Rosana Pannocchia. Serie "Úteros"
La representación de féminas es uno de los tópicos más recurrentes en la historia del arte. Generalmente cargadas de estereotipos y realizadas desde miradas masculinas, estas imágenes conforman toda una tradición en la disciplina.
Por Natalia Encinas
“Menos del 3% de los artistas del Museo Nacional de Bellas Artes son mujeres; el 80% de los desnudos son femeninos”. La cita forma parte de la muestra Mujeres 200 años que estuvo expuesta en Mendoza durante el mes de octubre. Este dato es significativo por dos aspectos: primero, porque revela la preeminencia de los hombres por sobre las mujeres en el campo artístico; pues, aunque haya quien argumente que hay tantas o más mujeres que hombres artistas, este tipo de datos da cuenta de que, aunque eso sea efectivamente así, las consagraciones del campo lejos están de ser igualitarias. En segundo lugar, el dato nos revela que la mirada artística dominante sobre las mujeres es la masculina y persisten en el arte ciertos estereotipos que tienden a representar a las mujeres desde lugares comunes, de forma acotada, mitificada o convertida en un fetiche.
Como contrapartida, las protagonistas de esta nota son artistas que abordan temáticas en torno a lo femenino pero lo hacen desde representaciones que son disruptivas respecto de las convencionales. Algunas de ellas llevan a cabo sus obras desde una postura que, abiertamente, cuestiona y busca subvertir estereotipos, violencias y desigualdades en torno al género. Otras, simplemente enuncian temáticas relacionadas con la feminidad como construcción cultural desde visiones que no son las tradicionales.
Partimos de la consideración, advertida por la teoría feminista del arte, que existen en el campo artístico relaciones de poder entre los géneros, que la diferencia sexual es fruto de una construcción social y las representaciones visuales juegan un papel fundamental en la misma. Por otro lado, cuando hacemos un repaso por “la” historia del arte local, inmediatamente percibimos la escasa presencia de nombres de mujeres. Claramente podemos ver cómo la historia modernista eternamente representadas, siempre objeto, escasamente sujeto de las prácticas estéticas. Así, valga este espacio dedicado a cinco artistas mendocinas como un gesto desestabilizador del canon de la disciplina, frente a tanta mirada, pincelada y reconocimiento masculino.
MARIANA BAIZÁN y sus ilustraciones desde la militancia feminista
En relación a su obra, la artista comienza por aclarar: “Más que la mujer el tema es la feminidad y ciertas temáticas feministas que tienen que ver con la igualdad, el respeto o la libertad. Es lo que nos sucede y lo que nos representa a las mujeres”.
Mariana milita en la agrupación feminista Mujeres Cotidianas y a partir de allí comenzó a trabajar con temáticas más comprometidas ideológicamente como la violencia, la trata, el aborto. Cuando le consultamos si define a su obra como política, responde que "Todo es político, incluso el arte. Como ilustradora, soy una contadora de historias a través de imágenes. Y es a través de esas historias que conscientemente intento posicionarme en la postura que he elegido en la vida. Una postura crítica frente a las desigualdades, a las esclavitudes ideológicas, a los tabúes sociales, casi siempre referente a la mujer, pues somos nosotras las que siempre hemos estado varios escalones más abajo en lo que respecta a esos temas".
Mariana Baizan. "Testimonio madre"
MARIELA ACJIA, mujeres de la pintura al documental
En su recorrido artístico Mariela ha transitado desde la pintura al audiovisual. En cuanto a la temática que atraviesa su obra, la artista reflexiona: "Lo vinculado a la mujer en mi hacer plástico aparece sin ser buscado, encontré una forma de comunicar con la que me siento cómoda. Fue entonces cuando empleé formas y elementos con mucha carga simbólica asociada a lo religioso, lo sensual, lo cursi y la concepción del amor romántico".
Al consultarle sobre el campo artístico en relación al género, Mariela explica que, “Hacia los ´60 hubo corrientes de artistas feministas que denunciaron la estrechez del medio artístico en cuanto a la presencia de la mujer en el museo. Hoy, creo que las cosas han cambiado poco. Es sabido que el mayor espacio que ‘ganamos’ las mujeres en los últimos años se traduce fundamentalmente en más trabajo que se sumó al tradicional pero menos asalariado que el del varón. En estas sociedades las mujeres estamos acostumbradas a tener que dar una calificación más alta que los varones para acceder a lo mismo. En lo que tiene que ver con el espacio artístico, creo que aún se reproducen muchos tópicos y la propia imagen del cuerpo femenino es aún una mirada masculina que muchas veces cosifica. La idea de una musa aún hoy ronda como directriz creadora de muchos artistas. Creo que ya estamos viviendo nuevos tiempos, y que es saludable plantearse nuevas formas de ver y de recrear, es el lugar en el que el arte contemporáneo explora, desde un principio de in-certezas que nos introduce en nuevas formas de percibir”.
Mariela Acjia. Obra díptico "Unos cuantos piquetitos"
CRISTINA PÉREZ, feminidades entre la plástica y la canción
El cuerpo de la mujer es la marca, literal, de su producción estética. En los cuerpos de las mujeres marcados por mandatos sociales y religiosos indaga su obra. Sus desnudos incluyen, no sólo una poética, sino una política de género. La artista indaga en las inscripciones que la cultura asigna, violentamente, sobre los cuerpos femeninos.
En relación a su proceso personal y artístico para abordar este tema, Cristina, quien además de dedicarse a las artes visuales es cantora, cuenta: “El tema principal de mi obra ha sido el cuerpo de la de la mujer como metáfora del cuerpo social. Desde niña observaba los modos, los tratos, los roles y exigencias que tenían hombres y mujeres y me inquietaba la diferencia, además siempre estuvieron entrelazados con estas percepciones los mandatos sociales que empezaban a mostrarse de maneras sutiles, los deberes y obligaciones que mandaba la religión, los ideales inculcados y otros. A medida que crecía todo esto me generaba una inconformidad que no sabía muy bien cómo nombrar hasta que llegué a la pintura y allí comencé poco a poco a materializar mis preguntas al mundo. Fue así que comencé a pintar cuerpos de mujeres desnudas sin idealizaciones, con simbologías religiosas atravesando sus cuerpos, cuerpos fragmentados, cuerpos sexuales en toda su exuberancia. Cuerpos como el mío, cuerpos que no tuvieran miedo de ser lo que son y sobre todo de ser libres. Ya sabemos cómo se nos imponen a las mujeres los clichés de belleza, de comportamientos, roles y funciones, y cómo todo eso repercute en nuestras vidas, no sólo en la vida de las mujeres sino de los hombres también, que si se encuentran con mujeres que no siguen estos mandatos no saben qué hacer”.
En relación a su presente la artista reflexiona: "Ahora siento que esa preocupación por el cuerpo femenino que en aquel momento fue un arte sentido, pensado, militado desde un lugar de defensa de los temas de género, evoluciona hacia la preocupación por lo femenino universal que es más inclusivo porque no sólo está supeditado a lo que nos pasa a las mujeres sino también a una sociedad entera desequilibrada porque aún no resuelve la igualdad entre los seres, todos los seres vivos".
Cristina Pérez. "Cadera y serpiente"
Cristina Pérez. Performance
ROSANA PANNOCCHIA: las mujeres en su interioridad
La artista ha abordado el cuerpo de las mujeres desde un espacio íntimo, casi tabú. En relación a esa búsqueda Rosana relata: "La elección de la mujer como tema se dio espontáneamente a partir de una serie de autorretratos, en donde hay una búsqueda de la identidad frente al espejo y de esa búsqueda surge la mujer en cuclillas con malla azul dejando al descubierto su útero. Salió del encierro la trascendencia del útero con toda su significación del ser mujer. En la serie de los úteros, la búsqueda del ser es más profunda e inicia un viaje hacia el interior. En ella se refleja algo de sadomasoquismo, de erotismo, lo sexy, el flagelo, la violencia, las mutaciones, el tabú… todo esto implícitamente".
Rosana Pannocchia. Serie "Úteros"
LUCIA CORIA y sus mujeres
En su obra la mujer es el tema por excelencia. Sus féminas aparecen, en varias series, en espacios íntimos, privados. Allí, no guardan la compostura, aparecen desplegadas, despojadas, con sus cuerpos imperfectos, reales. Lucía explica: "El tema principal de mi obra es la soledad, el ser únicos e irrepetibles, incomprensibles para los demás. Expongo mi visión sobre este tema desde mi lugar de mujer, porque es el lugar que más conozco y más sincero. Trabajo por series, como una forma de ordenar sub-temas sobre los que me interesa comunicar. Cuando pinto figuras femeninas se parecen a mí, pero por lo general no hay intención directa de autorretrato, aunque sí, como en todo lo que se crea, hay una nota autorreferencial marcada. Luego, está la serie de los "Vestidos", que surgió como un modo de tomar distancia del autorretrato.
Son vestidos que des-visten, dejan translucir sentimientos, deseos; muestran lo que somos o lo que nos gustaría ser. Esta serie tiene una conexión importante con el diseño textil en sus fondos, sobre los que se apoyan estos vestidos a modo de recortes, que hacen de ventana del ser femenino”.
Y aclara en relación a su perspectiva: “Mi mirada es femenina, no feminista, se parece más a un relato que a una crítica, pero desde un lugar muy visceral y sincero”.
Lucía Coria. "Bebedora de historias"