 1968 articuló, Arte-Política y se materializó en la muestra Tucumán Arde. También, obras y acciones artísticas que durante la década del 80 cuestionaron críticamente los terribles sucesos de la última dictadura cívico-militar. En este contexto, el Siluetazo es una de las prácticas artístico-políticas más recordada en torno a las reivindicaciones del movimiento de Derechos Humanos, y señalado como uno de los momentos excepcionales de la historia en que una iniciativa artística coincide con la demanda de un movimiento social. Luego, muchas de las producciones artísticas que tuvieron lugar durante los ’90 y los primeros años de 2000 pueden leerse en relación a ese legado. En este repaso cabe también mencionar las prácticas de arte feminista que, a partir de la consigna de que lo personal es político, cuestionan y buscan subvertir construcciones genéricas. Asimismo, en los últimos diez o quince años han cobrado visibilidad nuevas prácticas que proponen incidir en lo social a partir de distintas estrategias de activismo artístico o “artivismo”.
Egar Murillo, Poetic Box. Serigrafías cajas. Medidas variables, 2006
Más allá de la diversidad de estos casos, entendemos que en todos ellos se configuran y recrean relaciones Arte-Política. Subyace a ellos la voluntad por incidir o cuestionar desde la práctica artística condiciones, procesos, normas o momentos de la realidad social y/o cultural, alejándose de una concepción del arte como una esfera autónoma desvinculada de lo social. A partir de estas consideraciones, y como una invitación a la reflexión a modo de abrir la discusión, nos acercamos a algunas experiencias artísticas que ponen en relación estos conceptos en el contexto mendocino contemporáneo.
Grupo Periferia, Bicentenario
EL ARTISTA RECOLECTOR
Egar Murillo es uno de esos artistas que en nuestro medio no necesita presentación. Y si bien su obra admite múltiples lecturas y abordajes, hoy nos acercamos a ella concibiéndola como una de las más activamente críticas. Egar aporta claridad y contundencia para abordar este tema: “Desde el momento en que alguien decide hacerse artista, está articulando y tomando una decisión política irreversible. El artista bregará e insistirá en los principios en los que él cree son importantes; creo que el arte cumple una función social, la cual es revelar o dar a conocer aspectos oscuros que la política y la sociedad esconden en sus intereses de poder. El verdadero artista es aquel que lleva a la reflexión social y existencial de la vida, sin esta inquietud se convierte en un simple decorador”.
Grupo Periferia, La mejor flor
A partir de las vivencias de la crisis de 2001 y la precarización económica en la que sucumbió el país por esos años, Egar concibió la serie “El artista recolector”: “Estaba impactado por haber visto en Buenos Aires ejércitos de familias denominados cartoneros, con sus carros recorriendo la ciudad. Empecé entonces, a recolectar cosas en la calle en forma sistemática: cajas de cartones, plásticos varios, bolsas de comidas para perro, cajas de remedios, papeles de la publicidad callejera, tapitas plásticas de gaseosas, etc. Junté mucho material emulando el trabajo de los cartoneros y sin saber todavía que podría hacer con todo eso. Con el tiempo empecé a imprimir serigrafías y a dibujar sobre las cajas de cartón y las bolsas. Dibujé sobre los papeles arrancados y me concentré luego en las tapitas de gaseosa. Con estas empecé a ‘pintar’ y armar cuadros. La reflexión que profundicé fue la de hacer ver la depredación y destrucción de nuestro hábitat, cometida por la sociedad masificada e híper consumista. Pero no sólo es una reflexión política y ecológica, es también una reflexión existencial y estética, a través de una técnica que usa todo lo que esa sociedad desecha como basura. Toda creatividad y sensibilidad humana empieza a ser destruida por el bombardeo publicitario y su consecuencia: el consumo desmedido. El hombre empieza a alienarse, empieza a ser encerrado en un torbellino de violencia; como si no existiera otra posibilidad para alcanzar, que no sea la de producir, comprar y desechar”.
"El hilo conductor de los artistas no es sólo el talento, sino el permanente aguijón inoculado en el espíritu conservador, a través de sus imágenes de reflexión crítica y poética con el lenguaje del libre pensamiento en esta nueva época" dice Murillo.
Egar Murillo, Sin Titulo. El Grito de Munch. Tapitas plásticas sobre tela, 2011
En relación a las articulaciones Arte-Política en el campo artístico contemporáneo local, reconoce a varios artistas que articulan sus temáticas contestatarias de indagación política y social: “Puedo nombrar a los jóvenes del grupo La araña galponera, los artistas de la Cuarta, los artistas de Arte Chimbolo; también a Daniel Bernal, Bernardo Rodríguez, Inti Pujol, los artistas de imágenes accesibles, el grupo Cerda y los artistas de afichar la calle. El hilo conductor de estos artistas no es sólo el talento, sino el permanente aguijón inoculado en el espíritu conservador, a través de sus imágenes de reflexión crítica y poética con el lenguaje del libre pensamiento en esta nueva época”.
GRUPO PERIFERIA: LA FUNCIÓN SOCIAL DEL ARTE Y LA INTERVENCIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
Este colectivo interdisciplinario de arte inicia su trabajo en 2006, extendiendo sus acciones hasta la actualidad. Se trata de un grupo abierto del que participan artistas visuales, ceramistas, actores, críticos de arte, sociólogos, músicos. Sergio Rosas, uno de los más reconocidos artistas mendocinos cuya obra manifiesta un fuerte compromiso en el arte social contemporáneo, es uno de los activos integrantes de Periferia.
La concepción del arte que impulsa a este grupo es aquella que entiende que éste debería tener una función y finalidad primordialmente social, contribuyendo a la elaboración de una memoria cultural. “Si pensamos al artista como un actor social inserto en la comunidad surge la necesidad de repensar las relaciones entre Arte y Política, y abandonar la idea de la autonomía del arte y reclamar nuevos espacios de producción y discusión en los que pudieran confluir diversas tomas de posición ante la realidad, que se caracterizarán por una revisión crítica de la idea de representación”; así se presenta el grupo.
En sus prácticas, el colectivo se vale de la intervención urbana, el esténcil y el registro fotográfico. Entre sus investigaciones y acciones artísticas podemos mencionar “La mejor flor” (2006-2015), caso en el que el homicidio de la joven trabajadora María del Carmen Castro dio origen a la demanda de justicia a través de la intervención artística. En “Bicentenario” (2009 y 2011) se tomó la conmemoración de esta fecha histórica como un disparador que permitió reflexionar sobre nuestro pasado, presente y futuro colectivo.
Egar Murillo, Your digital identity after death. Perforaciones y oleo sobre tela, 2012
Otro proyecto fue “Chica carrilche” (2012), una investigación artística que se propuso dar visibilidad a las minorías sexuales a través del carrilche (argot de las travestis, 1944) a través de encuestas, perfomance, videoproyección, fotografías expuestas en las redes sociales. El año pasado tuvo lugar la acción “No Monsanto”, contra el asentamiento de esta empresa proveedora de productos químicos en nuestro país.
En cada uno de estos casos, la obra queda constituida por la propuesta que parte del grupo y se va materializando con la interacción del espectador. “Nuestros objetivos son lograr despertar en el otro el interés, cuestionar, estimular su capacidad reflexiva y establecer una apertura para la resignificación”, sostienen.
El Siluetazo es una de las prácticas artístico-políticas más recordada en torno a las reivindicaciones del movimiento de Derechos Humanos y señalado como uno de los momentos excepcionales de la historia en que una iniciativa artística coincide con la demanda de un movimiento social.
DE MURALES, ARTE Y MEMORIA
Osvaldo Chiavazza, reconocido pintor, dibujante y escultor, ha realizado y participado en la creación de varios murales en los que aparecen personajes y simbologías que pueden leerse desde una reflexión en torno al tema de la memoria. Nos referimos, por ejemplo, a algunas obras de su serie “Tejedoras de la memoria”. En una de sus obras, esas mujeres que tejen llevan sobre sus cabezas pañuelos blancos los que, indefectiblemente, remiten a las Madres de Plaza de Mayo y a su lucha por memoria, verdad y justicia. Estas obras manifiestan un compromiso con la memoria desde una concepción vinculada al humanismo. Consultado sobre su visión del Arte en relación a lo político, Osvaldo da cuenta de ello y señala concebir a la política en el arte como “política de la verdadera, del hombre para el hombre”.
A fines del año pasado el artista participó junto a Marcelo Carpita de la reparación del mural en homenaje a Paco Urondo, ubicado bajo el puente que cruza el Acceso Este, sobre Cañadita Alegre, en Guaymallén. Este mural implica mantener vigente la lucha por la justicia en momentos que en Mendoza y en todo el país tienen lugar una serie de históricos juicios a responsables militares y civiles por delitos de lesa humanidad.