Fundación Conin, la institución dedicada a combatir la desnutrición infantil, creada en Chile y trasplantada a la Argentina por el pediatra Abel Pascual Albino, dio un paso importante en la lucha dedicada a quebrar el flagelo que perjudica a miles de niños, en nuestra provincia y el país.
La institución que encabeza Albino logró, tras un cuarto de siglo de trabajo, firmar convenios de asistencia con la Nación y algunas provincias, entre ellas Mendoza. De esa manera se potenciará la labor de 30 de los 85 centros de atención que posee este sistema de atención y tratamiento infantil en el territorio nacional.
El impulsor de la institución, que tiene su gran base en El Algarrobal (Las Heras), desearía más velocidad en la interacción con el Estado, pero valora que se haya reconocido la problemática y materializado estos acuerdos de colaboración. La estructura necesita, para atender más casos, tres hospitales más en el país, pero no complejos como los que conocemos sino centros de recuperación nutricional, con costos de atención más bajos. Asimismo para alcanzar más metas sería útil, a nivel nacional, disponer de 4 mil centros de prevención, lugares que se llaman centros Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil).
El drama de los niños mal alimentados con el consecuente deterioro de la salud mental y de crecimiento, es un drama real y vigente entre nosotros, pese a la enorme capacidad de producir alimentos que poseemos.
El Estado tiene un papel preponderante en el desarrollo de miles de infantes, cuya capacidad mental está comprometida por una mala alimentación. Cuando surgen entidades privadas, como Conin, que se ponen al frente del combate de la desnutrición, es preponderante que los gobiernos los asistan en la medida de lo posible.
Para la estructura de esta organización, salir de la problemática de la desnutrición, en definitiva de la pobreza, es posible si nos unimos todos, abarcando a los gobiernos, junto con las organizaciones no gubernamentales, el empresariado, las universidades, los colegios, las iglesias y la comunidad en su conjunto.
Conin trasladó a la Argentina la acción desplegada en Chile por el doctor Federico Mönckerberg, hoy de 90 años. Al comienzo de los años '70, el país trasandino tenía la mortalidad infantil más alta de América Latina. Era de 130 por mil. Nosotros teníamos 60 por mil.
Mönckerberg, fundador del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, se propuso bajar la desnutrición y lo consiguió. Le llevó más de 25 años. Se dieron cuenta de que un niño desnutrido es inmunodeficiente y, si ingresaba a un hospital general, se infectaba y moría. Por eso crearon los centros Conin de internación y recuperación, no tan costosos como una unidad médica de alta complejidad. Asumiendo las consignas de su mentor, el pediatra mendocino sostiene que si el país pudo, a principios del siglo pasado, zafar del analfabetismo, inclusive antes que otros países de avanzada, ahora se debería poder salir de esta enfermedad o patología que es la desnutrición y prevenir el daño cerebral de los infantes en riesgo.
"La educación -sostuvo el médico en televisión-, es una semilla que debe fructificar en un sustrato, y el sustrato anatomofisiológico donde se instala la educación, debe ser un cerebro intacto. Sin cerebros intactos, no tengo qué cosa educar. Si simultáneamente pongo cloacas, luz eléctrica, agua corriente y caliente en cada casa argentina, podremos tener una potencia en 30 años". La propuesta incluye controlar a cada mujer embarazada y asistir a cada chico antes de los 2 años, especialmente en el primer año, que sea pesado y medido su perímetro craneano para saber si hay que estimularlo más o alimentarlo más.
En una palabra, Conin hizo mucho en algo menos de 25 años de gestión y si ahora dispone de un apoyo estatal, hay que suponer que habrá más niños con posibilidad de evadir la pobreza, la desnutrición y la mortalidad infantil.